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Al abrir la puerta, Petunia le sonreía tímida y algo ruborizada, portaba el hermoso vestido rojo largo con mangas y detalles dorados, los zapatos aunque eran de tacón no eran excesivamente altos, el maquillaje era no muy cargado, pero las sombras doradas resaltaban sus ojos, trajera puesto o no, el antifaz. Los aretes y el collar que llevaba puestos eran cortesía de Sirius Black.
Dichas joyas las había obtenido de su tío Alphard Black. En cuanto las vio pensó en Petunia y fue como terminaron siendo un obsequio de cumpleaños por su mayoría de edad.

Petunia observo al hombre frente a ella, pensando en cuan atractivo era. Cuando sus amigas le ayudaron con toda la preparación creyó que exageraban, pero se dejó hacer, pensando en cuanto amaría que Lily estuviese ahí para aconsejarla y ser parte de todo el show previo a su cita con Ares... Cita, la palabra le sabía dulce al decirla, le gustaba como sonaba  eso, aun con los nervios que le causaba.

Decir que Amilcares Gasca no le atraía sería una gran mentira. Era su amigo y confidente, su acompañante diario. Le tomo gran cariño con el pasar del tiempo y conocer su personalidad. Cada palabra, cada acción que realizaba estaba llena de sinceridad y afecto que era imposible que su corazón no palpitara con su cercanía, era impensable no querer tenerle cerca, básicamente sería un crimen no quererle como ella empezaba a hacerlo.

Ares la miraba fijamente, con una expresión estupefacta, las palabras se quedaban cortas para definir lo que sintió Amilcares Gasca al verla enfundada en el vestido que eligió su abuela, había sido demasiado Gryffindor para su gusto, pero verlo en ella lo obligó a ignorar ese hecho.

Quiso llenarla de halagos, pero no conseguía que algo coherente saliera de sus labios, cosa que la castaña notó liberando una ligera risa nerviosa.

—Yo... tú...— intento decir algo

—¿Si?— preguntó ella, acercándose un poco a él, esperando que continuará

Esto lo puso un poco rojo —Es que eres perfecta— soltó haciéndola sonrojar aun más —Ni si quiera las hadas podrían ser tan hermosas como tú

Tomó su mano y deposito un beso en el dorso de esta. Ella le sonrío. —Entonces ¿A dónde me llevas?— preguntó desviando la mirada para no responder a su halago

— ¿Confías en mí?— ella le respondió con un asentimiento de cabeza —Vamos a lo desconocido, melodía mía.— terminó con una sonrisa ladeada

La tomo de la cintura y se transportaron justo en la puerta que daba al salón de baile en la mansión Gasca.

—¿Dónde estamos?— Preguntó la castaña admirando la puerta de madera con tonos dorados en los detalles que la decoraban

—Esto, mi querida melodía, es la sala de baile de la mansión Gasca. Una de las maravillas que mi madre adoraba...— ella lo vio sonreír con melancolía, tomó su mano para reconfortarlo, cosa que pareció funcionar —Bien, es momento de ponernos nuestras mascaras.

Ella se coloco su antifaz. Ares le siguió en la acción, su antifaz era negro con bordes plata resaltando sus ojos verdes****

—Bien, es hora de que comience la historia— tomó su mano y la llevó adentro

Ella se quedó asombrada de la decoración del lugar, hojas naranjas estaban esparcidas por las esquinas y en las paredes que daban a los ventanales había enredaderas con rosas de un inusual tono naranja. Cerca de cada ventana parecía haber neblina que se disipaba; al otro lado del salón el hermoso piano blanco que emitía melodía sin que alguien lo tocara.

Todo parecía sacado de un cuento. Algo con lo que siempre soñó estaba frente a ella.

—Ares... Todo esto, yo ...— se detuvo al ver a su amigo extendiendo su mano para que ella la tomará

—Hermosa princesa ¿Me permitiría está pieza y todas las que vengan?— sonrió galante

Sin decir palabra Petunia tomo su mano y  él la guió por todo el salón, dando vueltas. Danzando y haciéndola girar, en una que otra ocasión la alzó en sus brazos haciéndola reír.
Bendito sonido tan maravilloso, un total deleite para los oídos de Amilcares. En ese momento solo pensó en que daría su vida y más para que la vida de ella estuviera llena de risas y alegría.

Una vez que la vio algo cansada la llevo a sentarse en un sofá cerca de un ventanal con vista a los jardines.

—Esto es maravilloso, Ares.— expresó soñadoramente —¿Por qué planteaste algo así? ¿No habrá más invitados?

—Mi melodía. Esto es solo para ti. Yo... Una vez me dijiste que querías algo como un cuento de hadas muggle... Además no celebramos tu cumpleaños apropiadamente. Solo quiero verte feliz— terminó besando su mejilla

Ella quería llorar, un llanto de inmensa felicidad al saber que él la había escuchado, había hecho esto por ella y para ella. Sin pensarlo mucho o razonarlo ella se acercó a el para abrazarlo. Antes de separarse, tomo el rostro de Ares entre sus manos y disminuyó la distancia rozando sus narices.

—Petunia, debes saber que estoy enamorado de ti. Hago acopio de todo mi autocontrol para no besarte. No quiero hacer nada que tú no quieras. Porque una vez que te bese será mi fin. Si no quieres nada de eso conmigo solo apártame, pero una vez que roce tus labios seré enteramente tuyo.— le susurro casi suplicante

Petunia se ruborizó ante tal declaración, pero no se iba a acobardar, no emitió palabras simplemente cerró la distancia y lo besó. Fue un beso lento, al principio, le permitió experimentar la calidez y victoria de saberse correspondida.

Mientras Amilcares se sentía en un sueño, su amada melodía le correspondía, sus labios presionados contra los suyos en una danza dulce y armoniosa se lo decía.

Cuando el beso terminó el sonreía alegre y ella se ruborizaba. La mirada fija en ella la ponía nerviosa

—¿Por qué me ves tanto?— preguntó intentando que él dejara de verla

—Disfruto mirarte, cada expresión que haces, el sonrojo en tus mejillas, la sonrisa en tus labios, el brillo de tus ojos. Cada cosa me hace querer adorarte.— expresó solemne dejando a Petunia sin palabras. Llevaba poco más de un año conociéndolo y no imaginó la magnitud de sus sentimientos por ella.

De verdad que estaba viviendo un sueño. Un caballero que la amaba, que daría todo y más por verla feliz.

No sabía exactamente que decir hasta que finalmente las palabras vinieron a ella —Ares, me estoy enamorando de ti...
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Mil besitos ❤️
*****Nota de la autora: No recuerdo e que color son sus ojos, en adelante serán verdes

Petunia... Dursley? JAMÁSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora