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Miércoles 11 de junio de 1975 

Finalmente volvieron madre y Lily de su viaje, en cuanto Lily me vio corrió a mis brazos, disculpándose por no estar a mi lado cuando falleció la señora Jellinski, cosa que entendía, solo necesitaba que me abrazará y no me soltará...

Cuando fue el turno de saludar a Geraldine, pasó algo inesperado: me abrazó, aunque
no fue un abrazo cálido, ni uno cargado de sentimientos, fue de esos abrazos que se dan por mero compromiso. Solo suspire y le agradecí su "consuelo".

Al llegar a casa inmediatamente subí a mi cuarto, para prepararme para ir a visitar al señor Jellinski, había llamado a mi padre para que fuera a su casa a ayudarle con algunas cosas y yo le acompañaría. 

Mientras Geraldine estaba descansando, Lily fue a buscar a Snape, ese chico que me había besado y no se había puesto en contacto conmigo.
Ahora que el dolor ha mitigado, me pongo a recordar ese momento: cuando sus labios rozaron con los míos, no sé que sentir exactamente. Por un lado, él se aprovechó de mi momento vulnerable; por el otro solo quería consolarme; y para rematar me gustó.
No puedo decir que haya Sido el beso perfecto o el ideal, si quiera puedo asegurar que yo le guste al pelinegro. Por eso en lo que aclaro un poco mis ideas, estoy bien con su ausencia.

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En la casa de los Jelinski, los muebles habían empezado a cubrirse con mantas y plásticos para impedir que el polvo les ensuciará. La habitación que había pertenecido al matrimonio ahora se encontraba con 3 cajas  de cartón sobre la cama, cada una llenas de las pertenencias de Madame Jelly, sospecho.

— Señor Jelinski ¿le ayudo a mover las cajas al camión de mudanza?— pregunté conteniendo las lágrimas

— No es necesario, lo más importante ya está ahí, estas son cosas que te pertenecen, ella lo quería así...— dijo soltando un suspiro

Quedé atonita por eso— ¿está bien que yo me quedé con esto?— pregunté

—Niña, solo no te dejo la casa porque yo aún estoy vivo— soltó en una especie de broma, espero. —Ella fue feliz cada día que le dabas compañía y no estoy menos de acuerdo con sus deseos. Y yo también lo fui al verlas juntas. Me recuerdas tanto a mi pequeña Sarah. —menciono mientras acariciaba mi cabeza, gesto que hacía cuando me felicitaba por mejorar en el piano o hacer algo bien, pero está vez fue con cierto aire de melancolía.

Sarah era su única hija, ella falleció a los 23 años por una neumonía, Hace ya tantos años, pero eso no evita que haya Sido doloroso para el matrimonio Jelinski. Cuando Melody me conto su historia fue inevitable que derramará un par de lágrimas,  parecía que en la vida sólo había dolor. 

—Por cierto, hoy será el último día que estaré en el vecindario, mi hijo me invitó a pasar una temporada en París y cuando vuelva iré a una modesta casa en el campo, así que hablé con tu padre y acordamos que yo no puedo cargar con ese piano y tú no puedes quedarte sin tus practicas, por lo que a partir de hoy también te pertenece... —Las palabras no salían de mis labios, por lo que solo atiné a abrazarlo, en agradecimiento por todo lo que ha hecho por mí.

Cuando finalmente Harrison y yo nos despedimos de Philip, sabemos que se viene lo difícil, hacerle espacio a ese piano y convencer a Geraldine de dejarme tocarlo.

Al final ella cedió por petición de Harrison y Lily, en cuanto a mí, solo me límite a esperar la respuesta en mi habitación mientras veía lo que había en las cajas que me dejo Melody. Una contenía algunos libros de lo que recuerdo era su colección personal y su mayor orgullo; la siguiente que revisé estaba llena de diferentes objetos, desde algunas prendas hasta telas y estambres, más un montón de agujas y ganchos al fondo; la última caja también tenía variedad de objetos, algunos libros ubicados al fondo, pero lo que más llamó mi atención fue una hermosa caja de música.  Cada vez que horneabamos galletas ella hacia sonar la tonada de esta cajita. Los recuerdos me embargan, por lo que suspiro para borrar cualquier avistamiento de llanto y abrace el objeto con todo el afecto posible, como si la abrazará a ella.
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Sábado 21 de junio 1975

Los días pasan con suma rapidez, hoy finalmente me enfrentaré a Severus después de ese beso.
Está vez Lily no me acompaña lo que es mejor para calmar mis nervios. Llegó al árbol donde él se la pasa, esperando a su llegada.

Pasan los minutos y no hay rastro de él, al punto de que me siento tentada a ir a buscarlo a su casa, sin embargo, me abstengo de ello. Cuando estoy dispuesta a marcharme veo su figura aparecer a la distancia, al llegar más cerca de mí y notar mi presencia se detiene en seco. Ninguno dice nada, solo quedamos frente a frente. Al cabo de lo que considero una eternidad, que quizás solo fueron un par de minutos, es su voz la que acaba con el silencio.

—Evans —dice distante, sin un apice de sentimientos, cosa que termina por eliminar mi nerviosismo

—Snape, es bueno verte. — suelto ya más tranquila

—Parece que me esperabas... ¿Cómo te encuentras?— cuestiona

—Podría estar mejor... Y en efecto te esperaba. Hay algo de lo que debemos hablar— finalmente llegó el momento de abordar el tema del beso. Lo miro a los ojos y él se mantiene en silencio, expectante a lo que tengo que decir— ¿Por qué me besaste?

Por su actitud imperturbable sospecho que ya se esperaba está pregunta de mi parte y que lo que pasó no le afecta en lo más mínimo, como si hubiese Sido algo insignificante. <<Quizás por eso ni siquiera fue a verme para darme una explicación, porque fue algo insignificante>> ese pensamiento me molesta y genera cierta irá en mí, mas lo dejo pasar y espero su respuesta con paciencia
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Mientras que Petunia se hacía sus ideas, para Severus todo era diferente. Si hay algo que le resultaba desagradable a Severus Snape era el actuar impulsivo, esa era una de las razones por las que los Gryffindor le disgustaban. Había aprendido a base de gritos y golpes que ese tipo de actitud nunca le traería nada bueno.
Es por eso que aquel día de verano, en el que su cuerpo actuó antes que su racionalidad, besó a Petunia Evans en un intento desesperado por consolarla, por calmar su dolor, cosa que al parecer logró cuando ella le correspondía el beso.
La suavidad de sus labios era algo nuevo para él, le gustó la sensación, pero al final en su mente se convenció de que no lo disfrutó y para apartarse de ella tuvo que recordarse que se encontraba vulnerable por la perdida de aquella mujer que algunas veces le mencionó en las cartas que recibía de ella.
Verla en ese estado tan frágil, removió algo en el y su pecho dolió, por lo que actuó sin pensarlo bien, se repetía una y otra vez que cualquiera lo haría por una amiga.

Estuvo evitandola por días, incluso cuando volvió a ver a Lily agradeció que siempre estuviese sola, aunque en más de una ocasión se encontró preguntando por la Evans mayor y esperando noticias de ella.

Hasta este día, se convenció de que solo lo hizo para calmarla, aunque al verla su corazón latía más rápido de lo normal, costandole un esfuerzo monumental que no se notará el ligero nerviosismo que sentía.
Estar frente a ella en silencio solo le daba más tiempo de pensar, por lo que en busca de algo de paz mental fue quien rompió el silencio

Un saludo casual era perfecto para ello, con si nada pasara, cuando en realidad eran muchas cosas las que pasaban con sus sentimientos.

Al instante en que ella liberó su pregunta se quedó en blanco unos segundos, la respuesta que se había programado para emitir no salió de sus labios haciendo que ella continuará el diálogo.

—Yo estaba en un momento en el que no podía asimilar lo que estaba pasando...

Las palabras dichas por Petunia lograron que él saliera de su trance y poder responderle.

—No le des mayor importancia, solo intentaba hacerte sentir mejor

Ella sintió una punzada de indignación —¡Entonces debes saber que existían otros métodos y no usar aquel que afectaba mi estado emocional!

—Necesitabas calmarte, no podía golpearte y un abrazo no funcionaba.— respondió gélido

Con eso dicho el silencio se hizo presente y Petunia se marchó sin decir más. Severus no la detuvo, por su mente paso el detenerla y hacerla entrar en razón, sin embargo, optó por dejarla marchar, pues según su razonamiento ya hablarían en otro momento

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1478 palabras

Petunia... Dursley? JAMÁSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora