47(editado)

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En cuanto escucho su declaración, se sintió morir y revivir, ella le quería. Eso era lo que había anhelado desde que cayó por ella. Rozar sus labios, abrazarla, ser la causa de su felicidad  era cuanto quiso y lo había conseguido. 

—Me has hecho muy feliz— dijo acunando su rostro con delicadeza —Te amo... — le dijo para besar su frente —Te amo...— repitió esta vez besando su mejilla, la miró a los ojos y nuevamente lo dijo —Te amo— para besar sus labios sellando la declaración. 

—Ares...— suspiró su nombre al acabar el beso abriendo sus ojos con lentitud, saboreando el momento, no podía responderle a ese "te amo", no aún. Mas, lo haría en algún momento, ella estaba segura de ello.

—Entiendo, mi melodía... No es necesario que lo digas— le tranquilizó —Solo quería que supieras cuan amada eres

Ambos se sonreían con ojos brillantes. Después de un baile más caminaron por los jardines de la mansión Gasca, la luna estando en cuarto menguante les parecía mucho más hermosa que cualquier otra que hayan visto. Ares supo que era momento de darle un último obsequio por esa noche.

—¿Más obsequios? Ares ha sido una noche más que perfecta, no necesito más regalos.— dijo sonrojada mientras tomaba una caja rectangular de terciopelo verde.

—Nunca hay suficiente cuando se trata de verte feliz— Le contesto —Vamos, ábrela— le alentó

Con lentitud la abrió para encontrar una delicada cadena de oro donde colgaba una piedrita de obsidiana como colgante. —¡Dios!— exclamó ella apreciando la joya

—Creí que no me gustaban las joyas, pero— comenzó él, mientras tomaba el collar de entre las manos de ella —la realidad es que descubrí algo— se posiciono detrás de ella para comenzar a colocárselo —Pensé en ti usandolas. He de decir que mi imaginación no te hace justicia, me gustaba como lucen, pero la realidad es que me encanta como se ven en ti— terminó susurrándole al oído y depositando un beso en su su cuello

Sonrojada solo murmuró un agradecimiento. Una vez estuvieron frente a frente nuevamente, Petunia se puso de puntitas y lo besó, él rodeo su cintura con sus brazos y la alzo un poco para que quedará un par de centímetros sobre él.

Una vez separados, no la bajo, aun la conservo en sus brazos, colocándola casi a su altura, pues aun quedaba algo por decir.

—Mi amor, mi melodía no sabes la revolución de emociones que tengo en este momento, solo quiero pedirte una cosa... —Ella lo miró ligeramente confundida, esperando a que continuará —Permíteme seguir siendo quien te ame y alegre tus días, dame la oportunidad de ser más que tu amigo con la promesa de que en un futuro podré pedirte matrimonio, pues me niego a una vida en la que no te pertenezca.

Ella estaba impresionada y conmovida a partes iguales, Ares era transparente con lo que quería y no tenía temor a expresarlo, por lo que sin pensarlo asintió con la cabeza y respondió: —¡Sí! 

Nuevamente unió sus labios a los de él, para que al finalizar este, girará con ella en sus brazos haciéndola reír. Fue así entre risas, besos y música inició la historia de amor de Amilcares con Petunia.

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16 de diciembre 1977

La relación con Amilcares  era algo que digno de admirar, algo completamente envidiable por cualquiera que los viera juntos, o al menos eso era algo que las amigas de Petunia le decían cuando la visitaban en casa para Almorzar juntas.

— De verdad, Petunia. Eres afortunada de tener a un chico como Amilcares— Expreso emocionada una pelinegra de ojos café

—Esta vez estoy de acuerdo con Marie, Nia. Amilcares es todo un caballero salido de un cuento de hadas ¿Cómo lo invocaste?— bromeó Lena haciendo sonrojar a la castaña

Petunia... Dursley? JAMÁSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora