CUARENTA Y CINCO.

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A primera hora de la mañana me alisto, recojo mi equipaje y me voy directo al aeropuerto, compro boletos para el primer vuelo que consigo de vuelta, apenas es sábado y pensaba pasar todo el fin de semana aquí, pero con lo de ayer no quiero estar ni un segundo más en esta ciudad.

Al llegar al aeropuerto de Los Ángeles busco rápidamente la salida y tomo un taxi que me lleve al penthouse, pasaré el resto del fin de semana allí, quiero estar sola y quiero evitarme llegar a casa y tener que dar explicaciones de por qué estoy volviendo antes de lo previsto.

Bajo en el lobby del edificio, el conserje saluda amablemente y me ayuda a subir el equipaje a mi piso mientras me cuenta que hace días nadie viene al penthouse.

La puerta principal se abre cuando pongo la tarjeta en el panel electrónico y las luces se encienden automáticamente, arrastro las maletas y las dejo a un lado de la puerta.

Todo está en orden e impecable por lo que asumo que Henry le ha estado pagando a alguien para que haga el aseo.

Voy a la cocina y preparo un sándwich que me como sentada en los taburetes altos de la encimera antes de ir a darme una ducha.

Me despojo de la ropa y me meto a la bañera olvidandome del mundo por los siguientes treinta minutos.

En la soledad del inmenso cuarto de baño los pensamientos de lo acontecido me abruman, las lágrimas amenazan con salir nuevamente y no lo permito, anoche dije que lloraría todo lo que tenía que llorar, que esas lágrimas y el dolor que me causó la traición de Burak se quedarían en esa habitación de hotel, una vez que saliera de ahí no volvería a derramar ninguna más.

Mi celular sigue apagado desde ayer en la noche y así pienso dejarlo por el resto del fin de semana.

Me meto a la cama, las sabanas de seda negra cubren mi cuerpo desnudo, aún conservan el aroma del perfume de Henry y de alguna u otra manera me hacen sentir su presencia a mi lado, me abrazo a la almohada que utilizó el día que nos dormimos juntos aquí y sin darme cuenta caigo en un sueño profundo.

...

Despierto no sé cuántas horas después, observo a través del ventanal que ya ha caído la noche y la ciudad ha cobrado vida llena de luces.

Miro el reloj en la mesilla, son las nueve de la noche, he dormido unas cinco horas y me siento totalmente renovada.

Mi estómago ruge, solo he comido un sándwich en todo el día así que busco en el armario algo que ponerme para no andar desnuda por toda la casa, con una camisa de Henry y uno de sus boxers me basta, tengo ropa aquí pero la de él es mucho más cómoda.

Me voy a la cocina y me pongo manos a la obra, enciendo el estereo, lo conecto a mi celular y reproduzco mi playlist de canciones favoritas.

Camino de un lado para otro bailando mientras pongo las ollas, aderezo la carne y pelo papas.

"You want to know how to make me smile
Take control, own me just for the night

But if I share my secret
You gonna have to keep it
Nobody else can see this

So watch and learn
I won't show you twice
Head to toe, ooh baby, roll me right

But if I share my secret
You gonna have to keep it
Nobody else can see this hey, hey, hey, yeah"

Muevo mis caderas al ritmo de moves like Jagger de Maroon 5 mientras flameo la carne, me meto en el papel, me creo Christina Aguilera y canto tratando de llegar a sus notas.

Una vez está todo listo solo falta servir, volteo para dejar el plato en la encimera pero éste termina en el piso con el tremendo susto que me llevo al ver a Henry sentado en uno de los taburetes mirándome con una sonrisa traviesa.

Deseo Insaciable || Henry CavillDonde viven las historias. Descúbrelo ahora