CUARENTA.

666 32 3
                                    

No sé desde hace cuánto tiempo no dormía tan bien, en los brazos de Henry no hay pesadillas, no hay miedos ni sobresaltos a mitad de la noche, solo tranquilidad y calma.

Despierto con su brazo rodeandome la cintura, el calor de su cuerpo contra el mío y su respiración relajada en mi oído, es la primera vez que realmente disfruto dormir con alguien, no quisiera que éste momento acabara nunca, pero como dicen: lo bueno dura poco.

Como puedo me libero de su brazo y me levanto al baño, no sé cómo pero hay productos de cuidado personal de las mismas marcas que uso, seguramente los vió cuando estuvimos en Dubai y lo recordó. Me mata que se tomó el tiempo de pensar en todo.

Me ducho, lavo mis dientes y me coloco unas bragas y una camiseta larga que encontré en el vestidor, hay montones de ropa de mujer de mi talla, bragas, brasieres y zapatos, también hay ropa de hombre por lo que asumo que se ha estado quedando o piensa quedarse algunas veces aquí.

No puedo evitar reír pensando en esa pared de músculos y testosterona seleccionando bragas de hilo y brasieres, pero lo más seguro es que le haya pedido a alguien más que los compre por él.

Me duele todo el cuerpo como si fuese hecho de saco de boxeo, es que este hombre es insaciable y fue poco lo que me dejó descansar en toda la noche.

Henry sigue durmiendo plácidamente en la cama, la sábana cubre sus piernas, tiene un brazo por encima de la cabeza y la boca ligeramente abierta, no parece que vaya a despertar todavía por lo que me voy a la cocina a preparar el desayuno, rogando que si haya algo en la nevera.

Me las apaño con lo que consigo, preparo hotcakes con miel y arandanos, huevos revueltos, tocino, jugo de naranja y café, tendrá opciones para escoger por si algo no le gusta.

Estoy cortando algunas frutas y llevandolas a la mesa que cuidadosamente y con amor arreglé cuando el dueño de mis pensamientos lujuriosos baja por las escaleras con un boxer blanco ajustado que lo hace lucir como si fuese el más cotizado modelo de Calvin Klein, se para detrás de mi apresandome contra la mesa y lo primero que hace es azotarme el culo.

-¿Por qué saliste de la cama? -me besa el cuello- quería mi mañanero y no estabas.

-No me dejaban dormir tus ronquidos. -bromeo.

-Eres una mentirosa.

Me voltea, me alza y me sienta sobre la mesa de cristal, se mete entre mis piernas, se acerca para besarme pero meto una fresa a su boca.

-Eso no es lo que quiero. -habla con la boca llena.

Le doy otra y la recibe entre risas, pocas veces está de tan buen humor y me encanta, podría perderme en el azul de sus ojos que brillan alegres con el reflejo de la luz del sol, esos ojos con una pequeña manchita marrón que me cautivaron desde la primera vez que los ví.

-¿Y qué es lo que quieres? -pregunto rozando sus labios con los míos.

-A ti. -responde.

Intenta besarme nuevamente y le hago la cobra rechazando su beso pero me tira del cabello y me besa a la fuerza, con pasión y premura haciéndome jadear.

-Se va a enfriar el desayuno. -logro decir cuando nos separamos.

A las malas se separa de mi y se sienta en una de las sillas.

-¿Tu hiciste todo esto? -pregunta como si le sorprendiera.

-Obvio -pongo los ojos en blanco y suelta una carcajada- se que me veo como esas chicas fancys que no saben hacer otra cosa más que ser bonitas pero hay muchas cosas de mi que no sabes.

Deseo Insaciable || Henry CavillDonde viven las historias. Descúbrelo ahora