SESENTA Y OCHO.

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El gran día finalmente ha llegado, hoy dejo de ser Hannah Prescott y me convierto en mi nueva yo, Hannah Mansour.

Mentiría si digo que no estoy nerviosa, la verdad es que estoy aterrada, sigo teniendo dudas y miedos pero me mantengo firme en mi decisión, voy a casarme.

El sol de la tarde aún brilla en el cielo y se cuela por las ventanas, son las cuatro y yo estoy desde hace dos horas sentada en el borde de la cama mirando al suelo con la mente hecha un torbellino de pensamientos y emociones encontradas.

En lugar de sentirme emocionada por el día que he soñado desde niña siento un nudo en el estómago que no me deja respirar con tranquilidad.

Mi mirada se desvia hacia el vestido de novia puesto en el maniquí al lado del espejo. Es hermoso, aunque por ser de religiones diferentes no nos casaremos por la iglesia igualmente quise tener un vestido grande, blanco y con muchos brillos como siempre lo soñé. Sin embargo no siento la felicidad que esperaba, ahora es más como una carga.

En mi mente la imagen de Henry no deja de rondar una y otra vez, como un fantasma que se niega a desaparecer, recordando todos y cada uno de los momentos que vivimos juntos y que a partir de hoy quedarán en eso, solo en recuerdos.

«¿Estoy haciendo lo correcto?» Me pregunto limpiando la lágrima que corre por mi mejilla.

El sonido de mi celular en la mesita de noche me saca de los pensamientos, es la maquilladora indicándome que ya está por llegar, respiro hondo tratando de recuperar la compostura, no puedo permitirme mostrar mis dudas, no ahora que todos esperan que hoy sea el dia más feliz de mi vida.

Me levanto lentamente y me acerco al espejo mirando mi reflejo con ojos críticos, «Debo casarme para olvidarlo» me digo en voz baja tratando de convencerme, pero sé que lo que siento no desaparecerá con un simple "si acepto".

Con pasos vacilantes camino hacia la bata blanca de seda que cuelga en la pared y me la coloco tratando de ahogar la voz en mi cabeza que me pide que me detenga a pensar si esto es realmente lo que quiero.

El sonido del timbre resuena por toda la casa sacándome de mi ensimismamiento. Es la maquilladora. Respiro profundamente antes de bajar a recibirla con la esperanza de que la rutina conocida pueda calmar mis nervios.

-Buenas tardes querida. -Saluda Emma con una sonrisa radiante- ¡Llegó el gran día y estoy aquí para hacerte brillar!

-Buenas tardes, pasa adelante. -le doy un abrazo rápido.

La llevo hasta mi habitación donde abro las cortinas por completo para trabajar con mejor luz.

-Ahora siéntate, comenzaremos con el peinado. -dice sacando sus implementos de la maleta- He pensado en algo elegante pero natural que combine con tu hermoso vestido.

Asiento confiando en su buen gusto y obedezco, me siento y siento como sus manos se mueven con destreza y suavidad desenredando cuidadosamente mi cabello, me explica el paso a paso y cada una de las cosas que va haciendo y yo solo puedo mirar.

El movimiento rítmico y el calor del secador logran relajarme un poco, pienso en cómo será caminar por el pasillo y sentir todas las miradas sobre mi y el nudo de mi estómago vuelve.

Ahora cambia a la tenaza y mechón por mechón va haciendo ondas suaves, poco a poco mi cabello va tomando forma luciendo las elegante y bonito.

-Lo recogeré un poco acá para que puedas lucir el tocado. -lo sube dándome una demostración de cómo quedará.

Con habilidad recoge el lado izquierdo sujetandolo con horquillas y asegurándose que todo quede bien fijado en su lugar.

-Ahora el toque final. -dice sacando de una pequeña caja el tocado de diamantes que brilla con luz propia.

Deseo Insaciable || Henry CavillDonde viven las historias. Descúbrelo ahora