Capítulo 57

48.4K 3.2K 2.7K
                                        

OLEG KOVALENKO

MOSCÚ - RUSIA 2029

Salgo del auto, y mis Bykis forman un cordón de seguridad a mi alrededor, abriéndome paso para ingresar a la mansión Kovalenko. Como el jefe supremo de toda la Bratva, es su deber protegerme. Cada uno de ellos estaría dispuesto a dar la vida por su Boss; su lealtad hacia mi familia es tan inquebrantable que no dudarían ni un segundo en poner el pecho por mí.

—Boss —me saluda Anton, mi leal Krysha. Alzo la mano y él besa el anillo que simboliza mi supremacía. —Lo están esperando.

—¿Y? —lo cuestiono, permitiendo que mis esclavas me despojen del abrigo mientras mi mirada es inevitablemente atraída hacia ella. Siempre será un imán para mis ojos, su imagen me provoca un nudo en la garganta y enciende un fuego abrasador en mis venas.

«Nos faltó tiempo, Vasilisa»

Camino hacia su retrato, incapaz de resistirme. Mis ojos arden con una mezcla de dolor y rabia, pero me niego a derramar lágrimas. Me he prometido a mí mismo no mostrar debilidad frente a mis hombres; sin embargo, su pérdida continúa abriendo la herida en mi corazón, una herida que parece no tener cura.

Los recuerdos de nuestra infancia juntos me embargan como siempre. La veo molesta, con el ceño fruncido y su vestido dorado, una imagen que se grabó para siempre en mi alma. Desde que nací, mis padres me dijeron que yo era de ella, y así crecí. En la Bratva, no se cuestionan las leyes, simplemente se obedecen. Y si dijeron que ella era para mí, entonces así debía ser.

Al principio, eso me molestaba profundamente. Odiaba cómo mi madre siempre hablaba de ella, insistiendo en que debía ganarme su favor. Decía que si lo lograba, todo el imperio ruso sería mío con el tiempo. Y por eso Marko me preparó, obligándome a dormir en los calabozos, a entrenar hasta que mis manos sangraran. A pesar de ser solo un niño, eso no importaba; debía ser el mejor en todo para poder ser digno de ella.

Eso me llenó de resentimiento. Odiaba pasar hambre, frío, dolor, todo para ganarme el favor de "una niña" a quien ni siquiera conocía. Pero todo cambió esa noche cuando presencié cómo el Gran Boss, Pavel Sokolov, se arrodillaba ante esa niña de cabello rojo que parecía capturar el amanecer, esa niña que me dejó petrificado ante tanta belleza, en ese momento supe que no habría cosa en el mundo que no haría por ella, y me dije que no importaba cómo, debía ser su amigo.

Con esa convicción me acerqué a ella, y en esa noche nuestra historia comenzó. Nos convertimos en los mejores amigos. Y fue en esta misma mansión, donde corrimos y jugamos incontables veces. Ella se convirtió en mi centro, en la razón de ser de mi vida. Y ahora, ella ya no está.

"—Te amo tanto, Oleg, mi vida sin ti ya no tendría ningún sentido"

—La mía tampoco lo tiene, muñequita —susurro, apretando la mandíbula al sentir que los sentimientos amenazan con arrastrarme, me yergo entonces disipando los recuerdos que me hacen daño y avanzo hacia la sala de reuniones. Mi consejero abre las puertas y al ingresar, varios pares de ojos se fijan en mí.

—Boss —saludan todos al unísono, bajando la cabeza y no la levantan hasta que tomo asiento en la cabeza.

—Mi boss —escucho la voz de la esclava, y aunque suene con reverencia, mi mente responde automáticamente: «No soy tuyo». Observo a la esclava con frialdad, y ella baja la cabeza, sus manos temblorosas me entregan la copa de coñac.

—Vuelve a decir que soy tuyo y te mando a los burdeles. ¡Ahora lárgate! —la amenazo, y asiente temblorosa, saliendo de mi vista.

—¿Y bien? ¿A qué se debe el honor de su visita? —pregunto a los jefes de las familias: Sokolov, Dmitri e Ivanov. Los vory v zakone de cada región también están presentes.

AnheloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora