Capítulo 33

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ALEMANIA

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ALEMANIA

Horas antes del secuestro de Alena en el Congo.

Con el transcurso del tiempo, todo se revela. Las mentiras más ocultas, por más hábilmente disfrazadas, eventualmente se desmoronan bajo el peso de su propia falsedad. No hay verdades que puedan permanecer indefinidamente en la oscuridad; llega un momento en que todo debe salir a la luz.

Y ese momento, es precisamente este instante en el que la africana camina rumbo al cuarto de baño después de haber recibido un mensaje de confirmación con la frase: "He llegado". El nudo que se forma en su estómago es abrumador, por más que intentó evitar que este momento llegara, no pudo retrasar lo inevitable.

—Inés. —La voz de Max la saca de sus pensamientos, maldiciendo por lo bajo cuando lo ve acercarse, mira a su alrededor, sabe que la persona con la que se va a reunir es hábil para perderse en la oscuridad, pero no desea que la vean con él.

—¿Qué pasa? —cuestiona ansiosa.

—¿Todo bien? —le pregunta Max, evaluándola, la ha notado extraña, distante, si bien con él siempre fue así, con los demás no.

—Sí, ¿Qué pasa? ¿Le sucedió algo a la princesa?

—No, sigue con el joven Juanito, está preocupada, los médicos dicen que si no encontramos una cura pronto va a morir, eso es algo que ni ella ni la familia están dispuestos a aceptar, estamos buscando por todos lados, pero los toxicólogos no logran encontrar algo viable, no hay cura. —responde Max con preocupación, le duele ver al pequeño sufrir.

—¿Por qué no lo desconectan? —propone con crudeza y Max no puede evitar mirarla como si no se creyera lo que acaba de sugerir.

—Sabes muy bien por qué.

—Está sufriendo, el dolor al que lo están sometiendo, no es humano, Max, deben desconectarlo.

—No somos quienes para opinar.

—¿Entonces por qué venir a decirme esto? ¿Por qué tienes que venir a desahogarte conmigo?

—Lo sabes. —le confiesa Max logrando que la africana se tense. —Sabes por qué, hace unos días te volví a confesar lo que sentía, lo que siento por ti.

—No es momen...

—¿Y cuándo será buen momento? —la interrumpe, mirándola con intensidad, la ama, eso lo tiene seguro, no supo cuándo fue, pero se enamoró de ella, por primera vez en su vida sintió que pertenecía a alguien. —No quiero presionarte, pero el que no me rechaces me mantiene pensando que talvez, quizás, sientas lo mismo por mí, y si es así necesitas decírmelo.

«Lo hago» Piensa la africana mordiendo sus labios para no decirlo, sabe que lo hace sufrir, pero no puede corresponderle, ella nació para una sola cosa y el amor la haría desviarse de su objetivo de vida y ese es: Proteger a la princesa.

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