Capítulo 18

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—¿Hace cuantos años no visitabas tu pueblo? —le pregunta Max a Inés quien se toma las manos nerviosa

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—¿Hace cuantos años no visitabas tu pueblo? —le pregunta Max a Inés quien se toma las manos nerviosa.

—Un poco más de tres años —contesta mirándome, sé qué no deje que se despidiera de su gente y hasta la fecha ha sido algo que me ha pesado demasiado.

—No creo que se enfaden, al contrario, se alegraran de verte —le dice e Inés le sonríe, eso quiero creer yo también, que no me odiaran por alejarme.

El sonido de los tambores nos indica que hemos llegado. Tomo la mano de Inés mientras miramos hacia la gran isla. Max se estaciona en la orilla del mar, bajamos los tres y le ayudamos a poner la lancha sobre la arena, evitando que el mar se la lleve.

Pierdo la cuenta de cuantas veces he suspirado mientras avanzamos por la orilla de la playa, solo hay una entrada para acceder a la comunidad, es una entrada que conecta el vasto mar con una de las selvas más hermosas que he cocido. Este camino está iluminado con antorchas y rodeado de árboles de 35 metros de altura, aquí no sé puede caminar con zapatos por lo que nos quitamos los mismos antes de seguir avanzando, desde aquí se aprecian diversos tipos de aves, monos y ciertamente entre la majestuosidad de la selva, se percibe un escudo mágico protegido por un velo exótico que vigila cada rincón de este bosque.

—Nukakü Amazonka —le dice Inés a Max tocando la vegetación.

—Selva amazónica —le traduzco.

—Mi pueblo ha vivido aquí por siglos, nuestras tradiciones se han transmitido de generación en generación a lo largo del tiempo, lo que ha contribuido a preservar nuestra identidad como pueblo indígena —le explica y Max asiente, mirando a detalle lo hermoso que es este lugar, es mágico, en la noche la luna ilumina de forma bella la flora, sumergiéndote en un mundo surreal.

—Sapokai —habla Inés al llegar a la entrada donde Uaka la mira explayando los ojos.

Uaka es la hermana mayor de Inés, quien supongo se quedó como reemplazo de ella para proteger a la tribu.

—¡Yaxira! —exclama mirándola, Yaxira es el nombre real de Inés.

Uaka se acerca recibiéndola con un amplio abrazo, besando su frente de manera maternal haciendo que Inés se ponga a llorar.

—Yokatuira dahe pe ara kutukua —le dice en su idioma.

(Te extrañé mi luna)

—Y yo a ti, hermana. —le responde Ines haciéndose a un lado.

—¡Eya ya kása senja ne! —Uaka se dirige a mí.

(Eya ya kása senja ne- ave que se regenera)

—¿Cómo has estado Uaka? —le pregunto en su lengua.

—Dame un abrazo, sol —me responde abrazándome con fuerza, para después soltarme y mirar a todos lados. —¿Iyara? —pregunta.

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