|CAPITULO 26|

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En el pasillo, me encuentro a Paylor de pie exactamente en el mismo lugar.

—¿Has encontrado lo que buscabas? —me pregunta.

Sostengo el capullo blanco en respuesta y paso tropezando por delante de ella. Debo haber regresado a mi cuarto, porque lo siguiente que sé, es que estoy llenando un vaso con agua del grifo del baño y poniendo la rosa en él. Me hundo hasta las rodillas en la fría baldosa y entrecierro los ojos en la flor, mientras la blancura parece hacer difícil concentrarse en la cruda luz fluorescente. Mi dedo se atora en el interior de mi pulsera, girándolo como un torniquete, dañando mi muñeca. Estoy esperando que el dolor me ayude a aferrarme a la realidad de la manera en que lo hizo Peeta. Tengo que aguantar. Debo saber la verdad sobre lo que ha sucedido.

Hay dos posibilidades, aunque los detalles asociados a ellas pueden variar. En primer lugar, como he creído, el Capitolio envió ese aerodeslizador, dejó caer los paracaídas, y sacrificaron la vida de sus niños, sabiendo que los rebeldes recién llegados iban en su ayuda. Hay evidencias para apoyar esto. El sello del Capitolio en el aerodeslizador, la falta de cualquier intento de golpe del enemigo desde el cielo, y su larga historia usando a los niños como peones en
su batalla contra los distritos. Luego está la versión de Snow. Que un aerodeslizador del Capitolio tripulado por rebeldes bombardearon a los niños para poner fin rápidamente a la guerra. Pero si este fuera el caso, ¿por qué el Capitolio no abrió fuego contra el enemigo? ¿El factor sorpresa los desconcertó? ¿No les quedaban defensas? Los niños son algo muy preciado en el 13, o al menos eso ha parecido siempre. Bueno, no yo, tal vez. Una vez que había cumplido mi cometido, era prescindible. Aunque creo que ha pasado mucho tiempo desde que he sido considerada una niña en esta guerra. ¿Y por qué iban a hacer eso a sabiendas que sus propios médicos probablemente responderían y morirían en la segunda explosión? Ellos no lo harían. No podían. Snow está mintiendo. Manipulándome como siempre lo ha hecho. Con la esperanza de ponerme en contra de los rebeldes y posiblemente destruirlos. Sí. Por supuesto.

Entonces, ¿qué me molesta? Esas bombas de doble explosión, por ejemplo. No es que el Capitolio no pudiera tener el mismo tipo de arma, es sólo que estoy segura de que los rebeldes las hicieron. Es una creación de Gale y de Beetee. Luego está el hecho de que Snow no hizo ningún intento de fuga, cuando yo lo conozco por ser un superviviente consumado. Parece difícil de creer que no tuviera un retiro en alguna parte, algún búnker repleto de provisiones donde podría vivir el resto de su pequeña vida de serpiente. Y, por último, está su evaluación de Coin. Qué irrefutable es que ella haya hecho exactamente lo que él dijo. Dejar que el Capitolio y los distritos peleen unos contra otros por el terreno y luego pasando a tomar del poder. Incluso si ese era su plan, no significa que ella tirara los paracaídas. La victoria ya estaba en sus manos.

Todo estaba en sus manos.

Excepto yo.

Recuerdo la respuesta de Boggs cuando yo admití que no había pensado mucho en el sucesor de Snow. "Si tu respuesta inmediata no es Coin, entonces eres una amenaza. Eres el rostro de la rebelión. Puedes tener más influencia que cualquier otra persona. Exteriormente, lo mejor que tú has hecho es tolerarla."

De pronto, estoy pensando en Prim, que aún no tenía catorce años, no tenía la edad suficiente para que le concedieran el título de soldado, pero de alguna manera estaba trabajando en las líneas del frente. ¿Cómo sucedió una cosa así? Que mi hermana hubiera querido estar allí, no tengo ninguna duda. Que sería más capaz que muchos que eran más mayores, eso es un hecho. Pero para todo eso, alguien de un rango muy alto tuvo que aprobar el poner a alguien de trece
años en el combate. ¿Lo hizo Coin, con la esperanza que la pérdida de Prim me empujara completamente al borde? ¿O, al menos, firmemente de su lado? Ni siquiera tendría que presenciar eso en persona. Numerosas cámaras estarían cubriendo el Círculo de la Ciudad. Capturando el momento para siempre.

LIBROS PARTE 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora