|CAPITULO 17:QUE CAIGA LA OSCURIDAD|

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La torre de la vieja iglesia y la pared del jardín
están negras por la lluvia de otoño,
y desolados vientos premonitorios llaman
de vuelta la oscuridad
EMILY BRONTË, La torre de la vieja iglesia


—Mientras Charlotte corría a la biblioteca para notificar al Enclave que sería necesario tomar medidas de emergencia esa misma noche, Henry se quedó en la sala con Nathaniel y los demás. Fue sorprendentemente paciente mientras Nate indicaba detalladamente en un mapa el lugar de Londres donde creía que se hallaba el escondite de De Quincey, una casa en el Embankment de Chelsea, cerca del Támesis.

—No sé exactamente cuál de ellas es —dijo Nate—, así que tendrán que ir con cuidado.

—Siempre vamos con cuidado —repuso Henry, sin hacer caso de la mirada irónica que Will le dirigía.

Sin embargo, poco después de eso, envió a Will y a Jem a la sala de armas con Thomas para que preparasen los cuchillos serafines y algún otro armamento.

Tessa se quedó en el salón con Jessamine y con Nate mientras Henry corría a la cripta en busca de sus más recientes invenciones.

En cuanto los otros hubieron salido, Jessamine comenzó a revolotear alrededor de Nate, echando más leña al fuego para él, yendo a por otra manta y ofreciéndose a buscar un libro para leérselo, algo que él declinó. Si Jessamine esperaba ganarse el corazón de Nate cuidándolo de esa forma, iba a sufrir una decepción, pensó Tessa. Nate daba por hecho que debía ser cuidado y casi ni notaría su atención especial.

—¿Y qué va a pasar ahora? —preguntó él finalmente, medio enterrado bajo una montaña de mantas—. El señor y la señora Branwell...

—Oh, llámalos Henry y Charlotte, todo el mundo lo hace —repuso Jessamine.

—Informarán al Enclave, es decir, al resto de los cazadores de sombras de Londres, de la localización del escondite de De Quincey, para que puedan planear un ataque —contestó Tessa—. Pero, la verdad, Nate, no deberías preocuparte por esas cosas. Tendrías que descansar.

—Entonces, sólo quedaremos nosotros. —Nate cerró los ojos—. En este lugar grande y viejo. Parece raro.

—Oh, Will y Jem no irán con ellos —dijo Jessamine—. Les he oído conversar sobre ello en la sala de armas cuando he ido a buscar la manta.

Nate abrió los ojos.

—¿No van a ir? —Parecía anonadado—. ¿Y por qué no?

—Son demasiado jóvenes —respondió Jessamine—. Los cazadores de sombras se consideran adultos a los dieciocho, y para este tipo de acciones peligrosas en las que participa todo el Enclave, suelen dejar a los jóvenes en casa.

Tessa notó una extraña sensación de alivio, que cubrió en seguida hablando.

—Pero eso es muy raro. Will y Jem vinieron a la casa de De Quincey ...

—Y por eso no pueden participar en la acción de esta noche. Al parecer, Benedict Lightwood ha ido diciendo por ahí que el ataque a la casa de De Quincey acabó tan mal como acabó porque Will y Jem no tienen aún suficiente entrenamiento. Lo que no entiendo es cómo algo de eso pudo ser culpa de Jem, no estoy segura. Si me lo preguntas, creo que sólo quiere tener una excusa para dejar a Gabriel en casa, a pesar de que y a ha cumplido los dieciocho. Lo mima
de una forma horrible. Charlotte nos explicó que el señor Lightwood le había dicho que ha habido Enclaves enteros borrados de la faz de la tierra en una sola noche, y que los nefilim tienen la obligación de dejar a la generación más joven a salvo, para que puedan continuar, diríamos.

LIBROS PARTE 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora