|CAPITULO 09|

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Dejo de intentar dormir después de que mis primeros pocos intentos son interrumpidos por pesadillas indescriptibles. Después de eso, sólo me acuesto quieta y finjo respiraciones tranquilas cuando alguien entra a verificar cómo estoy. En la mañana, soy liberada del hospital y se me indica que me tome las cosas con calma. Cressida me pide que grabe unas cuantas líneas para un nuevo propo del Sinsajo. En el almuerzo, me mantengo esperando que las personas traigan a colación la aparición de Peeta, pero nadie lo hace. Alguien debe haberlo visto además de Finnick y yo.

Tengo entrenamiento, pero Gale tiene programado trabajar con Beetee en armamento o algo, así que consigo permiso para llevarme a Finnick al bosque. Vagamos un rato y entonces tiramos nuestros comunicadores bajo un arbusto. Cuando estamos a salvo en la distancia, nos sentamos y discutimos la emisión de Peeta.

—No he escuchado ni una sola palabra al respecto. ¿Nadie te ha dicho algo?—pregunta Finnick. Niego con la cabeza. Él hace una pausa antes de preguntar—. ¿Ni siquiera Gale? —Me estoy aferrando a la pizca de esperanza de que Gale honestamente no sabe nada sobre el mensaje de Peeta. Pero tengo un mal presentimiento de que sí lo sabe—. Quizá está tratando de encontrar el
momento para decírtelo en privado.

—Quizá —digo.

Nos quedamos en silencio tanto tiempo que un ciervo pasa cerca. Lo derribo con una flecha. Finnick se lo lleva arrastrando de vuelta a la valla. Para la cena, hay picadillo de carne de venado en el estofado. Gale me lleva de regreso al compartimento E después de que comemos. Cuando le pregunto lo que ha estado sucediendo, de nuevo no hay mención de Peeta. Tan pronto como mi madre y mi hermana están dormidas, deslizo la perla fuera del cajón y paso una segunda noche en vela con la perla firmemente agarrada en mi mano, repitiendo las palabras de Peeta en mi cabeza. "Pregúntate a ti misma, ¿realmente  confías en las personas con las que estás trabajando? ¿Realmente sabes lo que está sucediendo?  Y  si no lo sabes... averígualo". Averígualo. ¿Qué? ¿De quién? ¿Y cómo puede Peeta saber nada excepto lo que el Capitolio le dice? Es sólo un propo del Capitolio. Más ruido. Pero si Plutarch piensa que es sólo la línea del Capitolio, ¿por qué no me contó al respecto? ¿Por qué nadie nos lo ha hecho saber a Finnick o a mí?

Bajo este debate está la verdadera fuente de mi angustia: Peeta. ¿Qué le han hecho? ¿Y qué le están haciendo en este momento? Claramente, Snow no se tragó la historia de que Peeta y yo no sabíamos nada sobre la rebelión. Y sus sospechas han sido reforzadas, ahora que yo aparecí como el Sinsajo. Peeta puede sólo suponer las tácticas de los rebeldes o inventar cosas para decirles a sus torturadores. Mentiras que, una vez descubiertas, serían severamente castigadas. Qué abandonado por mí se debe sentir. En la primera entrevista, trató de protegerme tanto del Capitolio como de los rebeldes, y no sólo he fallado en protegerlo, sino que he traído más horrores sobre él.

Al amanecer, pongo mi antebrazo en la pared y miro aturdidamente el horario del día. Inmediatamente después del desayuno, tengo programado ir a Producción. En el comedor, mientras miro mi cereal caliente con leche y betabeles blandos, descubro un communicuff en la muñeca de Gale.

—¿Cuándo lo conseguiste de vuelta, Soldado Hawthorne? —pregunto.

—Ayer. Pensaron que si voy a estar en el campo contigo, podría ser un sistema de comunicación de respaldo —dice Gale.

Nadie jamás me ha ofrecido un communicuff. Me pregunto, si pidiera uno, ¿lo conseguiría?

—Bueno, supongo que uno de nosotros debe ser accesible —digo con un filo en mi voz.

—¿Qué significa eso? —dice.

—Nada. Sólo estoy repitiendo lo que tú dijiste —le digo—. Y estoy totalmente de acuerdo con que el accesible deberías ser tú. Sólo espero aún tener acceso a ti también.

LIBROS PARTE 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora