|CAPITULO 13:ALGO OSCURO|

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A veces somos menos infelices cuando aquellos a los que amamos nos engañan,
que cuando no nos engañan.
FRANÇOIS LA ROCHEFOUCAULD, Máximus


Tessa se despertó al día siguiente cuando Sophie encendió la lámpara de su mesilla. Con un gemido, Tessa se movió para cubrirse los doloridos ojos.

—En pie, señorita. —Sophie se dirigió a Tessa con su habitual eficiencia—. ¿Piensa dormir todo el día? Son más de las ocho de la tarde, y Charlotte me ha pedido que la despertara.

—¿Más de las ocho? ¿De la tarde? —Tessa echó a un lado las mantas, y se dio cuenta, sorprendida, de que aún llevaba puesto el vestido de Camille, completamente arrugado ya, por no hablar de las manchas. Debía de haberse quedado dormida nada más tumbarse, sin desvestirse siquiera. Los recuerdos de la noche anterior comenzaron a aflorar en su mente: los rostros blancos de los vampiros, el fuego devorando las cortinas, la risa de Magnus Bane, De Quincey, Nathaniel y Will.

« Oh, Dios —pensó—, ¡Will!» .

Lo apartó de su pensamiento y se sentó en la cama, mirando ansiosa a Sophie.

—Mi hermano —dijo—, ¿está...?

La sonrisa de Sophie desapareció.

—No está peor, la verdad, pero tampoco mejor. —Al ver la expresión desolada de Tessa, añadió—: Un baño caliente y comida, señorita, eso es lo que usted necesita. Su hermano no mejorará por que usted pase hambre y vaya sucia.

Tessa se miró. El vestido de Camille estaba destrozado, eso era evidente: roto y manchado de sangre y ceniza por al menos una docena de sitios. Las medias de seda estaban rotas, tenía los pies sucios y los brazos y las manos manchadas.

No quiso ni pensar en el estado de su cabello.

—Supongo que tienes razón.

La bañera era un artefacto con patas en forma de garras escondido detrás de la pantalla japonesa en un rincón del dormitorio. Sophie la había llenado con agua caliente que ya comenzaba a enfriarse. Tessa pasó detrás de la pantalla, se desvistió y se introdujo en la bañera.  El agua caliente la cubrió hasta los hombros, de modo que el calor la hizo sentir reconfortada. Durante un momento se quedó así, inmóvil, para que sus helados huesos se calentaran. Lentamente comenzó a relajarse, y cerró los ojos...

El recuerdo de Will fue lo primero que acudió a su mente. Will, en el desván, la forma en que le había tocado la mano. La manera en que la había besado y luego le había ordenado que se marchara.

Se hundió bajo la superficie del agua como si así pudiera ocultarse del humillante recuerdo. No funcionó.

« Ahogarte no te servirá de nada —se dijo seriamente—. Aunque quizá ahogar a Will...»

Se sentó, cogió la pastilla de jabón de lavanda que había en el borde de la bañera y se frotó el cabello y la piel hasta que el agua se volvió negra de ceniza y polvo. Quizá no fuera posible frotarse hasta librarse de los recuerdos de alguien, pero podía intentarlo.

Sophie la estaba esperando cuando salió de detrás de la pantalla. Había una bandeja con sandwiches y té preparado. Sophie ayudó a Tessa a vestirse con su traje amarillo con un ribete trenzado; era más sofisticado de lo que Tessa hubiera querido, pero a Jessamine le había gustado mucho el modelo en la tienda y había insistido en que Tessa se lo quedara. « Yo no puedo vestir de amarillo, pero les queda tan bien a las chicas con un cabello castaño soso como el tuyo» , había dicho Jessamine.

La sensación del cepillo por el cabello resultaba muy agradable; le recordó a Tessa cuando era una niña y la tía Harriet la peinaba. Era tan relajante que cuando Sophie le habló, Tessa se sobresaltó un poco.

LIBROS PARTE 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora