|CAPITULO 15|

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Las implicaciones de lo que está sugiriendo Gale propagan el silencio por la habitación. Puedes ver la reacción llevándose a cabo en los rostros de las personas. Las expresiones van desde el placer a la angustia, del dolor a la satisfacción.

—La mayoría de los trabajadores son ciudadanos del 2 —dice Beetee neutral.

—¿Y qué? —dice Gale—. Nunca seremos capaces de confiar en ellos otra vez.

—Al menos deberían tener la oportunidad de rendirse —dice Lyme.

—Bueno, eso es un lujo que a nosotros no nos dieron cuando ellos bombardearon el 12, pero todo es más acogedor con el Capitolio aquí —dice Gale. Por la mirada en el rostro de Lyme, creo que ella podría pegarle un tiro, o al menos darle un golpe. Probablemente tendría las de ganar también, con toda su formación. Pero su ira sólo parece enfurecerle y él grita—: ¡Vimos a niños quemándose hasta la muerte y no había nada que pudiéramos hacer!

Tengo que cerrar los ojos un minuto, mientras la imagen rompe a través de mí. Tiene el efecto deseado. Quiero a todos en esa montaña muertos. Estoy a punto de decirlo. Pero entonces... Yo sólo soy una chica del Distrito 12. No el presidente Snow. No puedo evitarlo. No puedo condenar a alguien a la muerte que él sugiere.

—Gale —le digo, tomándolo del brazo y tratando de hablar en un tono razonable—. La Nuez es una antigua mina. Sería como causar un accidente masivo en la mina de carbón. —Sin duda, las palabras son suficientes para que cualquier persona del 12 piense dos veces acerca del plan.

—Pero no tan rápida como la que mató a nuestros padres —replica—. ¿Ese es el problema de todos? ¿Que nuestros enemigos pueden tener un par de horas para reflexionar sobre el hecho de que se están muriendo, en vez de ser volados en pedazos?

De vuelta en los viejos tiempos, cuando éramos nada más que un par de niños cazando fuera del 12, Gale dijo cosas como estas y peores. Pero entonces no eran más que palabras. En este caso, al ponerlas en práctica, se convierten en hechos que no se pueden revertir.

—No sé cómo esas personas del Distrito 2 terminaron en la Nuez —le digo—. Pueden haber sido coaccionadas. Pueden estar retenidos contra su voluntad. Algunos son nuestros propios espías. ¿Vas a matarlos también?

—Yo sacrificaría unos pocos, sí, para eliminar al resto —responde—. Y si yo fuera un espía allí, diría: "¡Traigan las avalanchas!"

Sé que está diciendo la verdad. Gale sacrificaría su vida de esta forma por la causa, nadie lo duda.

Tal vez todos haríamos lo mismo si fuéramos espías y se nos diera la oportunidad. Supongo que sí. Pero es una decisión insensible que hacer por otras personas y aquellos que los aman.

—Dijiste que teníamos dos opciones —le dice Boggs—. Atraparlos o hacerlos salir. Yo digo que intentemos lo de la avalancha de la montaña, pero que dejemos lo del túnel del tren. Las personas pueden escapar por ahí a la plaza, donde vamos a estar esperándolas.

—Fuertemente armados, espero —dice Gale—. Puedes estar seguro que ellos lo estarán.

—Fuertemente armados. Los tomaremos como prisioneros —está de acuerdo Boggs.

—Vamos a traer al 13 hacia un bucle ahora —sugiere Beetee—. Dejemos que la presidenta Coin lo sopese.

—Ella desea bloquear el túnel —dice Gale con convicción.

—Sí, probablemente. Pero ya sabes, Peeta tenía parte de razón en sus propos. Acerca de los peligros de matarnos a nosotros mismos. He estado jugando con algunos números. Facturando a las víctimas y los heridos, y... creo que es por lo menos digno de una conversación —dice Beetee.

LIBROS PARTE 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora