|CAPITULO 09:EL ENCLAVE|

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Volver mi corazón de piedra; mi rostro de acero,
engañar y ser engañada, y morir: ¿quién sabe?
Somos cenizas y polvo
LORD ALFRED TENNYSON, Maud

—Prueba otra vez —la animó Will—. Sólo camina de un lado al otro de la habitación. Nosotros te diremos si resultas convincente.

Tessa suspiró. Le palpitaban las sienes y el fondo de los ojos. Era agotador aprender a fingir que era una vampira.

Habían transcurrido dos días desde la visita de lady Belcourt, y Tessa había pasado casi todo el tiempo desde entonces tratando de transformarse convincentemente en la vampira, sin demasiado éxito. Aún se sentía como si estuviera resbalando sobre la superficie de la mente de Camille, incapaz de llegar adentro y hacerse con sus pensamientos y su personalidad. De ahí que le resultara tan difícil saber cómo debía caminar, cómo hablar y qué tipo de expresiones debía adoptar cuando se encontrara con otros vampiros en la fiesta de De Quincey, a quien, sin duda, Camille conocía muy bien, y a quien se esperaría que Tessa conociera también.

En ese momento estaba en la biblioteca, y llevaba desde la hora de comer tratando de caminar con el curioso paso deslizante de Camille, y hablando con su acentuada voz. Cogido al hombro llevaba un broche enjoy ado que uno de los siervos humanos de Camille, una pequeña criatura arrugada llamada Archer, le había llevado en un baúl. También contenía un vestido, que Tessa debía ponerse en la fiesta de De Quincey, pero era demasiado pesado y elaborado para lucirlo
durante el día. Tessa utilizaba su propio vestido nuevo, azul y blanco, que le quedaba molestamente apretado en el pecho y demasiado suelto en la cintura siempre que se Cambiaba en Camille.

Jem y Will se habían instalado en una de las largas mesas del fondo de la biblioteca, teóricamente para ay udarla y aconsejarla, por más que parecía que estuvieran allí para burlarse de ella y divertirse a su costa.

—Pisas demasiado fuerte al andar —continuó Will. Estaba ocupado en limpiar una manzana en la pechera de su camisa, y parecía no notar las miradas asesinas que Tessa le enviaba—. Camille camina con delicadeza. Como un fauno en el bosque. No como un pato.

—Yo no camino como un pato.

—Me encantan los patos —comentó Jem, con diplomacia—. Sobre todo los de Hyde Park. —Miró de reojo a Will; ambos estaban sentados sobre el borde de la mesa, con las piernas colgando—. ¿Recuerdas aquella vez que trataste de convencerme de que les diera de comer croquetas de ave a los ánades reales para ver si conseguías crear una raza de patos caníbales?

—Pues vay a si se las comieron —recordó Will—. Bestezuelas sanguinarias. Nunca te fíes de los patos.

—¿Os importaría? —interrumpió Tessa—. Si no vais a ay udarme, preferiría que os marcharais. No os he dejado estar aquí para tener que oíros parlotear sobre patos.

—Tu impaciencia —replicó Will— resulta muy poco femenina. —Le sonrió desde detrás de la manzana—. ¿Es que la naturaleza vampírica de Camille se está imponiendo?

Su tono era juguetón. Era extraño, pensó Tessa. Hacía sólo unos días, le había gruñido al mencionarle a sus padres, luego le había rogado que le ayudara a ocultar que Jem tosía sangre, con el rostro cargado de intensidad al hacerlo. Y en esos momentos bromeaba con ella como si fuera la hermana pequeña de un amigo, alguien a quien conocía, en quien quizá pensaba con afecto, pero hacia quien no albergaba ningún sentimiento complejo.

Tessa se mordió el labio... e hizo una mueca de dolor ante el inesperado pinchazo. Los colmillos vampíricos de Camille, ¡sus colmillos!, se controlaban por un instinto que ella no llegaba a entender. Parecían moverse hacia adelante sin aviso, y ella sólo se daba cuenta de su presencia a causa del inesperado dolor al pincharse en la frágil piel del labio. Notó el sabor de la sangre en la boca, su propia sangre, salada y caliente. Se apretó el labio con los dedos; cuando apartó la mano, estaban manchados de rojo.

LIBROS PARTE 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora