|CAPITULO 02: EL INFIERNO ES FRÍO|

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Entre dos mundos, la vida cuelga como una estrella,
ni noche ni día, sobre el filo del horizonte.
¡Qué poco sabemos cuál somos!
¡Y cuán menos aún lo que seremos!

LORD BYRON, Don Juan

—Niña estúpida —le espetó la señora Negro mientras apretaba los nudos que sujetaban a Tessa al armazón de la cama—. ¿Qué creías que ibas a conseguir, escapándote así? ¿Adonde creías que podrías haber ido?

Tessa no contestó, sólo apretó los dientes y miró hacia la pared. Se negaba a que la señora Negro, o su horrible hermana, vieran lo a punto que estaba de echarse a llorar, o el daño que le hacían las cuerdas que le ataban las muñecas y los tobillos a la cama.

—Es totalmente insensible al honor que se le concede —dijo la señora Oscuro, que estaba junto a la puerta para asegurarse de que Tessa no rompiera sus ataduras y saliera corriendo por ella—. Es desagradable comprobarlo.

—Hemos hecho cuanto hemos podido para prepararla para el Magíster —repuso la señora Negro, y suspiró—. Una pena que tuviéramos una arcilla tan sosa con la que trabajar, a pesar de su talento. Es una estúpida falsa y engañosa.

—Sin duda —asintió su hermana—. No se da cuenta, ¿verdad?, de lo que le pasará a su hermano si vuelve a tratar de desobedecernos. Quizá estemos dispuestas a ser clementes esta vez, pero la próxima... —Siseó con los dientes cerrados, un sonido que hizo que a Tessa se le pusieran de punta los pelos de la nuca—. Nathaniel no tendrá tanta suerte.

Tessa no lo aguantaba más; aun sabiendo que no debía hablar, que no debía darles esa satisfacción, no se pudo tragar las palabras.

—Si me dijeran quién es el Magíster, o qué quiere de mí...

—Quiere casarse contigo, estúpida —contestó la señora Negro. Acabó con los nudos y retrocedió para contemplar su obra—. Quiere dártelo todo.

—Pero ¿por qué? —susurró Tessa—. ¿Por qué a mí?

—Por tu talento —respondió la señora Oscuro—. Por lo que eres y lo que puedes hacer. Lo que te hemos enseñado a hacer. Deberías estarnos agradecida.

—Pero mi hermano... —Las lágrimas contenidas le ardían en los ojos. « No voy a llorar. No voy a llorar. No voy a llorar» , se dijo—. Me dijeron que si hacía todo lo que me ordenaran, lo dejarían libre...

—Cuando te hay as casado con el Magíster, él te concederá todo lo que quieras. Si quieres a tu hermano, él te lo dará. —No había remordimientos ni emoción en la voz de la señora Negro.

La señora Oscuro soltó una risita.

—Sé lo que está pensando. Está pensando que si pudiera tener todo lo que quisiera, nos haría matar.

—Ni siquiera gastes energía imaginando esa posibilidad. —La señora Negro le tiró a Tessa suavemente de la barbilla—. Tenemos un contrato blindado con el Magíster. No puede hacernos ningún daño, y tampoco querría. Nos lo deberá todo, una vez te hay amos entregado a él. —Se acercó más, y su voz se transformó en un susurro—. Te quiere sana e intacta. De no ser así, te habría dado una buena paliza. Si te atreves a desobedecernos de nuevo, desafiaré sus
deseos y te haré azotar hasta que se te salte la piel a tiras. ¿Me has entendido?

Tessa volvió el rostro hacia la pared.

Mientras navegaba en el Main, una noche en la que pasaban ante Newfoundland, Tessa no había sido capaz de dormir. Había salido a cubierta para respirar un poco de aire fresco, y había visto que la noche se iluminaba con el resplandor de brillantes montañas; icebergs, le había explicado que eran uno de los marineros al pasar, trozos de hielo desprendidos de las grandes capas del norte por el clima más cálido. Habían pasado flotando lentamente entre las oscuras
aguas, como torres de una ciudad blanca hundida. Tessa había pensado entonces que nunca había visto nada más solitario que aquello.

LIBROS PARTE 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora