Un hombre llamado Shin Hayata que está en el equipo Blizzard de la heroína de clase B: Fubuki.
Es un día bendecido por un extraterrestre de la Nebulosa M87, otorgándole la capacidad de transformarse en un gigante plateado que estará dispuesto a defe...
El amanecer había llegado pese a la oscuridad que se acercaba con el tiempo. En aquel pequeño parque donde sucedió una feroz batalla, se encontraba aun inconsciente el cazador de héroes Garou. El guerrero pese a tener graves heridas por todo su cuerpo, comenzó a despertar mientras se levantaba poco a poco. Rápidamente noto que sus heridas provocadas por Royal Ripper; habían sido cerradas por completo y por alguna razón, su ropa se unió a su cuerpo. Garou ignoraba esto ya que solo pensaba en una cosa desde que había sido derrotado por la asociación de monstruos y por la cual no estaba decidido a abandonar, incluso si eso significaba destruir tanto a la asociación de héroes como a la asociación de monstruos: Venganza.
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Una hora más tarde, eran las 6.30 de la mañana cuando el joven patrullero naranja, Hayata, llegaría a encontrarse nuevamente con su mentor Katsuchiro Kato; el cual estaba nuevamente en el lugar donde empezaron a entrenar desde ayer. Al llegar ahí, Hayata se percató de la presencia de un extraño ser de color rojo que acompañaba a su maestro.
Hayata: S-Señor Kato.
H-Hay un kaijin a lado suyo.
Kato: Oh.
¿Te refieres a Pigmon?
No te preocupes es un amigo.
Hayata: ¿Amigo?
Pigmon emitiría un pequeño sonido en señal de contestación.
Kato: Si.
Es muy educado y respetuoso.
Llamémoslo mi Roommate, como dice la juventud.
Hayata: Ya veo.
Kato: ¿Y bien?
El hombre cambiaria su expresión gentil a una más fría y seria.
Kato: ¿Tienes planeado ya tu ataque?
Hayata: ¡Si!
Tengo planeo hacer un ataque, usando un único golpe.
Kato: ¿Y qué clase de golpe es?
Hayata: Una patada.
Deje le demuestro.
El patrullero naranja daría un gran salto mientras daba unas maromas en círculos, para posteriormente dar una doble patada en el aire. El joven héroe no logro calcular muy bien; cayendo al suelo sentado lastimándose un poco, Kato había quedado algo impresionado, a la vez desconcertado.
