Cap.26 Confusión.

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El amanecer bañaba la habitación de Izuku con tonos dorados y naranjas, un nuevo día lleno de posibilidades y desafíos. Con los primeros rayos de sol filtrándose a través de la ventana, Izuku abrió los ojos, y una oleada de motivación lo inundó. Hoy no era un día cualquiera; era un día para superarse a sí mismo.

Se levantó de la cama con un vigor renovado, sus pensamientos centrados en la espada legendaria que descansaba en su escritorio. La hoja, que había sido forjada con las técnicas más antiguas y poderosas, era más que un arma; era un símbolo de su camino como héroe.

Izuku: Hoy mejoraré mi tiempo. Cada movimiento será más rápido, más preciso.

Después de vestirse con su uniforme de entrenamiento, Izuku tomó la espada y la balanceó en el aire, sintiendo el peso y el poder que emanaba de ella. La conexión entre él y la espada era palpable, como si juntos fueran capaces de cortar cualquier sombra de duda o temor.

Con la espada en mano, Izuku salió de su casa y se dirigió a la academia. El camino se llenó de sus pasos firmes y seguros, cada uno llevándolo más cerca de su objetivo. Al llegar, encontró la sala de entrenamiento vacía, el silencio solo roto por el eco de su propia respiración.

Izuku: Vamos a hacerlo.

Y así comenzó su práctica, cada estocada y cada corte eran más rápidos que el anterior. Izuku se movía con una gracia que desafiaba la gravedad, su concentración tan afilada como la espada que empuñaba. Con cada repetición, su tiempo mejoraba, y con cada mejora, su espíritu se fortalecía.

Cuando Aizawa entró en la sala, encontró a Izuku en medio de un torbellino de movimientos fluidos y precisos. El profesor no pudo evitar sonreír ante la dedicación de su estudiante.

Aizawa: Midoriya, tu progreso es notable.

Izuku se detuvo asustado, ya que no había visto al hombre, saludo con respeto y vio cómo sus amigos y compañeros llegaban para entrenar también.

Izuku: ¡Sensei! Estoy trabajando en reducir mi tiempo con cada ataque.
Aizawa: Continúa así, y no habrá límite para lo que puedas lograr.

Con el apoyo de su mentor y la espada legendaria en su mano, Izuku continuó su entrenamiento, cada momento un paso hacia el héroe que estaba destinado a ser. Y mientras el sol ascendía en el cielo, Izuku sabía que cada día era una oportunidad para ser mejor, para ser más rápido, para ser más fuerte. Para ser un héroe.

Al casi finalizar la clase, Toshinori había llegado deteniéndose para observar a su chico darlo todo en cada entrenamiento.

Toshinori: Izuku, cada día que pasa, tu valentía y determinación en los entrenamientos me impresionan más. Eres un ejemplo de lo que significa ser un héroe.
Izuku: Gracias, Yagi san. Tus palabras significan mucho para mí, especialmente viniendo de ti.
Toshinori: Y no solo en el campo de entrenamiento, Izuku. Cada día que pasa, te veo crecer no solo en fuerza sino también en carácter. Y debo decir, cada día te vuelves más bello, por dentro y por fuera.

Izuku se sonrojó con esto, no esperaba ese tipo de halagos por parte del hombre.

Izuku: Eso es... es muy amable de tu parte. No sé qué decir.
Toshinori: No necesitas decir nada. Solo sigue siendo tú mismo, porque eso es más que suficiente.

Izuku se queda en silencio, las palabras de Toshinori resonando en su mente mientras continúa con sus tareas del día, un calor agradable y un rubor persistente en sus mejillas cada vez que recuerda el cumplido.

Durante los recreos, cuando el sol se eleva alto y la brisa lleva consigo el aroma de las flores del jardín, Toshinori e Izuku encuentran momentos de calma y conexión.

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