Dos años habían pasado desde la épica batalla entre All Might y All For One, una lucha que había dejado huellas imborrables en la historia y en los corazones de aquellos que la presenciaron. Toshinori ahora enfrentaba su mayor desafío no contra un villano, sino contra su propio reflejo.
El rey Toshinori se miraba en el espejo cada mañana, observando los cambios que su cuerpo había experimentado. Su musculatura, una vez imponente, había cedido ante la realidad de su forma natural. Aunque había aprendido a aceptar su nueva apariencia, su autoestima a menudo flaqueaba, un enemigo interno que era más difícil de combatir que cualquier adversario externo.
Por otro lado, Izuku, a sus 12 años, enfrentaba su propia batalla. El crecimiento y los cambios hormonales lo estaban formando como una adolescente, una realidad que chocaba con su identidad más profunda. Izuku no quería los rasgos que su cuerpo comenzaba a desarrollar; quería ser un chico, sentirse en armonía con su verdadero yo.
Cada día que pasaba, Izuku se sentía más distinto a los demás, una diferencia que no venía de sus habilidades o sueños, sino de la discordancia entre su ser y su apariencia. La sociedad esperaba una cosa de él, pero su corazón anhelaba otra.
En esta mañana Izuku se paró frente al espejo, la luz del amanecer se filtraba a través de la ventana, iluminando su figura. Con cada nuevo día, los cambios en su cuerpo se hacían más evidentes, y con ellos, una sensación de desconcierto crecía en su interior.
Miró su reflejo, sus ojos se posaron en su cintura fina, una característica que muchas envidiarían, pero que a él le recordaba una realidad que no sentía propia. Sus manos se deslizaron hacia arriba, hacia los contornos de su pecho, una suave curva que se había formado con el tiempo. Izuku cerró los ojos, deseando poder moldear su cuerpo como moldeaba su voluntad, fuerte y decidida.
Izuku: Quiero ser un hombre, por favor vida.
Susurró para sí mismo, una confesión que resonaba en la soledad de su habitación. No era la primera vez que estas palabras escapaban de sus labios, pero cada vez lo hacían con más fuerza, con más urgencia.
Izuku sabía que el camino no sería fácil, que habría miradas y palabras que intentarían disuadirlo, pero también sabía que la única aprobación que necesitaba era la suya. Con determinación, abrió los ojos y se enfrentó a su reflejo una vez más, prometiéndose a sí mismo que lucharía por ser quien realmente quería ser, sin importar los obstáculos.
El espejo es el testigo silencioso de su lucha interna, reflejaba ahora a un joven decidido, listo para enfrentar el mundo y reclamar su identidad. Izuku Midoriya no solo sería un héroe para los demás, sino también para sí mismo, en la más personal y valiente de las batallas.
Aunque muchas veces flaqueaba al respecto, pensaba que no era lo adecuado que no era lo correcto.
Finalmente, después de mucho tiempo de lucha interna, decidió aceptarse a sí mismo como un chico.
Ahora el problema serían sus padres, cosa que lo tenía pensativo gran parte del tiempo, por ejemplo ahora mismo que el rey haría una de sus fiestas anuales en donde invitaba a todos los pueblerinos.
Estaba emocionado por verlo en persona, pero muy triste ya que el hombre vería esa imagen que él odiaba de sí mismo. Y sabía que tenía que ir en un vestido. El problema no era ocupar un vestido, el problema es ver su cuerpo en aquel vestido.
Su madre justo entró a su habitación.
Inko Midoriya extendió el vestido frente a Izuku, sus ojos brillaban con la misma intensidad que las lentejuelas bordadas en la tela.
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Romance medieval.
FantasyEn un reino medieval donde la valentía y el honor son lo más importante, dos almas se encuentran y desafían las convenciones. Toshinori Yagi, un Rey fuerte y leal, y Izuku Midoriya, un joven que nadie le veía potencial, se ven envueltos en un romanc...