Cap.8 El legado familiar.

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El sol apenas asomaba en el horizonte, pintando de tonos dorados y rosas las calles tranquilas del pueblo. Izuku se despertó con la primera luz del día, lleno de una energía renovada y una sensación de orgullo que le recorría el cuerpo.

Se vistió lentamente, cada prenda era una caricia a su piel, una confirmación de su identidad. Sus cicatrices, testimonio de su valentía y su viaje personal, eran para él un motivo de amor propio; cada una contaba una historia de lucha y superación.

Miró su pecho plano en el espejo, una sonrisa se dibujó en su rostro al ver el reflejo de sus sueños hechos realidad. La felicidad que sentía era indescriptible, un triunfo íntimo que celebraba cada mañana al despertar.

Pero hoy no era un día cualquiera. Hoy tenía que enfrentarse a Endeavor, el héroe número uno, un encuentro que llevaba evitando. A pesar de la ansiedad que esto le provocaba, Izuku sabía que era necesario; había preguntas que necesitaban respuestas, y solo conversando con el hombre podría obtenerlas.

Con determinación, se levantó de la cama y se dirigió a la cocina, donde su madre, Inko, ya lo esperaba con un desayuno caliente. Ella lo recibió con una sonrisa que le recordaba que, sin importar los desafíos del día, siempre tendría un hogar lleno de amor y apoyo.

Izuku: Gracias, mamá eres la mejor.
Inko: No es nada, es para que mi hijo se ponga bien fuerte.
Izuku: Prometo ayudar pronto en la panadería.
Inko: Tienes que estudiar también, no quiero que te quedes atrás y debes de postular a la U.A, no quiero que te salgas de este pueblo en busca de otra escuela más lejana.
Izuku: Está bien mamá me esforzaré.

Dijo Izuku, tomando asiento y preparándose para el día que tenía por delante. Con cada bocado, sentía cómo se fortalecía, no solo por la comida, sino también por el amor incondicional que su madre le brindaba.

Hoy sería un día importante, y estaba listo para enfrentarlo con el corazón lleno y el espíritu indomable que siempre lo caracterizaba.

Inko miró a Izuku con ternura, sus ojos llenos de orgullo y amor. Tomó sus manos entre las suyas y le dijo con voz suave pero firme.

Inko: Recuerda, mi querido Izuku, que eres fuerte y valiente. No importa lo que enfrentes hoy, confío en que tomarás decisiones sabias y seguirás tu corazón. Endeavor puede ser un hombre poderoso, pero tú también lo eres. No dejes que su presencia te intimide. Ve y habla con él. sobre todo, nunca olvides que siempre tendrás un hogar y una madre que te ama incondicionalmente.

Izuku asintió, sintiendo el apoyo de su madre como un escudo invisible que lo protegía. Se levantó de la mesa, listo para enfrentar el día con determinación y coraje. Inko lo observó mientras salía de la casa, sus ojos llenos de esperanza y una pizca de preocupación. Sabía que su hijo estaba destinado a grandes cosas, y ella estaría allí para apoyarlo en cada paso del camino.

Izuku se fue corriendo, sabía que podía encontrar al hombre en su enorme hogar, el castillo que tenía.

Izuku llegando grito y todos llamaron al hombre, Endeavor salió ya que no permitiría de que el chico entrase en el castillo.

Endeavor con su mirada intimidante se posicionó cara a cara con el chico. El hombre ahora pasó a tener una mirada furiosa.

Endeavor: Izuku Midoriya, ¡qué decepción has resultado ser! Rechazar la oportunidad de casarte con mi hijo y llevar el legado de nuestra familia... ¡Es inaceptable!

Izuku estaba nervioso pero ahora tenía que demostrar el cambio que tenía, no solo físico si no que mentalmente, se sentía menos sensible que antes pero aún así no podía controlar sus emociones. Aún así mantuvo la compostura.

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