Cap.20 Cuidarte.

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La aurora apenas comenzaba a teñir el cielo con sus dedos de luz cuando Toshinori despertó. La habitación aún estaba sumida en las sombras del amanecer, pero él ya no podía conciliar el sueño. Su mente estaba poblada por la imagen de Izuku, cuya belleza parecía desafiar la majestuosidad del propio sol que ascendía en el horizonte.

Con movimientos suaves y silenciosos, Toshinori se levantó un poco de su cama, podía escuchar su respiración un suave murmullo que armonizaba con la melodía del nuevo día.

El hombre decidió ir al baño; se había estado aguantando en la noche ya que no quería despertar a Izuku y que lo viera en su verdadera forma.

En cuanto volvió Toshinori se acercó a la cama, observando con una mezcla de admiración y ternura cómo los primeros rayos del alba jugaban en el rostro de Izuku, destacando sus rasgos y la inocencia que aún residía en su expresión. Era un momento de paz, un regalo efímero que la vida les ofrecía antes de que las responsabilidades del día los reclamaran.

No quería despertarlo, pero el deseo de conectar con Izuku era más fuerte que cualquier temor o duda. Toshinori se inclinó, depositando un beso ligero en los labios de Izuku, un gesto tan delicado como el aleteo de una mariposa. Era un beso que buscaba no solo despertar al cuerpo, sino también un llamado silencioso a compartir un nuevo día juntos.

Izuku abrió los ojos lentamente, encontrándose con la mirada cálida de Toshinori. No hubo sorpresa en su rostro, solo la aceptación de un sentimiento que había estado germinando en lo profundo de su ser.

Izuku: Buenos días mi rey~.

Susurró Izuku, su voz aún teñida de sueños pero clara en su mensaje.

Toshinori sonrió, su corazón lleno de una promesa no pronunciada.

Toshinori: Buenos días, Izuku, mi dulce chico.

Respondió, aunque el chico parecía querer seguir durmiendo ya que le dedico una sonrisa y volvió a cerrar los ojos, el hombre se rio pero buscó la forma de despertarlo definitivamente.

Cuando Izuku despertó, sus ojos se abrieron lentamente, como si estuviera emergiendo de un sueño profundo. La luz del amanecer se filtraba a través de las cortinas, pintando su rostro con tonos dorados. Al principio, pareció confundido, como si no estuviera seguro de si lo que estaba experimentando era real o parte de un sueño.
Sin embargo, cuando su mirada se encontró con la de Toshinori, todo en él se relajó. No hubo sorpresa en su expresión, solo una aceptación tácita.

Toshinori volvió a darle otro beso, uno un poco más largo para que el muchacho despertase, Izuku intentaba seguirle el ritmo.

El beso ligero que Toshinori le había dado al despertarlo había sido un mensaje más elocuente que cualquier palabra. Era un gesto que trascendía las barreras del tiempo y el espacio, un vínculo que se había forjado entre ellos desde ayer.

Toshinori sonrió, sintiendo que el corazón se le expandía en el pecho.

El reino podía esperar; en ese instante, solo existían ellos dos, unidos por uno y otro beso.

Aunque fueron interrumpidos por un sirviente, Izuku se tapó por completo de los nervios y Toshinori simplemente le dio la orden de que no molestaran más.

El muchacho se sentó en la cama en cuanto el sirviente se fue, estaba un poco avergonzado de aquello.

Toshinori se acercó a Izuku, quien aún estaba sentado en la cama, envuelto en las sombras de la noche que se desvanecía. Con un gesto suave pero firme, Toshinori deslizó sus brazos bajo Izuku, levantándolo con facilidad.

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