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Debra

Nuestras miradas estaban totalmente fijadas en las del otro. Estaba tan cerca que de nuevo me perdí en las pequeñas motas marrones adornando el dorado de sus iris, sí, su color se había intensificado tras ver cómo mordía mi labio.

A pesar de llevar manga larga, los músculos de sus brazos se tonificaron bajo la tela de la camisa al dejar caer su cuerpo un poco más sobre el mío. Su mandíbula se tensó otra vez y un nuevo gruñido inundó la silenciosa estancia.

-No voy a cancelar el contrato. -Susurré tomando valor para ser yo quien aminorase los centímetros entre nuestros rostros. -El trato sigue en pie, Rydenhat.

La comisura de su boca se tornó levemente hacia arriba dejando ver una sonrisa ladina que volvió a estremecer mi cuerpo.

-Perfecto. -Fue su única respuesta antes de retirarse lentamente hasta retomar la postura, sujetar una vez más la copa entre sus dedos y beber un sorbo del vino suave.

Recuperé la compostura parpadeando un par de veces. Quizás estaba esperando por algo que Hades no iba a llevar a cabo. Me perdí un instante en su garganta, observando como la nuez subía y bajaba por cada trago y entonces mis ojos se desviaron un par de centímetros.

Su mano.

Aquella noche volvió a mi mente. La imagen de sus nudillos golpeados, no sabía por qué razón, ahora mostraban una ligera cicatriz blanquecina. Su herida estaba cerrada por completo después de tantos días. Aún así seguía con la duda de qué habría ocurrido para acabar lastimado de aquella forma.

-¿Te sientes incómoda ante la idea de retratarme?

-¿Uh? -Su voz inundó mis pensamientos alejando mis recuerdos para centrarme de nuevo en él. -¿Por qué debería incomodarme por algo que ya hice antes?

Me senté por completo en la mesa cruzando mis piernas bajo la atenta mirada de Hades de cualquier mínimo movimiento que realizaba. Me miraba de reojo, pero siendo lo suficientemente descarado como para no pasar desapercibida su acción.

Sonrió triunfante de nuevo y acercó una vez más la copa a sus labios con la intención de beber otra vez.

-¿Te incomoda a ti la idea de tenerme cerca cuando escudriñe nuevamente tus medidas?

En ese mismo instante se atoró levemente con el vino provocando que tosiera repetidas veces.

-¡Hades! -Me puse enseguida en pie, quedé a su lado y golpeé con poca fuerza su espalda tratando de ayudarle a recuperarse. -¿En qué demonios pensabas? -Inquirí sintiéndome nerviosa al ver cómo casi se ahogaba por idiota.

-¡La culpa es tuya! -Espetó limpiando la comisura de sus labios del líquido que aún quedaba ahí.

-¿¡Mía!? -Vale, eso no lo vi venir.

Se giró hasta quedar cara a cara una vez más conmigo mostrando un gesto a mi parecer molesto.

-¡Sí, tuya! -Lo decía demasiado seguro. -¿Cómo se te ocurre decir tremenda estupidez?

-¿Qué? -Abrí mis ojos y volví a parpadear confusa ahora por sus palabras. No entendía a qué se refería.

Respiró suavemente antes de dejar caer sus manos a cada lado de su cuerpo y dar inicio a cortos pasos en mi dirección.

Ritual II: La historia comienza... ¿de nuevo? © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora