_41_ (Segunda Parte)

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Debra



—¡No puedes hacer eso!

—¡Oh, por supuesto que puedo! —Se puso en pie. —¡Vas a ver cómo sí que puedo hacerlo!

—¡Hades!

Apoyé las palmas de mis manos en el borde de la bañera para tomar empuje y salir del agua.

—¡Aaaah!

Al estar mojada y aún demasiado adolorida, mi sujeción falló y resbalé en el interior de la bañera gritando de dolor por el golpe.

—¡Debra! —Paró justo en la puerta del baño y regresó corriendo en cuanto oyó mi grito.

Me maldije por ser tan idiota de caer en sus chantajes y acceder a contarle la forma en la que engañé a sus propios guardias para hacerme con Tyron. Todavía me resultaba gracioso el nombre que le puso a su deportivo, pero me había dejado muy claro el motivo por el cual le tenía tanto aprecio y lo respetaba. Hades no dejaba de ser una caja de sorpresas.

Lo que no me paré a pensar fue que, usar injustamente la posición que él me había otorgado en esta casa me pasaría factura. Porque sí, abusé del poder de ser la protegida de Hades, su mujer, para amenazar a los guardias y que me dejaran coger el coche para dar una vuelta. Recé esperando que cedieran sin imaginar que Hades había depositado la suficiente confianza en la palabra que le di de que me quedaría a su lado por protección sin imaginar que sus guardaespaldas no tenían ninguna orden para retenerme en este lugar.

Fue más sencillo de lo que creí. Solo tuve que decir que él me lo permitió y que no se atrevieran a contradecir la palabra del Amo para que ellos accedieran sin reprochar absolutamente nada.

—Debra, ¿te encuentras bien?

Mis lágrimas continuaban corriendo por mis mejillas ante el ardor de cada parte de mi cuerpo.

El pasar de las horas pareció haber funcionado en mi lenta recuperación, así que aproveché la movilidad que mi cuerpo había recuperado, aunque con algún que otro resentimiento por parte de mis músculos que aún continuaba intacto, para darme un baño de agua caliente.

Hades me aconsejó que me vendría bien para bajar la tensión de mi engarrotamiento y que luego regresara a la cama a seguir descansando. Y así lo hice. Las sales con aroma de vainilla, mi olor favorito y al parecer el suyo, impregnaba el baño envolviéndome en un tranquilo aura… hasta que su ira estalló.

—E-Eres un maldito i-idota… —Eché en cara sintiéndome morir por el dolor a causa del esfuerzo.

—No pensé que tú…

Golpeé el agua salpicándole y callando su intento de disculpa.

—¡Ibas a s-salir en busca de esos g-guardias! —Le grité tratando de reincorporarme mientras él me echaba una mano en mi propósito. —¿¡Qué q-querías que h-hiciera!?

—Pero ellos te…

—Ellos s-solo me obedecieron, m-mierda… —Hades rodeó mi cintura y mis piernas, yo me sujeté de su cuello. Tiró de mí hasta sacarme del agua y tenerme entre sus brazos. —Habría s-sido peor p-para ellos si te h-hubiesen llevado la contraria.

—Nunca los habría reprendido si te hubiesen parado en tu idiotez de escapar.

Me sentí molesta por su comentario y aproveché mi posición para morder su pecho. Fruncí el ceño enfadada sin importarme el leve quejido que esbozó por lo que acababa de hacerle.

Ritual II: La historia comienza... ¿de nuevo? © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora