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Hades

"-¡Deja de tratarme como de tu propiedad!"

"¡Estúpido egocéntrico!"

"-¡Dejé de formar parte de tu vida desde el mismo instante en que me mentiste!"

"¿¡No podías meterte la lengua en tu jodido culo en lugar de soltar todas las idioteces que se te ocurrían!?"

"-¡Lárgate de aquí!"

"¿¡Cómo carajos se puede ser tan hijo de puta, Rydenhat!?"

"-¡Ojalá nunca haberte conocido!"

"¡Lo estás arruinando todo por no pensar, imbécil!"

"-¡Ojalá que mueras y no vuelva a verte en mi vida, Hades Rydenhat! ¡Nunca!"

-¡Aaaaaah!

Paré mi paso en mitad del salón tras esbozar aquel grito y estampé contra la pared el vaso de whisky que portaba en mi mano haciéndolo estallar en miles de pedacitos a causa del impacto.

-¡Amo!

Seguí con mis ojos puestos en aquel mar de cristales ignorando la voz de la chica del servicio que apareció allí asustada por el golpe, y no fue la única, ya que algunos hombres más aparecieron por el umbral que daba a la estancia.

-Tráeme otro vaso. -La miré de reojo tratando de calmar mi respiración por la rabia. -Que esté bien cargado.

La chica tan sólo asintió y se retiró a prisas del lugar.

-¿Acaso habéis terminado? -Aquellos hombres dieron un pequeño brinco, agacharon la cabeza y continuaron a lo suyo. -¡Maldita sea!

"¿Esa es tu forma de solucionar las cosas?"

Caminé hacia el sofá, me senté en él y relajé mi cuerpo contra el respaldo. Cerré los ojos y dejé mis brazos caer sobre mi rostro.

"¿Tu nueva táctica es ignorarme?"

Tensé mi mandíbula y esbocé un pequeño gruñido. Sí, necesitaba ignorar a esa odiosa voz en mi cabeza.

"¿Cuándo piensas madurar, grandullón?"

Y continuaba la muy irritante.

"A este paso terminaré por darle la razón a ella."

-¡Pues genial! -Exploté, ya no lo soportaba más. -¡Si lo deseas hasta puedes abandonarme a mí y marcharte con ella!

"Si esa opción existiera, créeme que hace tiempo que me habría ido con ella, idiota."

Necesitaba desesperadamente que la voz de mi conciencia me diese tregua. Después de lo ocurrido aquella noche, en mi cabeza se reproducía en bucle lo que se dio en el apartamento de Debra.

Comenzaba sintiéndome el hombre más feliz de este miserable mundo al recordar la manera en la que se cuerpo fue receptor de mis caricias, de cuando mis labios recibieron gustosos el sabor a cereza que tanto anhelaba de los suyos, mi nombre pronunciado por ella en mitad de nuestro deseo...

Hasta que todo se torcía y venía a mí el recuerdo amargo de su dolor retomando sus sentidos y repudiándome una vez más.

"-¡Ojalá que mueras y no vuelva a verte en mi vida...!"

Aquellas palabras se clavaban cada vez que mi mente las traía de nuevo ante mí.

-Si muriera todo sería más fácil para ella...

Ritual II: La historia comienza... ¿de nuevo? © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora