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Acababa de abrir su corazón, su pecho subía y bajaba con dificultad a causa de su aún inestable respiración. Sus mejillas lucían mojadas por culpa de las lágrimas que había tratado de extinguir mientras se acercaba a la puerta y el temblor en su cuerpo aún permanecía latente.
Después de haber pasado más de un año sufriendo, llorando en silencio, guardándose cada espinoso recuerdo en su mente teniendo como resultado que la herida de su corazón todavía continuara abierta, ésta volvía a abrirse por completo tras soltar todo aquello que envenenaba su alma desde hacía tanto.
Esa mujer había logrado hacerle hablar sobre lo que sucedió aquella noche, provocó hasta el último de sus sentidos hasta que expulsara todo lo que llevaba guardado y que no la dejaba avanzar. La llevó a ese límite donde todos esos sentimientos arremolinados en su pecho salieron disparados en cuanto escuchó el nombre de ese hombre que tanto la marcó, y ahora…
—Buenas noches, ratoncita.
Verle ahí, frente a su puerta de pie viéndola con una expresión que no lograba descifrar. No tenía idea de qué podría estar haciendo ahí, pero lo único que sí tenía claro era que no estaba en situación de soportarle nada.
Debra sujetó la manilla con rabia, esa que aún persistía en su interior, y sin pensarlo dos veces cerró la puerta en sus narices… o esa fue su intención antes de que la mano de ese hombre acabase en el borde de la misma impidiendo su propósito.
Ella invirtió toda la fuerza que pudo en empujar aquella puerta hasta conseguir su cometido, no quería verle, se negaba rotundamente, menos después de lo que acababa de vivir en su propia piel al hablar con esa extraña mujer.
Y lo logró.
Abrió los ojos tras haberlos cerrado en mitad del forcejeo al sentir cómo la puerta cedía dejándole oír su sonido al cerrar. Apoyó momentáneamente su frente contra el material de madera, respiró hondo y se dispuso a retomar la postura para regresar al salón.
—¡J-Joder!
Se sobresaltó al instante en que se volvió y divisó una figura frente a ella. Alternó sus ojos entre la puerta y la persona delante de sus ojos buscando la razón de por qué no estaba fuera de su casa.
—Debra… —pronunció él dando un corto paso hacia ella.
—Sal de aquí.
La menor abrió la puerta en cuanto vio su intento por acercarse, quedando ella tras el trozo de madera tratando de sentirse alejada de él y protegida inconscientemente.
Él la miraba confundido. En el fondo de sus pensamientos tenía la esperanza de que ella reaccionara de otra forma completamente distinta.
“¿Qué te sorprende?”
Hades cerró los ojos al oír la voz de su cabeza apareciendo en el peor momento. Momento en el que necesitaba estar en pleno uso de sus cinco sentidos para no cometer de nuevo cualquier error que la asustara.
—Tenemos que…
—Quiero que te vayas. —Lo volvió a interrumpir.
No.
Debra no estaba dispuesta a pasar por esta situación. Había llorado, había gritado, había desgarrado su alma hacía escasos minutos sobre un tema que le dolía tanto y cuyo principal culpable estaba delante de ella y no iba a permitirse derrumbarse de nuevo si él continuaba presente.
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Ritual II: La historia comienza... ¿de nuevo? ©
De TodoTodo acabó de la peor manera para Hades Rydenhat. Descubrir que su pequeña lo había abandonado, que se había marchado sin dejar una sola pista que pudiese ayudarle a encontrarla de nuevo lo mantuvo muerto en vida por segunda vez. Debra Vanners tampo...