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Sam




—Es que es realmente hermosa.

—Ujum.

—Parece un ángel recién bajado del cielo, ¿no crees?

—Ujum.

—Oye, no me estás prestando atención.

Resoplé con fuerza.

—Sí que lo hago.

Sí, sí que lo hacía.

—Pero sigo vigilando los alrededores mientras te escucho.

Vigilaba con la esperanza de poder concentrarme en algo que no fuese el monólogo de Timmy sobre lo increíble que era la señorita Lawrence y lo embelesado que había quedado con ella.

—Entonces dime qué opinas. —Se cruzó de brazos a la espera de una respuesta.

—Opino que debemos seguir con la guardia y que yo que tú me callaba antes de que Fabio o el Jefe te oigan hablando de la señorita Lawrence.

Lo oí bufar molesto, pero no me importaba, sólo quería seguir con mi plan de analizar cada movimiento que se daba en la propiedad.

—Oh, mira. El Jefe y la señorita están allí.

Al llamar mi atención, centré mis ojos en la dirección donde apuntó su dedo índice. Y tenía razón, Marcus y su prima se encontraban en la terraza exterior tomando el desayuno, o al menos eso era lo que se apreciaba desde aquí.

—De verdad, Riley, no puedes negarme que la señorita es realmente hermosa. —Aún se me hacía extraño que pronunciara ese apellido, “Riley”, para dirigirse a mí. El Amo no confiaba en que la organización de Marcus se hubiese olvidado de mi auténtico apellido, así que tuvimos que cambiarlo por seguridad.

En cuanto a lo que él me estaba diciendo, no, no se lo admitiría nunca, pero no lo podía negar. Megan Lawrence era mucho más que hermosa. Era la primera vez que la veía junto a su primo Troy y se podía apreciar aún más la genética de la familia, pues los dos eran rubios, ella quizás Lucía una tonalidad un poco más clara que la de él. Sus ojos eran claros al igual que el tono de su piel y ambos lucían el pelo corto hasta el cuello.

Desde el primer día que la vi no fui capaz de entender que esa chica no le hubiese chivado a su primo que me había descubierto en la segunda planta fuera del horario establecido, pues se suponía que solo podría estar en ese lugar por la noche mientras custodiaba la puerta de la habitación de Marcus en el tiempo que él dormía. Pero sí, ella se mantuvo callada, de lo contrario ya me habrían deshecho tras pegarme un tiro en la cabeza.

¿Por qué ella decidió quedarse callada?

—¿Uh? —Algo llamó mi atención.

Me quedé observando a esos primos por culpa de Timmy, pero gracias a eso me percaté de algo que no lograba entender. No sabía si podía ser producto de la distancia en la que me encontraba de ellos, pero me pareció ver cómo esa rata colocaba su mano sobre la pierna de su prima y le decía algo al oído entre risas. En cambio, ella parecía lucir tensa y seria, incluso sus ojos permanecieron cerrados durante los escasos minutos en los que Marcus acariciaba su muslo y cuchicheaba en su oído.

Ritual II: La historia comienza... ¿de nuevo? © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora