El Santuario

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Finalmente, después de mucha caminata, llegaron a un punto alejado de Palaestra desde el cual se podía ver el Santuario, que se dejaba ver por una enorme luz, y se refugiaron en una cueva ahí mismo.

—El Santuario...—Dijo Yuna viendo en aquella dirección.

Usa murmuró sin darse cuenta "Papá" mientras apretaba sus puños hasta poner sus dedos blancos ante la presión.

—¿Y bien?—Preguntó Ryuho, que se le quedó mirando a Usagi y ella entendió inmediatamente lo que quería decir aquella mirada inquisidora y aquel tono de voz que había usado, un tono demasiado tajante hasta para el propio Ryuho.

—Antes que nada, niño, ten un poco más de respeto hacia la Pequeña Dama—Dijo Ves Ves con tono de molestia, mirando al joven Ryuho con cierto remordimiento.

—¿Pequeña dama?—Preguntó Haruto en voz alta, y enseguida miró a Usa, misma que bajó a Reika al suelo, quien se quedó estática, como si fuera una estatua.

—Sí: Pequeña Dama... Haruto, yo soy la princesa heredera de Tokio de Cristal, la hija mayor de la Neo Reina Serenity y... y de un caballero dorado de Atenea—Dijo Usagi con cierta tristeza.

Los presentes la observaron incrédulos por la revelación recién dicha.

—No, no es posible, la Pequeña Dama nunca sale del palacio de Cristal—Dijo Soma, pero Usa lo interrumpió diciendo —Porque nunca estoy ahí, Soma, he estado viajando durante trece años, buscando a alguien...—.

Koga miró a Usa con intriga, pues nunca dio esa clase de señales mientras estaban en Palaestra, aunque ella estuvo unos días menos que él —¿A quién?—Preguntó el joven pelirrojo para tratar de saciar su curiosidad.

Usa, notando que Koga no era el único que quería saber eso, miró a los presentes y les dijo —A mi hermana menor—.

Ryuho miró a Usa, volviendo al tema de conversación, pues eso sólo le hacía querer saber más sobre sí mismo, sobre su origen... sobre su verdadero origen.

—¿Qué es lo que sabes respecto a nuestros padres? ¿Por qué nos dijeron que nuestra madre era...? Nos ocultaron que ella...—Trató de decir el joven caballero de Dragón, pero las palabras no salían por completo de su boca...

Usa miró a Ryuho con lástima, pero aunque el chico pensó que era lástima dirigida hacia él, en realidad era lástima hacia la propia chica, pues por un momento envidió al joven caballero de Dragón, porque hasta aquel momento, él fue ignorante de su triste pasado.

—Para que no sufrieran el mismo dolor que yo, Ryuho—Respondió ella finalmente, agachando la mirada para recordar los buenos tiempos.

Tiempos que hacía mucho que ya no estaban.

Tanto Ryuho como su hermana miraron a Usa con sorpresa por una respuesta tan contundente y tan lamentable.

—Ustedes al menos fueron ignorantes del estado en el que su madre ha estado los últimos trece años y, aunque su padre no puede hablar, logran comunicarse con él, pero yo... yo he tenido que ver el cuerpo inherte de mi madre y de su madre, Ryuho, por años, con la constante esperanza de que despierten algún día, y he crecido sin tener idea de dónde están mi padre o mi hermana menor—.

Usa apretó su puño con fuerza, recordando el inicio de su misión, y su miseria... su mayor remordimiento en la vida fue aquel día que ella maldecía una y otra vez.

—He pasado trece años sin recibir un abrazo de mi madre, trece años recordando cómo Marte se llevó a mi hermana siendo sólo un bebé, trece años pensando y lamentando cómo tuve que dejar solo a mi hermano pequeño para que pudiera aprender lo que papá no puede enseñarle y para que, al final, combatiera contra los mismos que destruyeron a nuestra familia, trece años en los que tuve que permitir que creciera ignorando que nuestra hermana está por ahí, en algún lado, en las garras malignas de Marte, ignorante de que papá no puede regresar a casa y que mamá no podría abrazarlos aunque quisiera—.

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