Shun de Andrómeda

50 2 2
                                    

Usa miró en dirección a aquel grito que había producido la hija de Minako, Alice, que venía persiguiendo el cetro de su madre y estaba sudando por haber tenido que correr detrás del mismo durante varios kilómetros y se había cansado finalmente.

—Oh, por favor ¿¡Podrías quedarte quieto sólo por unos minutos!? No sé a dónde quieres ir, pero yo tengo cosas más importantes que hacer—Le reclama Alice, que regañaba al cetro que sólo seguía señalando que debía ir hacia adelante.

Usa sintió un Cosmos bastante familiar a la distancia, pero primero debía resolver este asunto antes de ponerse a examinar dónde estaba y qué estaba haciendo exactamente en aquel lugar.

—Oye, Alice, deja de gritar—Dijo ella molesta.

La peliverde miró a la chica sorprendida —Oh ¡Tú de nuevo!—Dijo y Usa la miró con enfado —¡No actúes como una niña, no puedo creer que el futuro dependa de ti! Cambiando de tema ¿Qué haces aquí? Deberías estar con las demás—Dijo Usa, con una mirada de reproche dirigida directamente a Alice.

La peliverde la miró —Lo estaba, pero esta cosa empezó a brillar y flotar durante la noche y me trajo hasta aquí después de separarme del grupo—Explicó, bastante molesta por el suceso, cabía aclarar, porque no pudo tener un sueño reparador como deseaba.

Usa volvió a sentir aquel Cosmos al dar sólo un ligero paso para acercarse a ella, notó que no estaba lejos de ahí...

"Entonces es a él a quién está buscando" pensó, mirando al cetro con una mirada analítica, pero sin decir ni una palabra.

Usa miró a Alice después de soltar un silencioso suspiro y dijo —Deja que nos guíe, tal vez pueda llevarnos a tu madre...—Fue una sugerencia, aunque ella sabía que no era así.

Alice se veía sorprendida, pero hizo caso y asintió al cetro, que empezó a avanzar una vez más.

El cetro iba lento, así que ambas iban caminando tranquilamente, y para evitar sumergirse en un silencio profundo, Usa habló —Dime, si pudieras conocer a tu padre ¿Qué harías?—.

La pregunta pareció tomar a Alice por sorpresa, y tras unos minutos de silencio, finalmente habló.

—No lo sé... no había pensado en eso, en realidad, creo que no haría nada realmente, no me importa si está vivo o muerto, yo no lo conocí nunca, así que a menos que haya una muy buena explicación de por qué nos dejó a mamá y a mí, preferiría incluso no dirigirle la palabra y fingir que no nos conocemos—Dijo Alice.

Usa estaba sorprendida por su respuesta, ella esperaba que Alice dijera que lo odiaba, que le diría cosas hirientes, pero al final resultó que, para ella, ni siquiera existía.

"¿Esto es una buena idea, Minako?" pensó, mirando directamente al cetro y pensando en que, en realidad, hubo un gran motivo de por medio.

Pero Usa sabía que no podía decirle a Alice que, cuando su padre se fue, se fue llorando a mares por tener que dejar atrás a Minako y a Alice, a quienes quería llevarse consigo para poder tener la oportunidad de ser padre... pero Marte no lo permitiría nunca.

Si ellos tres hubieran estado juntos, lo más seguro es que tanto Minako como Alice ya serían prisioneras de los marcianos.

Dejando de analizar las posibilidades que, por fortuna, no pasaron, la pelirrosa y su compañera llegaron a una comunidad pobre en medio de aquel desierto, donde había un par de niños, mujeres y ancianos caminando, pero el cetro seguía su camino entre la gente, así que ellas no se detuvieron mucho a mirar el lugar.

Siguieron al cetro hasta un pozo de agua en donde estaban Koga y un hombre que Usa reconoció al instante en que lo vio.

"Lo sabía" pensó.

Omega MoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora