Dos príncipes reunidos

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Usa sintió el Séptimo Sentido de Koga despertando, y el siguiente Cosmos que sintió fue el de Edén entrando al templo, algo que no le hizo precisamente feliz.

—Y de entre todos a los que podían pasar por aquí, tuviste que ser tú... Edén—Dijo ella, bastante molesta, cabía mencionar.

El caballero, inmune a su sarcasmo, resentimiento y evidente desprecio, la miró —¿Necesitas ayuda?—Le preguntó Edén.

Usagi se rió —¿De quién? ¿Tuya? ¡No me hagas reír!—Le dijo ella con evidente sarcasmo, a lo que Edén la miró dudoso y dijo —Lamento lo que pasó con Aria en las Ruinas... Yo—.

Usa, a modo de interrupción, bufó con desesperación y resentimiento —Cierra la boca... Ella era mí hermana, no era nada tuyo—Le dijo, evidentemente furiosa con él.

Edén agachó la mirada y luego la alzó de nuevo con seguridad —Sé que ella no querría que estuvieras en esta penosa situación, así que... Cumpliré con su deseo—Dijo el príncipe.

Usa miró a Edén con duda, mientras él se dirigía a uno de los rayos que la aprisionaban.

Edén, para su confusión, alzó su puño —¿Qué haces?—Le preguntó Usa y al instante siguiente vio que Edén golpeó aquellos rayos y recibió una descarga eléctrica en respuesta —¿¡Qué demonios crees que estás haciendo!?—Le preguntó Usa a Edén, que salió disparado contra una de las columnas del templo tras recibir la descarga eléctrica.

Edén se levantó del suelo humeando y, no habiendo aprendido la lección de que hacerlo no solucionaría la situación de Usa, volvió a golpear los rayos y obtuvo el mismo resultado de antes al menos tres veces antes de rendirse.

Al ver que los golpes físicos no funcionaban, buscó el origen de aquellas extrañas ataduras, encontrándose con dos pares de esferas resplandeciendo con un brillo morado, que venían que cuatro diferentes direcciones.

—Ahí está...—Dijo Edén, dirigiéndose a las esferas y observándolas un rato antes de deducir que, si quería liberar a Usagi, debía destruirlas.

Tras llegar a una conclusión, Edén golpeó una de las esferas con fuerza y uno de los rayos desapareció, dejando de drenar una parte de su Cosmos, algo que sorprendió a Usagi.

Edén siguió rompiendo las tres esferas restantes hasta que Usa cayó finalmente.

Una vez estuvo libre, ella trató de levantarse, pero le habían quitado demasiada fuerza, y la herida sangrando de nuevo no le ayudó en lo absoluto a levantarse.

—Maldición...—Murmuró por lo bajo, humillada.

Edén, viendo sus dificultades, pasó uno de los brazos de la pelirrosa por sus hombros y la sujetó de la cintura para ayudarla a caminar.

—¿No te atrasarás por ayudarme?—Le preguntó Usa al príncipe, a lo que Edén negó —De todas maneras, no tengo mucha prisa—Comentó, con un tono de voz que ella no pudo descifrar.

Usa pensó en Sonia y agachó la mirada diciendo —Lamento lo de tu hermana, era una gran guerrera...—Edén no dijo mucho para responder, sólo se limitó a decir —Gracias...—.

Usa entonces no pudo resistirlo más, pues notaba el dolor que Edén sentía en realidad por lo ocurrido y preguntó —¿Quién está a cargo de repartir las armaduras?—.

Edén se sorprendió por lo repentino de la pregunta y se detuvo por un momento, pero luego siguió caminando y le dijo —Mi madre... Mi madre está a cargo de ellas—.

Usa, escuchando esa respuesta, agachó la mirada y no dijo lo que deseaba decir.

"Pues tu madre: o es una verdadera estúpida, o quería a tu hermana muerta" pensó mientras iban subiendo las escaleras hacia Acuario.

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