Camino a las Ruinas

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En la Torre de Babel, que se alzaba en el territorio donde antes se alzaba el Santuario, la voz de Ikki con aquella súplica resonó en la cabeza de una mujer de cabello morado, ella estaba encadenada, colgando de los brazos, cuando empezó a abrir los ojos lentamente ¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Dónde estaba? Entonces empezó a recordarlo.

Tras la caída de Palaestra, los marcianos capturaron a las Sailor Scouts y las llevaron a una extraña torre, a ella la pusieron en una habitación oscura llena de fuego a su alrededor, la encadenaron ahí durante días...

Rei sentía cómo su Cosmos estaba siendo filtrado todo el tiempo, al igual que el Cosmos de la Tierra, el Cosmos de fuego fluía a través de su cuerpo y le era arrebatado tan rápido como lo recibía, ése ciclo interminable le estaba arrebatando las energías poco a poco "Ikki... Ikki, querido, hagas lo que hagas, no vengas a buscarme..." Rei empezó a derramar lágrimas en aquella oscura habitación, implorando a todos los dioses que protegieran a su familia.

Rei sabía que mantenían a sus compañeras cautivas, en la misma situación que ella, y lo sabía por la visión que había tenido, en ella, estaba una sombra oscura acechando a un chico pelirrojo que portaba la armadura de Pegaso, a su alrededor pudo ver a sus compañeras, las Sailor Scouts del Sistema Solar Interno, incluida la Sailor Scout de Júpiter, encadenadas y viendo como el Cosmos fluía a través de ellas y era absorbido por otra cosa... "Ése fue su plan desde un inicio... usarnos como baterías para destruir al mundo" pensó.

La puerta de aquella habitación se abrió de repente y entró una mujer de cabello verde y ojos violetas, vestida de una forma elegante, quien la miró con indiferencia —Dime, Sailor Mars ¿Realmente creíste que podrían ocultarse de nosotros para siempre?—Le preguntó con burla.

Rei miró a aquella mujer con ira en los ojos —Ja, sigues resistiéndote a la oscuridad... realmente eres una tonta... sólo espera, pronto tendremos al resto de tus compañeras y a la estúpida de tu Reina, junto con el Cristal de Plata, y ni tú ni esos tontos caballeros de bronce de la nueva generación podrán detenernos—Dijo la mujer con burla.

Rei miró a aquella mujer con aún más ira —Y, por supuesto, esa mocosa molesta, la nueva Sailor Moon, va a terminar igual que aquel caballero de Plata—Dijo.

La mujer misteriosa sonrió de una manera sádica, Rei miró a la mujer con intriga —Oh ¿No lo sabías? Sobre la muerte de su querido amigo: el caballero Kazuma de la Cruz del Sur—Rei abrió los ojos como platos, miró con ira a la mujer, empezó a llorar y forcejear con las cadenas —No... ¡NO! Maldita... tú y los seguidores de Marte caerán por su propio pie, te juro que cuando eso pase... lo voy a gozar como no tienes una idea ¡La nueva generación va a derrotarlos!—.

La mujer sonrió con superioridad y burla —Mi nombre es Medea, soy la esposa del Señor Marte—Dijo la mujer.

Rei sólo pudo llorar y volver a repetir el ciclo con el Cosmos de Fuego "Reika... hija mía, cuida de Aria... esa niña podrá salvarnos a todos... los tres juntos podrán salvarnos..." pensó cerrando los ojos.

Mientras tanto, en otra habitación igualmente oscura, estaba la peliazul encadenada dentro de un estanque, su cuerpo metido a medias dentro del agua, mientras sus brazos colgaban de la pared.

—Natassia... espero que lo encuentres pronto hija, debes conocerlo...—Dijo mientras sus ojos derramaban lágrimas, tanto por el dolor en su cuerpo como por el dolor en su corazón mientras volvía a sentir el Cosmos de la Tierra fluir a través de ella y serle arrebatado en un ciclo que parecía no tener fin.

Mientras la Sailor Scout de Venus estaba igualmente encadenada en una habitación llena de luz, con los brazos colgando de la pared y sintiendo sus energías desvanecerse...

Usa se encontraba observando a la caballero de Bronce de Sagitta un tanto desesperada por su actuar infantil.

"Rei, cuando regresemos a casa después de que todo acabe, voy a ahorcar a tu hija... me saca de quicio" pensó, con una vena asomándose de su frente.

Había llevado a la chica a comprarse un poco de ropa y algunas cosas necesarias para el viaje... pero parecía ser que todas las hijas de las Sailors eran unas niñas pequeñas en el cuerpo de unas adolescentes.

Ahora que lo analizaba, se parecían a ella cuando recién empezó a ser la Sailor Guardiana de Tokio y se parecían a sus madres cuando eran más jóvenes.

Usa iba caminando/siguiendo a Reika, cuando se dio de frente con una persona —Lo-lo siento, no me fijé por dónde iba—Se disculpó ella.

La persona no dijo nada, simplemente siguió su camino, o eso pareció, ya que en un momento de distracción, jaló del brazo a Usa y la arrinconó en un callejón lejos de la mirada de la gente.

Usa estaba lista para reclamar pero entonces vio que la persona que la había alejado de la multitud era...

—Haruto... ¿Por qué?—Estaba por preguntar pero Haruto miró a la pelirrosa —¿Sabes a dónde se dirigen Koga y los otros?—Le preguntó el caballero.

Usa alzó una ceja, pero apartó un poco a Haruto y sacó su reloj —Oye, estás demasiado cerca, no soy soltera ¿Sabes?—Dijo ella.

Finalmente logró apartarlo lo suficiente y empezó a localizar el comunicador de Aria al teclear algunas cosas —Están un poco más al Este desde aquí... parece que hay una gran cantidad de Cosmos acumulado un poco más lejos de dónde están ahora—Dijo Usa.

Haruto ni siquiera dijo "Gracias" simplemente se fue y eso fue todo.

Usa puso los ojos en blanco "Esta escena me es tan familiar" pensó, salió del callejón y, por fortuna, vio a Reika de frente y la sujetó de la oreja, como a una niña pequeña —Deja de ir de allá para acá, ven aquí, vamos por un par de cosas más y luego buscaremos al resto—Dijo seria.

La pelirrosa llevó a la chica a comprarse una bolsa de viaje, y se fueron de aquella comunidad, mientras que Usa intentaba contactar, nuevamente, con "Ésa persona", pero nuevamente, no obtuvo respuesta alguna —Maldición... si llegaron a capturarlos, no, no debo ser pesimista, ellos están bien—Murmuró la pelirrosa para ella misma.

Reika notó su actitud, pero no dijo nada, simplemente siguió caminando a su lado, fingiendo no escuchar ninguna de sus maldiciones al aire.

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