El templo de Virgo

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—Si todos los traidores que interfieren con los planes del Patriarca están aquí, significa que los otros Caballeros Dorados fueron derrotados o traicionaron a Marte... De verdad la humanidad está llena de personas que no pueden ser salvadas—Dijo Fudo con un tono realmente lamentable.

Seira, molesta por escucharlo decir esas palabras, dio un paso al frente con el ceño fruncido, aunque sus ojos permanecían cerrados mientras, de alguna forma, lo veía —Y tú ¿Quién te crees para juzgar quién puede ser salvado y quién no? ¿Con qué derecho?—Le preguntó ella a Fudo.

El caballero le dijo —Tienes un Cosmos bastante poderoso para una simple caballero de Plata ¿Quién eres?—.

Seira, escuchando su pregunta, se puso firme y le dijo —Antes de responder a esa pregunta, quién quiera que seas, permíteme contarte una historia, falso caballero de Virgo—.

El caballero frunció el entrecejo ante la forma en que la joven peliverde lo llamó, pero no dijo nada.

—Hubo un niño, un niño pobre de las regiones más pobres en la India, que cargaba con un destino increíble sobre su espalda—Contó Seira, acercándose poco a poco al caballero.

—Éste niño nació bajo la protección de la constelación de Virgo, destinado a ser un Caballero Dorado al servicio de la diosa Atenea, el más fuerte de todos, fue capaz, incluso, de hablar con sus predecesores, o eso se cuenta—.

—El niño creció, y entrenó para cumplir con su destino, llegando a ser el caballero más poderoso entre los Caballeros Dorados, y siendo conocido entre todos ellos como "El hombre más cercano a Dios" y "La reencarnación de Buda"—.

—El niño se convirtió en un hombre, y años después de la Guerra Santa, conoció a una guerrera capaz de manipular el tiempo a voluntad—.

—Ella, a diferencia de él, simplemente creció salvaguardando la puerta del tiempo hasta que renació en la Tierra, era una guerrera de la Luna, la guardiana protegida por Plutón—.

—Se conocieron en la guerra en contra de la oscuridad, una oscuridad que en la era de Tenma, el Santo de Pegaso del siglo XVIII, acabó con el reino de la Luna en un instante—.

—Esta oscuridad terrible era conocida como Metalia, y amenazaba a la Tierra—.

—Por una razón u otra, ambos terminaron enamorándose, pero a diferencia de otras historias, la suya no fue color de rosa, pues para aquel joven caballero, y para ella, llegó el momento de tomar una difícil decisión: El amor o su deber—.

—Para que él siguiera siendo un Caballero Dorado, debía estar libre de cualquier deseo terrenal, obviamente, entre ellos estaba el amor, y para ella, seguir adelante con su deseo implicaría no volver a vigilar la puerta del Tiempo—.

—Sin embargo, el joven caballero no pudo seguir evitando sus sentimientos por más que lo intentó, y terminó cayendo a los encantos de la guerrera de Plutón, y ella renunció a ser guardiana de la puerta del Tiempo—.

—Él renunció a su puesto como caballero dorado, y unió su vida a la guerrera de Plutón para siempre—.

—Fruto de aquella unión, llegó una niña, una niña que, desde su nacimiento, se supo que lograría grandes hazañas, que incluso logró alcanzar el nivel de su padre con sólo diez años de edad—.

—Pero contrario a lo que otros susurraban, la niña aprendió a controlar su poder, y gracias a la guía de su padre aprendió las enseñanzas de Buda, y se convirtió en la caballero de Plata de Pavo Real, dispuesta a dar su vida por proteger a sus seres queridos y a su diosa—.

—Aquella niña aprendió la técnica de los caballeros para almacenar Cosmos durante años, y suprimió uno de sus cinco sentidos para usarlo en nombre de la justicia cuando llegara el momento indicado—.

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