Aria está viva

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La pelirrosa miró en dirección a una luz dorada que llegaba poco a poco hacia ella y su hermana inherte...

Conforme más se acercaba aquella luz, pudo distinguir su forma con más claridad.

Sus ojos brillaron en esperanza al reconocer aquella silueta, y sujetó a su hermana más firmemente entre sus brazos, mientras se levantaba con gran esfuerzo debido a su herida.

—Eres tú... ¿De verdad eres tú... Helios?—Preguntó ella mientras miraba en dirección a aquel Pegaso con un cuerno dorado que llegó a ella.

La princesa, al tenerlo frente a ella, acarició al Pegaso con delicadeza una vez estuvo cerca y subió a él con su hermana en brazos...

Al subir a su hermana, miró hacia la cima de aquella caverna, al punto donde su hermano había desaparecido junto a sus compañeros y murmuró —Koga... Detén a Marte...—.

Una lágrima cayó de sus ojos, mientras se montaba sobre el lomo de Helios para salir de aquella caverna —Por favor, salven a la Tierra...—Susurró, abrazando el cuerpo de su hermana, aún sorprendida por lo que había pasado frente a sus ojos...

Se sentía culpable por no haber protegido a Aria, pero tenía esperanzas de que su madre pudiera reparar sus errores...

De que pudiera traer de vuelta a su hermana menor.

Lo que siguió, ni la misma Pequeña Dama se lo esperó. 

Helios empezó a cabalgar en su forma de Pegaso y las llevó hasta Tokio de Cristal, donde dejó a ambas princesas en una de las habitaciones del Palacio de Cristal y ayudó a Usa a seguir de pie, pero ella lo rechazó educadamente.

Usa llevó, con mucha dificultad, a Aria a la cama de la habitación, la recostó y ella se cayó de rodillas a su lado...

No podía ni mantenerse de pie por la debilidad física ocasionada por el ataque de Marte.

"Maldición... No pude protegerla y ahora ella está..." pensó con lágrimas amargas empapando su rostro y recordándole que esto no era un sueño, aunque tenía la esperanza de que lo fuera.

De que sólo se tratara de una pesadilla de la que podría despertar en cualquier momento.

Pero no era así, y el punzante dolor que atravezó su abdomen, justo donde Marte la había perforado, se lo recordó.

Usa miró a su hermana, había quedado inconsciente tras llevar a Koga y los demás al Santuario, pero aunque lo sentía muy débil, ella supo que había una posibilidad de que Aria no estuviera muerta...

Usa colocó su oído sobre el pecho de Aria para escuchar sus latidos del corazón...

Eran casi inexistentes, pero aún estaban ahí.

Al ver un rayo de esperanza, se apresuró a levantarse para sentarse al lado de Aria.

Ella misma estuvo así en una ocasión antes, cuando le robaron su Cristal...

Estuvo al borde de la muerte, pero había una manera de resistir, de mantener a Aria viva, y no pensaba desperdiciarla en lo absoluto.

"Koga, debes apresurarte o si no, Aria..." pensó, pero pronto negó con la cabeza ante esa idea.

"No, tú eres aún más fuerte que nuestro padre, yo sé que lo lograrás, Koga..." pensó Usa, que tomó la mano de Aria para iniciar la conexión, pero fue detenida por alguien antes de poder comenzar...

Se dio la vuelta y vio a Aioros y a Helios juntos.

—Helios ¿Por qué trajiste a Aioros aquí? Sabes que es peligroso para él—Le dijo, aunque no era un reproche del todo, le molestaba que no le permitieran arriesgarse para salvar a su hermana.

El guardián, en cambio, miró a la princesa con preocupación —Él insistió en venir, Pequeña Dama, no se preocupe, nadie nos vio llegar—Le dijo, tratando de ser lo más amable y tranquilo posible al hablarle.

Usa no estaba muy segura de su presencia en Tokio de Cristal, pero aún así se levantó y trató de acercarse al ex caballero para decirle que no se arriesgara, pero inmediatamente al dar el primer paso estuvo a punto de volver a caer por la debilidad.

Afortunadamente Aioros alcanzó a sujetarla antes de que cayera estrepitosamente al suelo.

—Aún estás débil, Usagi, así que te sugiero que me digas qué puedo hacer por Aria—Le dijo Aioros, sin dar opción a una negativa por parte de su alumna, que miró al caballero con un poco de tristeza, pero le explicó lo que estaba por hacer.

—Planeaba entregarle mi Cosmos y conectarme con ella, aunque eso signifique no poder ayudar en la batalla, pero el riesgo de hacerlo... Podríamos morir juntas si se me acaban las energías antes de que Koga recupere su alma...—Le dijo.

La pelirrosa se zafó del agarre con suavidad y se acercó a la cama dónde estaba su hermana, e intentó volver a conectarse con ella.

Pero le fue imposible, estaba demasiado débil como para ayudarla, así que sólo pudo pensar en una solución aún más arriesgada...

Tomó su cristal y le susurró —Por favor, Cristal Rosa... Sólo ésta vez... Utiliza tu poder para mantener viva a mi hermana—.

El cristal emitió un brillo cálido y se posó sobre el cuerpo de Aria, cubriéndola completamente en un aura rosa.

Así fue cómo Aria empezó a recuperar un poco de color y su Cosmos parecía estar recuperándose poco a poco, pero sabía que no era suficiente, no sería suficiente para reparar la ausencia de un alma en el cuerpo.

Un cuerpo sin alma no era más que un cascarón vacío, un recipiente sin voluntad ni fuerza.

Un cuerpo sin alma no podía vivir mucho tiempo a menos que se recuperase su alma o se colocara una nueva, cosa que no era posible a menos que fueras Hades.

La princesa, decidida, miró al caballero de Sagitario —Aioros... Voy a ir dónde Marte—.

El guardián de los sueños, su prometido, miró a la princesa con incredulidad —Pequeña dama, por favor... Aún estás débil, debes descansar, por mí...—Le pidió, pero Usa miró a Helios y le sonrió gentilmente.

—Helios... No puedo hacerlo, mi hermano podría estar luchando en este mismo momento... Además, debemos recuperar el alma de Aria o podría...—Dijo Usa, que no se atrevió a pronunciar aquellas palabras, no podía...

Se levantó decidida, aunque no podía mantenerse bien en pie.

—Usagi... No seas tan imprudente como tu padre, podrás tener mucha fuerza de voluntad y un Cosmos realmente fuerte, pero tu cuerpo está débil, al menos trata de descansar...—Le pidió Aioros, genuinamente preocupado de que pudiera morir por su imprudencia.

La pelirrosa miró al ex caballero de Sagitario con firmeza, pues no pensaba cambiar de opinión ni por ellos.

—No, Aioros, no hay tiempo para descansar... Les prometí a mis hermanos que volveríamos a ser una familia de nuevo, y no pienso fallarles—Declaró.

Usa miró a Helios, quien entendió inmediatamente y suspiró resignado.

Se transformó nuevamente en un Pegaso y le dijo —Están en el Nuevo Santuario ¿Estás segura de querer ir?—Le preguntó y Usagi asintió y se montó sobre Helios.

Miró a Aioros y le dijo —Envía a nuestros refuerzos allá, y que Helios los guíe hasta los templos... Los esperaremos ahí—.

Luego le asintió al Pegaso, quien empezó a andar y despareció en un resplandor dorado.

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