Ataque a Tokio

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"Con que ahí estaba el núcleo de la Tierra, bien hecho Haruto" pensó y retrocedió de un salto, para después inclinarse para ayudar a los caballeros de Bronce a levantarse y revisar las heridas hechas por Ichi.

—Hmmm... no puedo hacer nada, el efecto pasará por sí solo en un par de horas, no se preocupen—Dijo Usa tranquila para calmar a los caballeros.

Después de que Haruto destruyera el núcleo de la Tierra, Koga mandó a Ichi a volar con los Meteoros de Pegaso, algo que hizo que Ichi mirara a Usa, entendiendo el por qué de su ira desmedida.

—Cielos Haruto, apareces y desapareces cada vez... eres idéntico al pájaro de fuego... si Reika supiera lo difícil que es tener alguien así como aliado, oh, espera ¡Ella también es así!—Dijo Usa para traer un poco de alegría al burlarse de ambos individuos.

Las demás chicas del grupo se burlaron de Reika, incluso su prima —Jajaja, Reika, yo pensé que eras única en el mundo, pero ahora veo que hay más de tu especie tan particular—Dijo Alice.

La caballero miró a su prima iracunda, pero no pudo discutirle nada, porque estaba tan avergonzada que no podía articular palabra en esos momentos.

La pelirrosa se rió de su actitud, pero luego recordó la plática que había tenido antes con su maestro, suspiró y miró a los chicos con tristeza palpable, pero sonó una alarma en su reloj, una alarma que no debería sonar a menos que...

—Están atacando Tokio de Cristal...—Dijo ella con una voz oscura, alertando a las cuatro hijas de las Outers.

Aquella declaración fue tan repentina, que todos los presentes miraron a la chica de dos coletas en shock.

Las hijas de las Outers palidecieron de un momento a otro, al igual que Usa, que empezó a tratar de comunicarse con cualquiera de las Sailors durante lo que se sintió como una eternidad, pero en realidad sólo fueron unos pocos minutos, hasta que finalmente una de ellas contestó a su llamada...

—¡Michiru! ¿Qué está pasando?—Preguntó Usa asustada, con su voz un poco más alta de lo normal, denotando en sus ojos la terrible angusia que sentía al pensar en todas las posibilidades que esa batalla podía desencadenar si ganaban o perdían...

La Sailor Scout miraba al comunicador mientras atacaba, y todos veían a través de la pantalla cómo las manchas de oscuridad estaban creciendo poco a poco sobre su pecho.

Usa se aterró al ver así a Michiru, y Cristal casi se desmaya de pensar qué pasaría con su madre si seguía combatiendo, pero el grito que quería dar fue detenido por Kanata, que la sostuvo y miró con preocupación la batalla que ocurría en su hogar.

—¡Los marcianos! ¡Están atacando la ciudad, creo que intentan llegar al Palacio de Cristal-! ¡Maremoto de Neptuno!—Dijo Neptune.

Usa miró a sus compañeras, luego a los caballeros y amigos de su hermano, y finalmente a las hijas de las Outers.

Al ver la mirada de preocupación de las hijas de las Outers, finalmente se hizo con una decisión y su voluntad de acero la hizo ver aún más firme de lo que en realidad se sentía...

—Iré a ayudarlas, resistan sólo un poco más, Neptune—Dijo y colgó la llamada.

Miró a las cuatro adolescentes más angustiadas, porque eran sus madres las que estaban corriendo un riesgo en aquel momento, eran sus madres quienes estaban en peligro de morir a menos que Usa interviniera pronto...

—No se preocupen, ellas estarán bien—Les dijo la pelirrosa, tratando de tranquilizar a las jóvenes, que aunque no creían del todo en aquellas palabras debido a lo que habían visto a los marcianos hacer, decidieron confiar en la Pequeña Dama y en las historias que escucharon de sus batallas en el pasado... al lado de la Guerrera de la Luna: Sailor Moon.

Usa miró con seriedad a sus compañeras Sailors, quienes asintieron, después se giró para ver a los caballeros y dijo —Nos reuniremos cuando termine con este problema, todos ustedes sigan adelante—Dijo.

Las Sailor Scouts dieron un salto y desaparecieron de la vista.

Se detuvieron en medio del bosque y formaron un círculo.

—¡Por el poder de Ceres!—

—¡Por el poder de Pallas!—

—¡Por el poder de Vesta!—

—¡Por el poder de Juno!—

—¡Por el poder del Cristal Lunar Rosa!—

Las marcas de sus planetas protectores empezaron a brillar en colores sobre sus frentes, desapareciendo sus tiaras conforme un aura de colores las rodeaba y empezaban a flotar.

Inmediatamente después desaparecieron de ahí y volvieron a aparecer en Tokio de Cristal, donde se llevab a acbo un verdadero pandemonio, edificios en llamas y los gritos de las personas tratando de huir de la batalla que se llevaba a cabo a sólo unos metros del Palacio de Cristal.

Las chicas se dirigieron a la zona dañada, y ayudaron a las Sailor Outers a luchar contra los marcianos.

—¡Moon Whip!—

—¡Vesta Flare!—

—¡Pallas Swirl!—

—¡Juno Whirlwind!—

—¡Ceres Rose Vine!—

Los marcianos fueron brutalmente suprimidos por las Sailor Scouts de la nueva generación, y acabados por las Sailor Outers junto a los anteriores caballeros dorados de Géminis, Virgo, Capricornio y Acuario.

Al finalizar las averiguaciones en la ciudad, las Sailors se reunieron para un conteo de los daños: afortunadamente no hubo bajas ni heridos, se había logrado evacuar a todos los ciudadanos sin inconvenientes ni accidentes, así que sólo se trataba de los daños materiales.

Una vez hecho el conteo de daños, las Sailors se retiraron al Palacio de Cristal para hacer una revisión de aquella mancha de oscuridad llamada: "La infección".

Quién se encargó de ésta revisión fue Cere Cere, que era básciamente la enfermera del grupo, quien curaba las heridas de sus compañeras.

—La infección ha crecido bastante, les sugiero activar la protección del palacio, mientras menos uso hagan de su Comos, será mejor—Dijo Cere Cere con un tono lúgubre, y la mirada llena de melancolía al ver el grado al que había llegado La Infección.

Al principio, cuando recién fueron infectadas, La Infección era una mancha del tamaño de una semilla de melocotón a lo mucho, pero con el pasar de los años, había logrado crecer hasta cubrir casi la mitad de la zona infectada de cada uno de ellos.

Las Outers y los caballeros no dijeron nada, y no hacía falta que lo hicieran, sabían que no podían dejar de usar el Cosmos, pero... había algo raro en todo esto.

—Esto es extraño, no habían atacado Tokio de Cristal desde hacía tres años ¿Por qué ahora?—Preguntó Para Para, por lo cual se formó un silencio incómodo en la habitación ante la pregunta cuya respuesta era obvia.

Usa se levantó de golpe de su sitio —No podremos resistir por más tiempo, si Koga y los otros no logran derrotar a Marte pronto...—Dijo, pero fue incapaz de seguir con su frase.

Salió de la sala, pero antes de hacerlo dio una orden clara a las mujeres y hombres dentro del salón, empezando por su propio grupo.

—Ustedes cuatro deben quedarse, si la ciudad vuelve a ser atacada, ustedes la protegerán, mientras que ustedes ocho se quedarán dentro del Palacio de Cristal y se resguardarán ¿Quedó claro?—Dijo ella mirando a las personas dentro, sin dejar lugar a opciones ni reclamos, que aunque se quedaron atascados en la garganta de cada individuo, no fueron capaces de salir al ver la mirada firme de la Pequeña Dama.

Tras un asentimiento de parte de todos ellos, ella se fue de prisa del Palacio de Cristal y empezó a buscar el rastreador de Aria, que encontró en una playa bastante concurrida, a la cual podría llegar sin problemas haciendo uso de la teletransportación.

Tardó bastante en encontrar el rastro de los caballeros una vez que llegó a aquella playa, y cuando encontró la señal del comunicador de Aria, se dirigió enseguida a dónde estaban, pero al llegar a aquel lugar le dijeron que ya se habían ido en un bote a una isla desierta cercana.

Omega MoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora