La decisión de Edén

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Edén, al notar que Seira no había desaparecido del templo de Virgo, la miró con evidente fastidio, pero ella le devolvió la mirada de la misma forma antes de regresar su mirada a Fudo.

—En verdad, ello eran un estorbo—Comentó Fudo —Y aunque hayan dejado este lugar, no podrán avanzar mientras no me derroten—Les dijo a ambos frente a él.

Edén permanecía inmutable a las palabras de Fudo, igual que Seira, que era ignorada por completo por ambos caballeros hombres.

Sin embargo, Seira era más perspicaz de lo que Edén pensaba, y había notado que, de los caballeros que expulsó del templo, la única a la que miró directamente a los ojos fue Reika, cómo si le estuviera agradeciendo por algo.

Ella sabía que Reika y Edén solían verse en las horas libres en Palaestra, los había visto juntos en la biblioteca varias veces, claro que sabía que Edén tenía una especial amistado con Reika, pero sabía que él nunca lo admitiría, y menos en mitad de la guerra.

Y si tuviera que apostar, cuando los caballeros que lanzó fuera cayeron al suelo por su culpa, Reika debió ser la única que cayera lentamente o, incluso, ni siquiera cayera.

—Pero ahora, te castigaré por desobedecer a tu padre, y a ti—Dijo Fudo, viendo directamente a Seira.

—Te demostraré la verdad de este mundo que tanto te esfuerzas por proteger—Aquellas palabras estaban directamente dirigidas a Seira, que, con sus ojos violetas, le dedicó una mirada desafiante y le respondió.

—Puede que no sea mi padre o mi madre, pero te aseguro que no me quedaré de brazos cruzados, Fudo... no me subestimes sólo por ser un caballero de Plata—Le dijo Seira mientras Edén la veía con evidente fastidio, y ella le repsondía igual.

Pronto, el escenario a su alrededor cambió, y lo que debían ser las paredes, techo y suelo del templo, se cubrieron con murales budistas y mandalas.

—Este es el Salón del Juicio—Explicó Fudo frente al imperturbable Edén y la calmada Seira —Aquí responderás mis preguntas—Le dijo Fudo a Edén.

Pronto, el cuerpo de Edén empezó a desobedecerlo, y la presión invisible que quería tumbarlo al suelo se hizo aún más presente sobre su persona.

Seira, por su lado, no se sorprendió por la sensación en absoluto, sólo hizo un único movimiento con el brazo en forma de un tajo y deshizo aquella sensación, como si nunca hubiera estado ahí para empezar.

—¿Por qué?—Preguntó Fudo, llamando la atención de Edén —Se te prometió un futuro perfecto como hijo de Marte... ¿Por qué quieres desafiar a tu padre?—Preguntó Fudo.

Seira sabía que la ignoraría a ella, un caballero de plata presenta una amenaza tan pequeña como un caballero de bronce... pero Fudo se olvidaba de que ella no era cualquier caballero de Plata.

Sin embargo, aún no era su momento de intervenir... ella también estaba protegida por Plutón, sabía cuándo debía intervenir, porque debía llamar a alguien con su Cosmos... alguien muy importante para el futuro de la Tierra.

Sus ojos veían más allá de lo evidente, más allá de lo mundando, gracias a que suprimió su sentido de la vista, ahora veía a través de las almas de Edén y Fudo frente a ella, y por eso era consciente de que no debía interferir aún en su batalla.

—Iré donde mi padre con mis propios pies ¡Con mi propio poder!—Dijo Edén.

—Muy bien—Dijo Fudo, con cierta decepción al escuchar esas palabras de parte de Edén —Al parecer las palabras no servirán para convencerte—El tono empleado por Fudo al decir esas palabras, llamó la atención de ambos caballeros, que vieron a Fudo moverse, uno desde su cuerpo inmovilizado, y otra desde su posición neutral.

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