Propuesta

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En su sueño, se hallaba en un lugar que ella había visitado una vez antes, el mundo de los sueños, dónde su amado debía estar en esos momentos...

—Pequeña dama—Usa escuchó a alguien llamarla por detrás, así que dio media vuelta y se topó de frente con aquel chico de cabello violeta metalizado, con ojos dorados y una gema roja en el centro de su frente, con un cuerno dorado sobresaliendo de su cabeza, vestía un traje blanco de apariencia china y tenía una gentil sonrisa plasmada en la cara.

Usagi no pudo sino sonreír y correr a sus brazos.

—¡Helios!—Exclamó llena de felicidad y arrojándose a sus brazos.

—Pequeña Dama, me alegra verte de nuevo—Usa le sonrió alegre y lo abrazó.

Helios le sonrió gentil —Pequeña dama... te traje aquí porque... bueno—.

El guardián de los sueños alejó un poco a Usa, pero se veía claramente sonrojado —Pequeña dama... sé que no debería apresurarme tanto, pero realmente yo...—.

Helios se arrodilló frente a Usa sujetando un precioso anillo —Quisiera que, cuando todo esto termine, pueda hacerte compañía por la eternidad—.

Usa tenía lágrimas en los ojos, pero no eran lágrimas de dolor o tristeza, sino de felicidad, le tendió su mano al guardián de los sueños, quien no pudo sino sonreír alegre y colocarle el anillo en el dedo anular.

—Te prometo que en cuanto todo terminé, iré a buscarte al palacio de Cristal para casarnos, mi bella dama—Afirmó Helios, besando dulcemente la mano se Usa.

Usa sonrió tontamente y dijo —Helios, mi caballero—Ambos se acercaron y se besaron, se besaron sinceramente...

Usagi despertó siendo zarandeada por Reika—Usa, es hora, debemos seguir nuestro camino—Dijo la jiven caballero de Sagitta con un tono de evidente molestia y voz somnolienta.

Usa se frotó los ojos y tomó su bolsa de viaje, pero se topó con un anillo en su dedo anular, un anillo de compromiso que ella acababa de soñar...

Usa lo admiró, sonrió y se llevó su mano a su pecho, justo a dónde podía sentir su corazón latir.

"Helios..." pensó con una sonrisa.

El grupo llegó a una ciudad en ruinas, había edificios caídos y quebrados, restos de vidrio roto regados por aquí y por allá.

Éste pueblo sin duda había sido testigo de una guerra sangrienta y dura, y aunque la vista parecía impresionante, Usa había visto algo idéntico antes...

En la batalla contra Black Moon, Tokio de Cristal había quedado así: destruido, los edificios que ahora se alzaban nuevamente con esplandor, antes habían quedado en ruinas, derribados, pero, cómo única y tétrica diferencia, había cadáveres regados por todos lados en las calles de Tokio.

Su mente bloqueó los sonidos externos un momento, mientras recordaba aquella batalla...

Cuando era pequeña tenía pesadillas al respecto: soñaba con los miembros de Black Moon persiguiéndola y atacándola para obtener el Cristal de Plata.

Lo pensó un momento y se dio cuenta de algo irónico, y era que la situación se estaba repitiendo, siendo atacada para que alguien obtuviera el Cristal de Plata y cumpliera sus malvados objetivos.

Parecía ser que la historia no dejaba de repetirse nunca, era como un ciclo sin fin, una historia sin fin, algo que estaba destinado a seguir ocurriendo una y otra y otra vez...

Salió de sus pensamientos al sentir un Cosmos acercándose, un Cosmos de un caballero de Plata...

Miró a sus compañeras y luego a su hermano —Adelántense, yo los alcanzaré luego... deben apresurarse, por Aria—Dijo.

Yuna miró a Usa —Usagi, me quedaré contigo, no podemos dejar que luches sola—Dijo la caballero de Águila.

Usagi miró a Yuna y luego a sus demás compañeros de viaje —No se queden ahí, váyanse, iremos después—Exigió.

Pero la única en no hacer caso a las instrucciones fue Seira, quien permaneció inmóvil en su sitio, con sus ojos cerrados.

Llegó un caballero de Plata, o mejor dicho una caballero de Plata, quien se detuvo al frente de Yuna.

—Con que tú eres la alumna de Pavlin... ¡Qué vergüenza! ¿Dónde está tú máscara?—Dijo la mujer y Yuna frunció el ceño —Decidí dejar de usarla por mi propia voluntad—Respondió.

La caballero dirigió su mirada a Seira, quien frunció el ceño —No sabía que seguías viva... mi querida maestra, Sylvia de Camaleón—Dijo Seira molesta y la otra caballero soltó algo parecido a un bufido.

—De haber sabido que traicionarías al Santuario, no te habría entregado esa armadura—Dijo molesta y la caballero de Pavo Real sólo se limitó a fruncir más el ceño, evidentemente molesta por el comentario.

—De haber sabido que eras tan estúpida como para creer en Marte y sus allegados, nunca te habría llamado mi "amiga" en primer lugar—Respondió Seira en un tono mordaz a cambio.

Aunque la tensión en el ambiente era evidente, las chicas decidieron no interrumpir, pero entonces la caballero atacó.

—Tu padre siempre le fue leal a Atenea ¿Cómo pudiste tú traicionar al Santuario?—Preguntó la caballero de Camaleón.

Seira ni siquiera se movió, simplemente permanecía quieta como una estatua.

—No, nunca traicioné al Santuario, a diferencia de ti, yo sí conozco a la verdadera Atenea, y sé a la perfección los planes que Marte tiene para con mi princesa y la familia real... por eso, como guardiana de la segunda princesa de Tokio de Cristal, la princesa Aria, protegeré a mi princesa sin importar lo que me pase, y no permitiré que Marte le ponga una mano encima ni a ella ni a la Pequeña Dama—Respondió.

Seira finalmente se movió, y se puso en pose de combate.

Aquella mujer caballero soltó una risa sarcástica —... Me encantaría combatir contigo, pero no vine por ti... sino por la caballero de bronce traidora—Dijo.

La caballero de Plata saltó hacia Yuna y empezó a atacarla, haciendo evidente que el nivel de diferencia entre ambas era descomunal, pero cuando Usagi quiso interferir, Seira dijo —Om—Y la caballero de Camaleón cayó al suelo estrepitosamente, siendo aplastada por un peso invisible.

—Si no quieres creerme, no lo hagas, pero no involucres a Yuna en esto, ella no tuvo nada que ver en la muerte de Pavlin—Dijo Seira molesta, con el ceño fruncido y "Mirando" de alguna manera a Sylvia en el suelo.

La caballero luchó por levantarse, pero la gravedad estaba haciéndola quedarse en el piso, por lo que sólo pudo gritar desde el piso —Si no fue ella ¿Entonces quién? ¿Quién fue capaz de asesinar a una caballero de Plata con tanta facilidad?—.

Seira se quedó callada, pero Usagi no lo hizo —Marte... Pavlin descubrió la conspiración dentro de Palaestra, e iba a reportarlo con alguien de confianza, pero Marte la mató antes de que pudiera hacerlo—Respondió ella y la caballero se quedó quieta.

Seira deshizo su ataque y la caballero se levantó al estar más tranquila.

La mujer se disculpó por su actitud e hizo una reverencia hacia las tres chicas —Yo... fui compañera de entrenamiento junto con Pavlin, ambas entrenamos juntas con la maestra Mayura... antes de que falleciera—.

—Pavlin heredó la armadura de Pavo Real, ella era la más sobresaliente entre nosotras, por eso, cuando me enteré de su muerte, no pude creerlo...—Dijo Sylvia.

Antes de que pudieran seguir hablando, se sintieron varios Cosmos poderosos acercarse-

—Caballeros de Plata—Dijo Usagi.

A la escena, llegaron cuatro caballeros de Plata, y aunque las chicas estaban dispuestas a luchar, la caballero se quitó su máscara y miró a las chicas, mostrando un rostro con un hermoso par de ojos azules —Déjenmelos a mí, ustedes vayan a proteger a Atenea y al mundo—Dijo y se puso en pose de combate y se preparó para la batalla.

—¿Qué esperan? ¡Vayan! Yo podré con ellos—Dijo Sylvia.

Seira dudó un momento, pero finalmente empezó a retroceder —Es para mí un orgullo, el poder llamarte maestra—Dijo Seira se fue de la escena, sabiendo lo que vendría a continuación... "Siempre te recordaré".

Omega MoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora