¿Un digno sucesor...?

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En el camino hacia el templo de Leo, Usa les explicó a Yuna y Alice la situación actual de Aria.

—Entonces ¿Aria está bien?—Preguntó Alice, aliviada y feliz de saberla bien, pues realmente estaba pensando en que era realmente una desgracia para los caballeros por no haber protegido a su amiga y princesa de Marte.

Usa asintió —Menos mal... Realmente creí que nunca volvería a verla—Dijo Yuna y Usagi le sonrió con comprensión, pero luego regresó a una cara de seriedad que preocupó a ambas mujeres caballero.

—Pero el tiempo es limitado, no importa cuán poderoso sea el Cristal Rosa, el cuerpo de Aria necesita su alma para seguir viviendo, y el Cristal Rosa no puede dársela, así que será mejor darnos prisa—Dijo Usa, mirando a ambas.

Yuna asintió, igual que Alice, que esperaba con ansías el momento en que pudiera salvar a su madre y a Aria.

Yuna, tras recordar un detalle que había llegado a escuchar en su viaje, miró a Usa con dudas.

—Tú puedes moverte a la velocidad de la luz ¿Cierto?—Preguntó la caballero de Águila a lo que Usagi asintió en respuesta.

—Entonces, adelántate, tú sabes de lo que es capaz Micenas... Y no quiero perder a nadie más—Le dijo Koga, sorprendiendo a su hermana.

Usagi miró sorprendida a los caballeros, que estaban de acuerdo con que ella llegara antes al templo de Leo.

—Pero ustedes—Trató de decir que ellos también necesitaban ayuda, pero Seira la interrumpió a mitad de la oración.

—Nosotras protegeremos al príncipe y a los demás, usted encárguese de dejar libre el camino—Le dijo la mujer caballero de Pavo Real.

Todos la miraron y asintieron al mismo tiempo, incluso Saiga, quien le había reclamado por su herida.

Usagi asintió y se fue dando saltos, subiendo más rápido y dejando atrás a los demás rápidamente.

Llegó a la entrada y lo primero que sintió fue el Cosmos del caballero dorado, pero ahora era incluso más fuerte que la primera vez que peleó contra él.

—Maldición...—Murmuró, apretando su puño en ira.

Se movió a la velocidad de la luz y se puso frente a los cuatro caballeros de Bronce que se encontraban en el templo de Leo: Soma, Haruto, Natassia Y Reika, mientras escuchaba —King 's Emblem—El ataque de Micenas.

El ataque era sumamente poderoso pero ella lo contrarrestó con su ataque favorito: el ataque de su maestro más querido.

—Trueno Atómico—Gritó.

El ataque de Micenas se desvaneció, y entonces los caballeros vieron a la pelirrosa frente a ellos, sin un solo rasguño, a diferencia de ellos.

—¡Usagi!—Dijeron los cuatro sorprendidos.

La pelirrosa se giró y les dedicó una sonrisa, aunque el casco de Haruto estaba roto, junto con la tiara de Reika, claramente estaban heridos.

Se giró para ver al caballero dorado y lo señaló —Te desafío a una batalla de los mil días, Micenas de Leo—Declaró.

El caballero, sin aparente preocupación de perder, la miró y dijo —Bien... Pero no dejaré que nadie pase por el templo de Leo—.

Ambos se pusieron en posición —Te mostraré mi última técnica, Sagitario—Dijo Micenas, si bien, no seguro de ganar, por lo menos estaba seguro de que ella caería junto con él.

Usagi sonrió de lado con confianza —Yo te mostraré mi siguiente ataque, Leo—Dijo, reuniendo su Cosmos de una forma que Micenas nunca había presenciado en su vida, ni siquiera cuando vio a Seiya combatir en el pasado.

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