Aria

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Usa, al notar aquel Cosmos, miró a Koga, quien al parecer también lo sintió, pero no le dio la importancia que la chica le estaba dando.

De la nada, se escuchó una voz femenina cantando dulcemente una bella canción, por lo que ambos se miraron y asintieron al mismo tiempo, como si se hubieran comunicado sin hablar, caminaron por más y más pasillos y escaleras de aquella tore, y pronto llegaron a un pasillo cuya entrada tenía la forma del cetro de Atenea y, aunque no estaban seguros de si era una trampa, entraron, siguiendo aquella sensación cálida y dulce voz que no dejaba de cantar incluso mientras se acercaban.

Al llegar al final de aquel pasillo se encontraron en una habitación oscura, llena de todo tipo de plantas, flores en su mayoría, con un enorme estanque brillante justo en el centro de la habitación, en el que había una chica de cabello corto color azul y ojos azules, con una marca de luna creciente dorada en su frente, ella estaba sentada en la orilla del estanque.

Usa miró a aquella chica con los ojos tan abiertos como platos, incapaz de pronunciar palabra al notar de quién se trataba...

Koga se acercó a aquella chica y le tomó la mano mientras le preguntaba —¿Estás bien?—.

Ella lo miró con un brillo de ilusión y miedo en sus ojos, antes de que Koga le dijera —Yo me llamo Koga, Koga de Pegaso, he venido a salvarte, tal como tú me salvaste antes—Ante aquellas palabras, la chica peliazul empezó a derramar lágrimas silenciosas.

En este punto, Usa empezó a caminar a pasos lentos y temblorosos hacia la chica, con las lágrimas amenazando nuevamente con caer de sus ojos rojos, escuchando cómo sus pasos hacían eco en las paredes debido al tacón de sus botas rosas.

Koga y aquella chica miraron a Usa intrigados, mientras Koga ayudaba a la chica a levantarse de su sitio para irse.

—Aria... ¡Aria! ¡ARIA!—Gritó la pelirrosa, y corrió a abrazar a aquella chica con las lágrimas de felicidad cayendo de sus ojos y rodando por sus mejillas.

—Aria, Aria... estuviste con él todo este tiempo... ¿Qué fue lo que te hizo? Aria... mi pequeña hermanita—Dijo Usa, llorando de alivio y alegría al ver que su hermanita estaba bien, dentro de lo que cabía.

Los dos jóvenes, Koga y Yuna, miraron a la pelirrosa sorprendidos por sus palabras dichas a la joven de cabello azul, fue entonces que ella le dio una gentil sonrisa a la peliazul e hizo brillar su marca de Luna Creciente, desapareciendo su tiara, revelando aquella marca de luna creciente que sólo aparecía cuando ella quería, y que sólo portaba su familia, la familia descendiente del Milenio de Plata.

—¿Lo ves? Yo también tengo esa marca... La marca de la familia de Tokio de Cristal—Dijo Usa y tomó la mano de aquella chica de cabello azul con gentileza, que la chica, cuyo nombre era Aria, aceptó con la sensación de que, aquella chica que se aseguraba su hermana, la cuidaría de todo aquello que quisiera hacerle daño.

—Ven... debemos irnos de aquí...—Dijo Usa y la jaló para irse —Te prometo que no dejaré que vuelvan a separarnos—Dijo y empezaron a caminar lejos de aquel pasillo, para confusión y alegría de Aria.

Las preguntas para Aria no se hicieron esperar cuando empezaron su camino de regreso por aquella extraña torre, y Usa hizo desaparecer la marca de su frente junto con la de Aria, porque sabía que ella no controlaba bien sus poderes.

—¿Qué es esta torre?—Preguntó Yuna, mirando los alrededores.

—Babel—Respondió Aria —Fue construida para satisfacer la ambición de Marte, Marte está reuniendo diferentes tipos de cosmos para después usarlos en algo horrible—Declaró Aria y Yuna se sorprendió por su declaración —¿Está reuniendo Cosmos?—Dijo Yuna.

Koga preguntó —¿Cómo hace eso?—Y Aria empezó a explicarles —Este lugar es capaz de almacenar el Cosmos extraído de los caballeros—Dijo, aunque eso no respondía como Usa deseaba para comprender la situación actual.

Llegaron a un lugar en el que se encontraba un enorme pilar de luz, al cual todos los presentes se giraron a mirar y lo que encontraron los dejó en shock y a Usa la hizo sentir ganas de vomitar...

Dentro de aquel pilar estaban todos los estudiantes de Palaestra, junto con los maestros —¿Qué es esto?—Exclamó la pelirrosa indignada y horrorizada, con la cara pálida del horror.

La pelirrosa apretó su puño con fuerza y frunció el ceño con ira al entender el Cosmos de quién estaban almacenando.

—¿¡Qué demonios es esto!?—Exclamó Koga, y aunque la pelirrosa estaba sorprendida y furiosa por lo que encontró, pronto empezó a sentir un enorme cosmos saliendo de la nada y acercándose a ellos...

No, no acababa de aparecer, estaba ahí desde antes ¿Cómo fue que no lo notó? No, lo había notado antes, pero ignoró que estaba en ése lugar y que se estaba acercando a su grupo.

Un caballero de armadura dorada empezó a caminar lentamente y dijo —Señorita Atenea, por favor, regrese a sus aposentos de inmediato—.

Usa se colocó en frente de sus hermanos para impedirle el paso a aquel caballero, pues sabía que sus fuerzas estaban en un nivel muy distinto.

—En este momento, su deber es estabilizar la Torre de Babel y aumentar su Cosmos de luz—Dijo el caballero y Usa frunció el entrecejo con ira para declarar —¡No vas a llevarte a mi hermana a ningún lado! Deshonras a esa armadura sólo por portarla...—.

Usa miró al caballero dorado con el fuego de la ira en su mirada carmesí, pues aquella armadura era una de las que ella más apreciaba, y si aquel imbécil se sentía con el derecho de portarla, ella le daría una paliza y recuperaría la armadura de uno de los caballeros más leales a Saori.

—Ustedes ¿Tienen la intención de llevarse a la señorita Atenea?—Preguntó el caballero.

Usa miró a Yuna y le dijo —Llévatelos de aquí, yo me encargaré de él—Y pronto se colocó en posición de combate para dar espacio a sus amigos de escapar, así que Yuna tomó a Koga y a Aria en sus brazos y saltó desde donde estaban.

Usa, después de que Yuna se fue, miró detrás de aquel caballero dorado —Sal de ahí ¿Crees que soy tan estúpida como para no darme cuenta de que estás ahí...?—Empezó a decir mientras que detrás del pilar, se asomó un joven caballero de cabellera verde aguamarina que, aunque Usa no había hablado nunca con él en Palaestra, sabía quién era —Edén de Orión—Finalizó.

Aquel caballero de bronce miró a Usa con ira —Devuelve a Aria—Dijo él, con evidente resentimiento en su voz, y la pelirrosa, en respuesta, le lanzó una mirada llena de ira.

—No le entregaré a mi hermana a Marte—Dijo ella decidida, y Edén la miró con ira —Ella no es tu hermana, sólo quieres utilizarla...—Dijo él.

Usa no quiso discutir, y sabía que podrían haber dos opciones, una era enfrentarse a ambos y ser capturada, la segunda era iniciar una batalla de los mil días pero decidió crear una tercera y retrocedió de un salto, cayendo desde la torre.

Omega MoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora