Aún Soy Yo.

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Clary se sentó en la cama ante la mirada de tristeza de todos los presentes pues no todo había salido como lo esperaban. Habían puesto en marcha un plan dónde se suponía iban a acorralar a los Salvadores en Hilltop y ella estaba junto a Tara cuando Dwight le disparó una flecha en el hombro, Clary cayó pero no fue demasiado grave o por lo menos así creyeron hasta que a la noche siguiente todos los que habían sido heridos en la pelea se convirtieron en caminantes y Rick les dijo que cuando se enfrentó a Negan, su bate estaba cubierto de sangre por lo que dedujo que habían hecho lo mismo con todas sus armas así, si no podían matarlos, podían asegurarse de que igual murieran.

- ¿Dónde... dónde está mí papá? - les preguntó Clary entendiendo que quizá sería su última noche con vida, se limpió las lágrimas que había dejado caer y se puso de pie.

- Está en el establo... dijo que necesitaba estar solo - Rick la miró sintiendo sus ojos llenarse de lágrimas porque no quería ese destino para ella, para Carl que tampoco estaba ahí y aún no sabía lo que había pasado, para Daryl que había encontrado la felicidad volviéndose su padre.

- Bueno, es una pena porque deberá hablar conmigo de todas formas. - ella salió de la habitación pero se detuvo y volvió hasta Rick - No se lo digas a Carl...  ¿si? necesito hablar con mí papá y...

- Haremos lo que quieras Clary - el hombre acaricio su cabello y besó su frente para luego dejarla ir. Ella caminó lentamente con las manos en los bolsillos y respiró hondo cuando encontró a su papá sentado en una pila de heno dándole la espalda.

- Lo siento papá - el cazador no volteó a verla porque no quería que lo viera llorar de aquella manera - Es una mierda que te diga esto pero si voy a morir...

- No - la detuvo - por favor no lo digas.

- Que no lo diga no significa que no vaya a suceder papá - ella caminó y lo abrazó por la espada recargando la cabeza en su hombro - Aún soy yo... aún me siento bien.

- No quiero... no puedo...- Daryl rompió en llanto ante la idea de perderla para siempre.

- Estoy aquí ahora... si tiene que pasar... no puedo hacerlo sin ti. - ella no quería llorar pero tampoco quería morir y la idea de dejarlo solo, de dejar a Carl y jamás vivir el futuro que quería a su lado le rompía el corazón. El llanto desconsolado de su padre le dolía más que saber que pronto no estaría en este mundo si lo que sospechaban era cierto. Lo soltó para colocarse frente a él y arrodillarse para acariciar sus mejillas y limpiar sus lágrimas.- ¿Te quedas conmigo? - le preguntó sintiendo sus ojos llenarse de lágrimas.

- Siempre - fue todo lo que pudo decirle y ella sonrió a pesar de las lágrimas, besó su frente y se puso de pie para tomar su mano y llevarlo de nuevo a la casa Barrington. Volvieron a la habitación de Clary y ella suspiró dejando su espalda apoyada contra la pared, había sido una larga noche y estaba cansada. Se quitó los zapatos y se dejó caer en la cama golpeando el colchón a su lado para que su padre la  acompañara.

- ¿Quieres que lea para ti? - le preguntó con una suave sonrisa y Daryl solo pudo asentir antes de recostarse a su lado, ella tomó el libro que había dejado y comenzó a leer en voz baja como si no importara nada más que estar juntos en ese momento hasta que después de un rato, su voz se hizo cada vez más lenta y el corazón de Daryl se aceleró por el miedo.- ¿Clary?

- Estoy cansada - le dijo sintiendo sus ojos pesados.

- No te duermas princesa, aún no estoy listo - ella sonrió con los ojos cerrados y suspiró.

- Seguiré leyendo para ti en la mañana - le dijo rindiéndose ante el sueño. El cazador dejó caer nuevamente las lágrimas que se acumularon en sus ojos creyendo que era el último momento que compartiría con ella y la abrazo apretándola contra su pecho. No tenía sentido, Clary parecía estar bien y no tenía fiebre, nada indicaba que fuera a dejar de respirar, solo parecía dormir. Se quedó ahí el resto de la noche vigilando su sueño y rogando que solo fuera una pesadilla, rezando por poder seguir compartiendo su vida con aquella niña terca que se había convertido en la luz que guiaba su vida. Buscando un milagro que le permitiera creer que la vida podía ser buena e indulgente, negándose a creer que después de tanto dolor que había tenido que experimentar en su vida, su destino era seguir sufriendo, hasta que el sueño también lo venció o quizá ya no le importaba morir ahí mismo si su hija no viviría otro día.

Soy Una Dixon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora