¿Pelearas Conmigo?

1.7K 133 9
                                    

Clary volvió a su casa después de pasar una divertida tarde con Carl, Michonne la había invitado a comer pero ella quería esperar a su padre y con el pensamiento de prepararle la cena, caminó lentamente hasta su hogar. Empezaba a creer que la vida podía ser así de sencilla siempre, no se engañaban pensando que todo estaría bien pues vivían en el final del mundo normal pero aún así, podían contruir algo bueno, algo que durara mientras vivieran y pudieran perdurar con los años. Un empezar de nuevo a construir una civilización, aunque no fuera como el mundo antes, podía ser una vida más simple y pacífica. Con esos pensamientos Clary se dispuso a preparar la cena y no se dio cuenta de lo rápido que pasaba la hora hasta que vió llegar a su padre. Solo necesito una mirada al rostro de su padre para saber que algo malo había pasado, un escalofrío la recorrió al ver esa mirada que conocía bastante bien muy a su pesar, la mirada de pérdida y rabia que tantas veces había visto cuando alguien moría. Se limpió las manos en el delantal de cocina que tenía y se acercó lentamente pues el cazador parecía estar perdido en sus pensamientos, lo abrazó y eso fue suficiente para hacerlo reaccionar y que se aferrara al cuerpo de su hija como su tuviera miedo de que se la llevarán de su lado.

- Está bien papá... sea lo que sea lo superaremos juntos -  le aseguró acariciando su espalda mientras sentía las lágrimas que vertía mojar el hombro de su vestido. Se quedaron allí abrazados sin saber cuánto tiempo, ella lo dejó llorar escondiendo el rostro en su hombro pues sabía que no le gustaba que lo vieran así y él agradeciendo su presencia pues si no la hubiese encontrado, no podría sobrevivir a tanta pérdida a su alrededor y su vida sería completamente diferente.
Clary dejó que se calmara antes de insistirle para que cenara y luego lo llevo de la mano hasta su habitación, le quitó los zapatos y se acostó a su lado acariciando su cabello. - ¿Quieres contarme? - le preguntó con suavidad.

- Los Salvadores volvieron princesa... mataron a Denise... apenas logramos escapar... Eugene está herido. - ella suspiró mientras sentía el miedo instalarse en lo profundo de su estómago como si se congelara por dentro, eso no era bueno para ellos y tenía que ser muy tonta para creer que no buscarían venganza por lo que habían hecho.

- Lo siento papá... se que te agradaba Denise. - ella besó su frente y se acomodó mejor cerrando los ojos.

- Tenías razón, siempre la tuviste. Lo que hicimos tendrá consecuencias y estoy aterrado de solo pensar que algo puede pasarte. Están allá afuera Clary.

- Lo sé pero aquí estamos solo tú y yo papá... al menos por esta noche.

- Se que ya no eres una niña princesa pero... ¿Puedes quedarte conmigo?

- No voy a ir a ningún lado - lo tranquilizó ella y se incorporó para cubrirlos con una manta - Descansa papá... estaré aquí por la mañana.

- Descansa princesa - le contestó él al sentir como ella dejaba caer la cabeza sobre su hombro mientras apretaba su mano. Estaba asustado, no le había mentido pues la idea de que esa gente llegara hasta Alexandria y la dañara, lo aterraba. Quería mantenerla a salvo, que tuviera la vida que merecía y pudiera crecer en un mundo mejor. Estaba enojado porque el mismo hombre que lo atacó, era el mismo que había intentado ayudar cuando la horda los invadió solo que ahora en vez de huir de los Salvadores, estaba de su lado. Quizá lo había juzgado mal y no era más que un idiota, lo único que le interesaba era vengarse por lo que le habían hecho a la doctora, por querer obligarlos a llevarlos a Alexandria, por intentar poner la vida de su hija en peligro. Cuando ambos cayeron dormidos, el cazador solo tenía una cosa en mente, mantenerla a salvo sin importar lo que tuviera que hacer pues cómo Carl había dicho, moriría por ella y le causaba miedo saber que Clary lo haría por él.

Por la mañana Daryl contemplaba a su hija dormir sabiendo que lo que estaba por hacer era una locura, una que quizá no terminara bien para él y no dejaría que volviera a casa pero si con eso lograba que su hija estuviera a salvo, nada de lo demás importaba.

Soy Una Dixon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora