Capítulo 39

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(Continúa)
By Bill.

La casa de Tom era... ¿Cómo describirla en una sola palabra? ¿Imprevisible quizás? Desde luego, yo no me había esperado para nada que Tom viviera en un... lugar como ese. ¿Todo el mundo vivía así en los barrios bajos? El olor mejoró bastante nada más entrar, pero cuando pasé cerca de la cocina, me entraron arcadas, y eso que la puerta estaba cerrada. Se me pusieron los pelos de punta y Scotty encogió el hocico, incluso sollozó un poco, sacudiendo la cabeza, molesto. 

-Oh, lo siento. Huele un poco mal ¿Verdad? Tom no habrá tirado la basura todavía. Este chico... - tragué saliva. ¡Pero que asco! - Será mejor que no entres en la cocina y te recomiendo que no andes descalzo por casa. Hay... muchas cosas por el suelo, aunque tú no las veas. - estaba de acuerdo con eso. Acababa de ver una botella de cerveza rota tirada en el suelo. 
¿Cómo describir la casa de Tom? Para empezar la moqueta estaba tan llena de porquería que los zapatos se pegaban a ella, como si hubieran desperdigado un montón de líquido pegajoso por todo el suelo aposta y no le hubieran pasado una fregona en meses. Por ese simple hecho ya era imposible que ningún bicho caminara por allí sin quedarse pegado y eso, lo agradecí en el alma. Las paredes necesitaban un buen repaso de pintura ya que estaban llenas de desconchones enormes. Entré en el salón. Un montón de ropa sucia estaba apilada en una esquina. Olía raro... solo había un sofá de color marrón y estaba horriblemente manchado de cosas que no sabría identificar, aunque juraría que la mancha enorme del reposacabezas era de Ketchup. La televisión era antigua, aunque no en blando y negro, por suerte. Una consola, una play station 2 descansaba a los pies de la tele, junto con el DVD, en el mismo suelo. Los muebles debían de tener sus añitos. Una mesa de simple madera repleta de instrumentos, los cuales no supe identificar ni la mitad, ni lo que eran ni su utilidad. Había una estantería, pero estaba vacía. Mentira, estaba ocupada por varios pares de telarañas y pude ver algunas de sus dueñas de ocho patas correteando por la madera. De acuerdo... ¿Qué más había? Nada más, aparte de unas cuantas sillas que hacían juego con la mesa de madera. 
Miré a mi padre en silencio. Él sonrió, ruborizado. 

-Lo siento, sé que es una vergüenza. Tu madre debe tener la casa impecable pero nosotros... bueno, ninguno de los dos pasa mucho tiempo en casa así que cuesta un poco ponerse al lío. 

-Sí, ya veo. Sobretodo si dejáis tantas cosas por medio. - estaba cansado. Me hubiera sentado en el sofá de no ser porque... me daba asco. - Tom... ¿No está? - mi padre negó con la cabeza. 

-No, hoy no viene a casa. - sentí un azote de preocupación en cuanto lo oí, pero al recordar ese dibujo en la comisaría de policía en el que ponía "Tom os declara la guerra", me relajé. Por supuesto, Tom no corría ningún peligro en la calle, al contrario que yo. Me pregunté por qué preferiría estar en la calle que venir aquí, a verme, y la respuesta obvio me dolió, demasiado. 
No quería verme. 
-Bueno, puedes darte una ducha en el baño que hay al final del pasillo, a la izquierda. La habitación de Tom está justo en frente. Dormirás allí, en su cama. Te dejaré algo de su ropa. - miré de reojo la pila de ropa sucia y mi padre se puso aún más rojo, cortado. - Ropa limpia, recién lavada, ¿Vale? 

-Vale. 

-Las toallas deberían estar en el último cajón del mueble del baño. Yo te haré algo de comer mientras. 

-Oh, no, no hace falta. No tengo hambre. 

-¿No? 

-No. - mi padre asintió con la cabeza. 

-De acuerdo. Si quieres algo puedes cogerlo, estás en tu casa. - sonreí. Al menos mi padre no era como mi madre con respecto a la comida. Sería un desastre para la casa, pero era bueno haciendo sentir cómoda a la gente. No me sentía para nada presionado a hablar con él. Se veía que, o estaba cortado o era poco hablador, al contrario que yo. 
Estaba en la casa de Tom. Todavía no me lo creía. 
Era obvio que la casa necesitaba un buen arreglo, una limpieza a fondo, diez kilos de desinfectante y lejía pura, un repaso de pintura, una buena colada para la ropa y un ambientador potente. Muy potente. Pero por supuesto, si alguien no estaba pendiente de que las cosas se recogieran y se limpiaran con regularidad, la casa volvería a ser en cuestión de semanas la misma pocilga que ahora. Quizás...

MUÑECO By SaraeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora