Capítulo 30

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By Tom.

De acuerdo. Muy impresionante, había que admitirlo. El Pich era el mejor local que había visto en mi vida. Era enorme, los efectos de los focos eran increíbles, la música no estaba mal y en los podium no faltaban gogos. Tíos en su mayoría, como la mayor parte de las personas que bailaban, se morreaban, se metían mano, se drogaban, se emborrachaban y demás... tíos. 
Y todos maricones. 
Era interesante, no podía negarlo. Ese nuevo ambiente me puso el vello de punta nada más entrar, pero una vez pasada la primera impresión, quería ver más. 
Tal vez fuera por lo que me había metido dos minutos después de entrar. 
Anduve dando empujones y quitándome maricas de encima hasta encontrar la barra, dónde supuestamente, Andreas estaría esperando para llevarme hasta el dueño del local y firmar el "tratado corrupto".
La velocidad a la que se movían los focos me descolocaba y el movimiento apresurado me mareaba. Era algo fascinante. 
Cuando por fin llegué a la barra dando empujones, busqué a Andy con la mirada desbocada. No podía dejar de sonreír como un idiota. 

-¡Hola! - un tío me gritó prácticamente al oído. Me giré y observé con sarcasmo en la mirada los pectorales desnudos y los movimientos medio sensuales del marica. - ¿Quieres bailar? - me entró la risa tonta cuando vi acercarse a tres más, acorralándome contra la barra con miradas de perros en celo. Esto era surrealista. 

-¡No, gracias! ¡Ya tengo maricona a la que joder! - le di la espalda y me encaré a los demás, empujándolos con mi cuerpo. - ¡Que corra el aire! - les empujé y justo detrás de ellos, vi la mata de pelo rubia inconfundible de Andy, que metía la lengua en boca de marica moreno con pinta de santo. No tendría más de dieciséis años. 
La escena me hizo gracia. Nunca había visto a Andreas enrollándose con un tío, aunque sabía que lo hacía casi todas las noches. 
Me emperché a su espalda, abrazándole los hombros y pegando mi boca a su oído. 
-¿Cómo está mi maricona rubia favorita? - enseguida pegó un bote y se despegó del chaval, sobresaltado. 

-¡Coño, Tom, que susto! 

-¡Para susto el mío viéndote metiendo la lengua en agujeros ajenos! ¡A saber en que otros agujeros la habrás metido! - se dio la vuelta, analizándome con una ceja alzada, dándole la espalda al cachorrillo en vía de crecimiento. - ¿Qué pasa? ¿Parezco una maricona? 

-¡No, pareces el único tío que merece la pena entre tanto marica afeminado! 

-¡Oh, me siento halagado! 

-¡Pues no te lo sientas tanto! - Andreas se inclinó sobre la barra, cogió el vaso medio vacío que reposaba sobre la mesa y se lo bebió de un sorbo. - ¡Estoy cabreado contigo! ¡Ya no eres mi amigo! - hice una mueca dramática con la cara, fingiendo que me importaba. 

-¡No! 

-¡Sí, te odio Tom! 

-¿Por qué? - Andreas se rió, apoyando los brazos sobre la barra, mirándome con la boca entreabierta. 

-¡Conoces a Aaron desde hace apenas un año y te lo has tirado, y a mí, que me conoces de toda la vida, no me has dejado ni hacerte un pajilla! ¡Muy bonito! - no pude evitar soltar una carcajada estridente. 

-¿Quién te lo ha dicho? 

-¡Aaron, claro! ¡El pobre no sabe que hacer después de que te lo beneficiaras! ¡No sabe si lo hiciste porque te gustaba o por echar un polvo! ¡El muy idiota está que se le caen los huevos por ti! - bueno, me lo imaginaba. Otra cosa era que me importara. -¿Te gusta Aaron? 

-¡No! ¡Me lo follé pensando en...!

-¿Bill? - la sonrisa estúpida se me borró de la cara en cuanto oí su nombre. Andreas sonreía de oreja a oreja, regocijándose por dentro tras el descubrimiento. Entonces me di cuenta de que esa noche tenía muy pocas luces como para que se me fuera la lengua. 

MUÑECO By SaraeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora