By Bill.
El puñetero sonido de esa música de telediario me despertó. Mi brazo izquierdo se estiraba fuera de la cama y mi hombro colgaba de ella con cansancio. Tenía calor, pero el calor que me recorría el cuerpo no era del todo desagradable. Alguien respiraba profundamente sobre mi nuca, con un aliento caliente y fuerte. De vez en cuando escuchaba un débil ronquido y una pequeña tos seca, pero enseguida mitigaba al igual que el sonido antiguo acababa y volvía a empezar.
Me encogí sobre la cama, aún sin abrir los ojos, cubriéndome más todavía con las sábanas, enrollándome en ellas y agarrando las manos que me apretaban la cintura para hacer que me rodearan el pecho. No quería abrir los ojos porque con toda la luz que entraba por la persiana, tendría que levantarme por huevos, así que estiré el brazo a ciegas hasta el escritorio desordenado, cogí el móvil y denegué la llamada sin mirar si quiera quién era. Me di la vuelta, apartando de mí los brazos que me abrazaban y volví a echármelos por encima como si fueran simples sábanas. El aliento caliente me azotó los labios y abrí los ojos de golpe, sorprendido.
Tom estaba delante de mí, dormido.
Mierda… ¡Mierda! ¿Qué había hecho otra vez? ¿¡Es que no podía tener la maldita polla quieta por una vez!?
Eso fue lo primero que se me pasó por la cabeza y lo segundo que hice fue levantarme, con la espalda erguida y casi tirándome de los pelos llamándome gilipollas a mí mismo. ¿Otra vez había acabado así, con las piernas abiertas y el culo igual? Estaba empezando a considerarlo un mal vicio cuando caí en la cuenta de que por muy paradójico que sonora, no me sentía abierto ni pringoso. De hecho, llevaba los boxer puestos. Miré a Tom temeroso y en un movimiento veloz, tiré de la manta que le cubría hasta el pecho. Él también llevaba boxer.
¡Ah, coño, si estaba enfermo y yo me había quedado a cuidarlo! Recordé todo lo que sucedió la noche anterior y suspiré, aliviado. ¡Menos mal, todavía tenía el culo cerrado! Hice amago de levantarme, ahora ya más contento que unas pascuas pero en cuanto apoyé un pie en el suelo, sentí los brazos de Tom cayendo sobre la cama a peso muerto, desprendiéndose de mi cuerpo. Recordé entonces lo último que había vivido antes de quedarme frito. La tregua, la pastilla, la pierna, la fiebre, los susurros, el abrazo protector… se me encogió el pecho de, ¿de qué? ¿de ternura? Sí, podría llamarlo así.
Tom… había sido bueno por primera vez desde que puse un pie en Stuttgart. Bueno… dentro de lo que cabía, claro. Como siempre, tenía que provocarme y hacerme rabiar pero no me podía esperar otra cosa ¿no? Tom era así y así me gustaba… demasiado.
Encogí las piernas sobre la cama y las rodeé con mis brazos desnudos, todavía con la sábana echada por encima. Le observé dormir tranquilamente, con las rastas sueltas cayendo sobre su pecho. Se había colocado boca arriba, con los brazos extendidos y respiraba con profundidad. A veces roncaba un poco, pero nada que resultara molesto. Parecía un niño indefenso cansado de un agotador día de juegos y carreras con sus amigos. Llevé mi mano hasta su frente, midiéndole la temperatura. Estaba un poco frío, para nada caliente. Ya no tenía fiebre y seguramente no le volvería en un tiempo.
Me quedé embelesado viéndolo dormir con tanta tranquilidad. No lo había visto así desde su huida de Hamburgo… igual que tampoco había sido tan bueno conmigo desde entonces. Por un momento pensé que el Tom que había desaparecido estaba volviendo, pero sacudí la cabeza y me obligué a expulsar a patadas semejante gilipollez. Probablemente estaba empezando un nuevo juego para joderme y hacerme daño otra vez. Negué con la cabeza. No me dejaría dominar por él, no para que me dejara solo frente a la adversidad de nuevo, pero es que… es que lo veía, lo miraba a la cara y me entraban ganas de no irme nunca de su lado, de quedarme en la cama con él para siempre. Era tan adorable cuando dormía… todo pura apariencia.
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MUÑECO By Sarae
RomansaUn Muñeco al que hacer sufrir... un Muñeco al que romper... Poco me importaba quien fuera o qué fuera para mí. No tenía preferencias por nadie, cualquier criatura bonita con cuerpo de porcelana y fácil de manejar estaría bien. Cualquier persona, cua...