🥀Capítulo 18: Vestidos, Fiesta y Humillación🥀

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Mariel

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Mariel

La mañana de la gran fiesta en el hotel finalmente había llegado. Estaba emocionado de ayudar a mi mejor amiga, Charlie, con los preparativos. Mientras caminaba por los pasillos, podía sentir el ambiente festivo en el aire. Sonreí al ver que mi papá Alastor parecía estar de mejor humor. Estaba recuperándose, y eso me alegraba profundamente.

Seguí caminando, sumido en mis pensamientos, cuando de pronto vi a Lucifer bajando majestuosamente las escaleras. Su imponente figura y esa eterna sonrisa astuta en su rostro hicieron que mi corazón se acelerara un poco, pero me mantuve firme. Al verme, Lucifer extendió su mano hacia mí con una cortesía que parecía fuera de lugar, como si intentara mostrar una nueva faceta de él mismo.

—Mariel, querido, ¿me permitirías acompañarte? —dijo con esa voz aterciopelada que siempre escondía algo detrás.

Lo miré con frialdad, bajando la vista a su mano extendida antes de negar con la cabeza, sin hacer ningún esfuerzo por disimular mi incomodidad.

—Señor Morningstar —comencé, tratando de mantener mi tono neutral, aunque mi frustración era evidente—, preferiría que me siguiera tratando como lo hacía antes, cuando era solo un bebé ángel.

Lucifer arqueó una ceja, claramente intrigado por mis palabras, pero antes de que pudiera decir algo, continué.

—No le importaba nada cuando mi padre, Alastor, me adoptó del centro de adopción de criaturas infernales y celestiales en el Infierno —le recordé, mi voz cargada de una mezcla de desdén y tristeza—. Y ahora resulta que es amable conmigo... Es un cambio un poco extraño, ¿no le parece?

Lucifer mantuvo su mano en el aire por un segundo más, su sonrisa ladeada como si estuviera evaluando mis palabras, antes de retirarla lentamente.

—Oh, Mariel, preciosa —dijo con ese tono juguetón que siempre utilizaba, ignorando mi rechazo—, las cosas han cambiado. Todos cambiamos con el tiempo. Tú ya no eres ese pequeño bebé ángel, y yo... bueno, yo he aprendido a apreciar ciertos valores.

Lo miré fijamente, cruzando los brazos con fuerza sobre mi pecho.

—Tráteme como lo hacía antes, sin esa falsa amabilidad —dije con firmeza—. Prefiero eso a que ahora se muestre como si le importara, cuando en realidad no lo hace.

Lucifer soltó una suave risa, como si mis palabras fueran las de un niño que aún no entendía del todo la realidad.

—Oh, querido Mariel, te equivocas si piensas que no me importa. —Se inclinó ligeramente hacia mí, sus ojos dorados brillando con una intensidad que hizo que mi piel se erizara—. Tal vez lo que sientes es que ahora te presto más atención... y créeme, mi atención no es algo que muchos reciban.

Me estremecí ante la cercanía, retrocediendo un paso, incómodo con la conversación. No sabía qué responder, pero no iba a permitir que sus palabras me afectaran.

MI PEQUEÑO ANGELITO-  ENTRE ENGAÑOS Y  TRAICIONES Donde viven las historias. Descúbrelo ahora