**Capítulo 16: Corazón roto**

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**Mariel**

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**Mariel**

Todo había ido de maravilla con Rubi. Nuestra relación duró cuatro años, y yo estaba listo para dar el siguiente paso. Había planeado proponerle matrimonio mientras paseábamos por uno de los rincones más tranquilos del Infierno, un lugar donde la lava parecía menos caliente y los gritos de las almas perdidas eran solo un eco lejano.

La tarde era cálida, y Rubi y yo caminábamos de la mano. Su risa resonaba como una melodía celestial en mi mente. Me llené de valor, decidí que era el momento. Con la vista puesta en el horizonte, empecé a sacar el anillo que había guardado con tanto cariño.

—Rubi, hay algo que quiero decirte... —comencé, pero de repente, sentí un agudo dolor en el brazo. Un dardo había fallado su blanco, rozándome y haciendo que mi sangre dorada comenzara a fluir. Me tambaleé y Rubi, al ver la herida, soltó un grito ahogado.

—¡Mariel! —exclamó, con los ojos llenos de horror. La preocupación en su mirada me partió el corazón.

Antes de que pudiera responder, usé mis poderes angelicales para contrarrestar el ataque. Lancé un rayo de luz que hirió al demonio atacante, pero no quise hacerle demasiado daño. No quería bajar al nivel de aquellos que me perseguían. Rubi, temblando, me ayudó a caminar de regreso al Hazbin Hotel. Mi cabeza daba vueltas, y el dolor se mezclaba con la confusión y el miedo.

—Mariel, debemos regresar. No es seguro aquí fuera —dijo Rubi, su voz teñida de urgencia y preocupación.

Quería hablarle, asegurarme de que estaba bien, pero antes de que pudiera pronunciar palabra, me interrumpió con una expresión grave y triste.

—Mariel, esto no puede seguir así. No puedo estar contigo si significa estar constantemente en peligro. Eres un ángel en un lugar donde no deberías estar, y eso complica todo. Es mejor que terminemos aquí. —Su voz se quebró al decirlo, y mis ojos se llenaron de lágrimas.

Me quedé paralizado en la puerta del Hazbin Hotel, viendo cómo Rubi se alejaba. El dolor en mi pecho era insoportable, y cada paso que daba se sentía como una puñalada. Subí a mi habitación, sintiéndome débil y abatido. Cerré la puerta y me dejé caer en la cama, abrazando mi oso de peluche con fuerza. El espejo que había golpeado se rompió, reflejando mi dolor y desesperación. Mi sangre dorada goteaba lentamente de la herida, y, agotado, me dejé llevar por la oscuridad.

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**Más tarde**

Cuando desperté, el mundo parecía un poco más claro, aunque la pesadez en mi pecho y el dolor en mi brazo me recordaban la realidad de la noche anterior. La luz de la luna se filtraba por la ventana, iluminando los fragmentos de espejo esparcidos por el suelo.

Sentí un movimiento a mi lado y, al girar la cabeza, vi a papá Alastor sentado en una silla junto a mi cama. Su expresión era un enigma, una mezcla de preocupación y firmeza. Llevaba un vendaje en la mano, claramente preocupado por la herida en mi brazo.

MI PEQUEÑO ANGELITO-  ENTRE ENGAÑOS Y  TRAICIONES Donde viven las historias. Descúbrelo ahora