**Capítulo 13: No Quiero Ser Pequeño**

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**Mariel**

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**Mariel**

Estaba en la habitación de papá Alastor, mirando mi reflejo en el espejo antiguo que adornaba una de las paredes. Al principio, no me parecía nada malo ser un pequeño ángel de 207 años de edad, pero la presión y la responsabilidad que veía a mi alrededor empezaban a pesarme más de lo que podía soportar. Mis amigos, mi familia, todos tenían sus propias luchas y batallas, y yo me sentía impotente para ayudarlos.

Tía Ángel Dust siempre lidiaba con Valentino, ese demonio cruel que tenía su alma atrapada en un contrato infernal. Veía cómo cada día era una lucha para ella, manteniendo una fachada de fuerza y alegría, pero sabiendo que en el fondo estaba rota y desesperada.

Charlie, la princesa del Infierno, tenía sus propios problemas con el Hazbin Hotel. Estaba empeñada en redimir a los demonios y hacer del Infierno un lugar mejor, pero la tarea era monumental y los obstáculos parecían insuperables.

Y papá Alastor... papá Alastor tenía sus propios demonios internos y un trato oscuro con una persona misteriosa que parecía consumirlo poco a poco. Sabía que había cosas que no me contaba, secretos oscuros y compromisos que pesaban sobre sus hombros.

Mientras miraba mi reflejo en el espejo, solo veía a un pequeño ángel débil, aferrando una mamila de leche. Mis ojos se llenaron de lágrimas y, en un arranque de frustración, golpeé el espejo con mi puño. Sentí un dolor agudo en la mano cuando el vidrio se rompió y mi sangre dorada comenzó a brotar lentamente de la herida, goteando sobre el suelo.

—Solo quiero ser mayor —susurré, mis palabras llenas de tristeza y desesperación—. Quiero llegar a la adolescencia, tener 216 años. Quiero ser lo suficientemente fuerte para ayudar a mis amigos, para ser útil.

Las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas, mezclándose con la sangre dorada que manchaba mi mano. No quería ser pequeño e impotente. Quería ser fuerte, quería ser alguien en quien los demás pudieran confiar. Quería ser más que el niño indefenso que todos veían en mí.

Mientras me lamentaba, la puerta de la habitación se abrió suavemente y papá Alastor entró. Su expresión cambió al ver el espejo roto y la sangre en mi mano. Se acercó rápidamente, su rostro lleno de preocupación y ternura.

—Mariel, ¿qué ha pasado? —preguntó, tomando mi mano con cuidado y examinando la herida.

—Estoy cansado de ser pequeño, papá. —dije, sollozando—. Quiero ser mayor y fuerte. Quiero ayudar a los demás, pero solo soy un niño... no puedo hacer nada.

Papá Alastor suspiró y me abrazó, envolviéndome en su calor protector.

—Mariel, todos enfrentamos nuestras propias luchas, independientemente de nuestra edad o tamaño. —dijo, acariciando mi cabello con ternura—. Ser mayor no significa necesariamente ser más fuerte o más capaz. La verdadera fuerza viene de dentro, de tu corazón y tu espíritu. Y tú, mi querido ángel, tienes un corazón puro y valiente.

MI PEQUEÑO ANGELITO-  ENTRE ENGAÑOS Y  TRAICIONES Donde viven las historias. Descúbrelo ahora