🥀Capítulo 62: Nadie se mete con el demonio de la Radio 🥀

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Pasaron dos semanas desde el regreso de Mariel, y la recuperación parecía un camino largo y difícil

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Pasaron dos semanas desde el regreso de Mariel, y la recuperación parecía un camino largo y difícil. Mariel continuaba sumido en su dolor; evitaba comer y se apartaba de los demás, especialmente de Lucifer, a quien rechazaba incluso durante la noche, dándole la espalda.

Alastor, el padre de Mariel, estaba visiblemente molesto y furioso por la situación. Se encontraba en la sala, bajo la luz cálida de la chimenea, mirando a Lucifer con un brillo de determinación en los ojos.

—Suficiente—dijo Alastor, con voz tensa—. Tengo información sobre la ubicación de Striker y sus cómplices. Voy a matarlos. Romperé sus almas y las haré gritar por mi radio, pidiéndome misericordia.

Lucifer, preocupado y angustiado, lo miró con una mezcla de desesperación y agradecimiento.

—Alastor, por favor... asegúrate de que no les quede ni un rastro—imploró Lucifer, intentando controlar su voz temblorosa—. Pero, por ahora, necesito enfocarme en Mariel.

Alastor asintió, su rostro endurecido por la ira. Sus astas se alargaron como una amenaza palpable mientras se dirigía hacia la puerta de salida.

—Mientras yo me encargo de esos pecadores—dijo Alastor, con furia contenida—, tú enfócate en hablar con Mariel. Ayúdalo a superar esto.

Con una última mirada cargada de promesas de venganza, Alastor se marchó. Lucifer se quedó solo en la sala, mirando la chimenea con una mezcla de preocupación y tristeza.

Más tarde, Lucifer se dirigió a la habitación de Mariel, donde lo encontró sentado en la cama, mirando el vacío con una expresión distante. Lucifer se acercó lentamente, sentándose a su lado con cuidado.

—Mariel—comenzó Lucifer, con voz suave pero firme—. Necesitamos hablar. Sé que no has querido abrirte a mí, pero quiero que sepas que estoy aquí para ti.

Mariel giró lentamente la cabeza para mirar a Lucifer, sus ojos llenos de dolor y desconfianza.

—¿Qué quieres decirme?—preguntó Mariel, con voz quebrada.

—Lo que te hicieron...—dijo Lucifer, extendiendo una mano para tocar suavemente el brazo de Mariel—. Lo que viviste fue horrible, y entiendo que te sientas asustado. Pero quiero que sepas que estoy aquí para ayudarte a sanar.

Mariel apartó la vista, las lágrimas empezando a rodar por sus mejillas.

—No sé cómo superar esto, Lucifer—dijo Mariel, su voz apenas un susurro—. Me duele recordar lo que me hicieron, y no quiero que me toquen ni me miren.

Lucifer tomó un profundo respiro, buscando las palabras adecuadas.

—No tienes que enfrentar esto solo—dijo, su voz cargada de emoción—. Estoy aquí para escucharte, para ayudarte a sanar. Tómate el tiempo que necesites, pero por favor, confía en mí.

MI PEQUEÑO ANGELITO-  ENTRE ENGAÑOS Y  TRAICIONES Donde viven las historias. Descúbrelo ahora