**Capítulo 33: Furia de Reina, Aceptando Sentimientos y Culpa**

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**Más tarde**

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**Más tarde**

Mientras Charlie organizaba un baile, Lucifer Morningstar sacó a bailar a Mariel. Lucifer la miraba con una mezcla de intriga y ternura mientras le compartía sus planes para el futuro. Mariel bajó la cabeza y dijo:

—Luci... yo...

Antes de que pudiera responder, escuchó una voz en su cabeza. Era Roo y Obskurath que le susurraban:

—No nos decepciones, ¡atácale! Que la diversión comience, mi Angelito...

Mariel agitó su cabeza, apartando a Lucifer de él. Aunque intentó resistirse, sus ojos se llenaron de lágrimas y dijo:

—Perdón... de verdad, perdón.

Las voces se apoderaban de él. En ese instante, el salón se llenó de una inquietante luz roja, y miles de ojos de diferentes tamaños aparecieron en las paredes, observándolos con una mirada penetrante y amenazante. Charlie reconoció esos ojos de inmediato, y su corazón se hundió.

Una risa resonó por todo el lugar, envolviendo a los presentes en un escalofriante eco que heló sus huesos.

—Veo que mi querido Angelito es amante de la resistencia —la voz, profunda y siniestra, llenaba el aire con una presencia ominosa.

Todos, excepto Mariel, sintieron cómo sus cuerpos se tensaban ante el sonido de esa voz.

—Me encantaría que fueran el entretenimiento de mi Angelito, pero lamentablemente tenemos algo de prisa —continuó la voz, cargada de una malicia palpable.

—¿Quién demonios eres? —Lucifer frunció el ceño, abrazando tanto a Vaggie como a su hija con sus alas protectoramente, tratando de ocultar su preocupación tras una fachada de determinación.

La risa se convirtió en una carcajada, retumbando en el salón como un trueno ominoso.

—Oh, vamos, ¿en serio no me reconoces, Lucifer?

Lucifer se tensó aún más, sintiendo un nudo de desconcierto y temor apretándose en su pecho. No conocía al dueño de esa horrible voz, y no estaba seguro de por qué o cómo conocía su nombre.

En ese momento, varios tentáculos surgieron de la oscuridad y agarraron a Vaggie, Angel y Husk, atrapándolos con fuerza. Nifty, que había alcanzado a trepar a los hombros de la araña, miraba aterrada la escena que se desarrollaba ante sus ojos.

—¡Mierda, otra vez! —Vaggie gritó, luchando contra la presión de los tentáculos—. ¡Mariel, ¿qué te ocurre?

El joven ángel permaneció en silencio, sin responder a las súplicas de sus compañeros. La risa del misterioso individuo se intensificó, resonando en el salón como un eco de la oscuridad.

—Lo lamento, cariño, pero él solo me obedece a mí —concluyó la voz, con una nota de triunfo siniestro.

Con cautela, Charlie se acercó a Mariel, negándose a aceptar que su madre estuviera lastimando a sus amigos. Aunque Mariel era un ángel principado poderoso, nunca había hecho daño a sus amigos.

MI PEQUEÑO ANGELITO-  ENTRE ENGAÑOS Y  TRAICIONES Donde viven las historias. Descúbrelo ahora