🥀Capítulo 81:En tus Brazos, Mi Refugio 🥀

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Narrador omnisciente:

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Narrador omnisciente:

A la mañana siguiente, **Mariel** se despertó sin girarse a mirar a **Lucifer**. Los rayos del sol se filtraban tímidamente a través de las cortinas, llenando la habitación de una luz suave, pero el ambiente entre los dos seguía siendo tenso. **Lucifer**, que aún estaba acostado junto a él, intentó acercarse, extendiendo un brazo para abrazarlo, pero **Mariel** se apartó, todavía molesto.

—¿Todavía sigues molesto, mi preciosa? —preguntó **Lucifer**, su voz baja y seductora, pero con un toque de preocupación.

**Mariel** no respondió. En su lugar, se tapó más con las sábanas, evitando cualquier contacto. El silencio entre ellos era pesado, lleno de palabras no dichas y emociones encontradas.

**Lucifer** suspiró, rodando los ojos por un momento, pero luego suavizó su expresión. Sabía que no podía presionarlo más.

—Está bien... perdóname, por favor —dijo **Lucifer**, acercándose de nuevo a **Mariel** con un toque de ternura poco usual en él. Su brazo envolvió con delicadeza la cintura del ángel, tratando de calmar la tormenta dentro de él—. No quiero pelear contigo. No me gusta cuando me ignoras... —Su voz se volvió casi en un susurro mientras acariciaba el cabello de **Mariel**—. No volveré a irme sin avisarte. Prometo que no dejaré que unas bailarinas me besen de nuevo. Pero por favor, **Mariel**... quiero a mi más preciada posesión de vuelta.

**Mariel** se mantuvo en silencio unos instantes, sintiendo el peso de las palabras de **Lucifer**. Finalmente, se dio la vuelta, todavía con los ojos un poco cansados por la falta de sueño y el malestar emocional. Se aferró a su vientre con suavidad, en un gesto casi involuntario, y con un suspiro, rompió el silencio.

—Está bien, te perdono... —murmuró **Mariel**, sus ojos encontrándose con los de **Lucifer**, aunque aún mostraban un leve rastro de resentimiento—. Pero... espero que también me perdones a mí por lo de anoche. Besé a esos demonios... —su voz se quebró un poco—. Solo quería relajarme un rato. Le pedí ayuda a **Angel Dust**, y él nos llevó a ese antro. Pensé que... bueno, que tú estarías haciendo lo mismo.

**Lucifer** levantó una ceja, más curioso que enfadado, y acarició el rostro de **Mariel** con el dorso de su mano.

—¿Relajarte, eh? —respondió con una sonrisa juguetona, aunque había una pizca de celos en su tono—. Sabes que no me gusta compartir lo que es mío, pero... —bajó la mirada por un momento, luego la volvió a subir para encontrar los ojos de **Mariel**—. Si eso es lo que necesitabas para sentirte mejor... lo entiendo. Yo también me dejé llevar, pero no era mi intención hacerte sentir así.

**Mariel** asintió, pero todavía había algo de incomodidad en el aire entre ellos. **Lucifer** lo notó y, en un intento de aliviar la tensión, tiró suavemente de las sábanas que cubrían a **Mariel**, revelando parte de su cuerpo.

—¿Sabes qué, preciosa? —dijo **Lucifer**, con esa sonrisa traviesa que siempre conseguía desarmar a **Mariel**—. Podríamos... compensarnos mutuamente. Olvidar lo de anoche y empezar de nuevo. Solo tú y yo.

MI PEQUEÑO ANGELITO-  ENTRE ENGAÑOS Y  TRAICIONES Donde viven las historias. Descúbrelo ahora