Libro 1: Capitulo 1

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Valentina estiró las solapas de su chaqueta y cruzó las puertas del Burj Al Arab, el lujosísimo hotel en el que se hospedaba en compañía de su tío y sus primos. Justo en ese momento, el aparcacoches aparcó a su lado el Lamborghini Reventón Roadster negro que había alquilado para su estancia en Dubái. Le sonrió a su tío antes de meterse en el coche, encendió el motor y siguió a sus primos camino a la ceremonia de inauguración del Burj Khalifa, oficialmente, el edificio más alto del planeta.

Empleados elegantemente vestidos con ropas árabes, y otros en formales smokings, les indicaron a los Carvajal la ubicación de sus asientos en la segunda línea, frente al lago artificial que rodeaba al Burj Khalifa. La fría brisa del piadoso invierno del golfo Pérsico acarició las bronceadas pieles del exótico grupo, varias miradas disimuladas los siguieron hasta que se sentaron.

Unos minutos después, el jeque de Dubái y primer ministro de Los Emiratos Árabes Unidos, hizo su entrada, escoltado de sus hijos y hombres de confianza, todos vestidos con ropajes reales y la indescriptible dignidad de medio oriente plasmada en sus rostros.

El maestro de ceremonias hizo la apertura oficial del evento, e instantes más tarde, el jeque Mohammed bin Rashid Al Maktoum plantó su mano sobre un lector electrónico, entonces una colosal pantalla cobró vida con un conteo en metros. Sin avisos, desde algún lugar en la zona céntrica de Dubái, resonaron fuegos artificiales que escalaron hasta el cielo, mientras en la pantalla la cuenta continuaba vertiginosa. Desde las azoteas de diferentes edificios a los alrededores, salieron disparadas docenas de juegos pirotécnicos y luces titilantes se esparcieron por el -hasta ahora- obscurecido rascacielos.

La cuenta se detuvo finalmente en los ochocientos veintiocho metros, y como rocío dorado, enormes globos de pólvora inundaron el cielo. Decenas de luces salieron desde la sección al sur de los Carvajal en líneas infinitas que parecían tocar las estrellas, mientras la orquesta en vivo interpretaba un delicioso caos sinfónico que latía bajo la piel de todos los asistentes.

Y entonces la pantalla se llenó de dunas que fueron recorridas por un niño que, cogiendo arena como si de polvos mágicos se tratara, hizo que la proyección pasara del día a la noche, y de ésta a una fantástica animación en colores neón, guiada por la voz maravillosa y arrulladora de una mujer que cantaba en árabe.

Sucesivas flores del desierto nacieron en la pantalla, y tras el lugar donde estaba la orquesta, la escultura de una enorme flor idéntica a las de la animación, se iluminó majestuosa. Riquísimas percusiones dieron paso a melodías tiradas de cuerdas y vientos que abrieron asombrados los ojos de los invitados.

Valentina inconscientemente reclinó su cuerpo, dejándose llevar por las notas de la orquesta, sumergiéndose con la música en las mismísimas Mil y Una Noches, místicas como las intrigantes tierras de Arabia.

Las fuentes en el lago saltaron enérgicas, bañadas de luz dorada, moviéndose con la candencia exquisita de Oriente, como el vientre de una diestra bailarina. Tras las fuentes, el espectáculo pirotécnico seguía desplegándose en bellos tonos azules que iluminaban el cielo. Las fuentes como fuego líquido iban y venían en una coreografiada sucesión, mientras un aro de pólvora rodeaba toda el área en la que se desarrollaba el evento.

Estremecedoras percusiones resonaron y poderosas luces iluminaron gradualmente en ascenso cada peldaño del edificio, como brillantes faros que treparon hasta lo alto del imposible pararrayos, haciendo que todos abrieran sus bocas, impresionados, con la monumental construcción. Una Babel del siglo XXI se dibujó ante sus ojos, jugando a besar el cielo.

Incesantes explosiones se sucedieron una tras otra, y chorros de pirotecnia azules y verdes fueron desde el primer piso hasta la cima del rascacielos, para después regresar con increíble rapidez, una y otra vez. Inmediatamente, una espiral de pólvora rodeó el edificio entero, trepándolo como una serpiente de luz, y al tocar el último piso, miles de fuegos brotaron de todos lados, haciendo lucir al coloso como una enorme espiga, coronada por una sombrilla de fuegos artificiales que sin descanso parecían salir de la altísima punta.

Dulces Mentiras Amargas Verdades (Saga completa) Juliantina g!p adapt.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora