Libro 4: Capitulo 36

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El vuelo hasta Río lo hizo encerrada en la habitación del avión, donde una vez más lloró a escondidas el dolor e impotencia que le estaba causando erradicar a Juliana de su vida.

El estúpido romance que había vivido con esa mujer le estaba pasando factura, se sentía utilizada. Valentina se había enamorado y le tocó perder, para lo que definitivamente no estaba preparada y Juliana ni siquiera podía ser consciente de la pena que la afligía.

Le costaba, aún le costaba demasiado aceptar que su relación con la diseñadora había terminado, se alentaba cada minuto de lucidez a odiarla, pero en los momentos en que se quebraba suplicaba por su presencia.

Durante el viaje encontró el valor para borrar de su iPhone todos los archivos relacionados con Juliana: fotografía, vídeos, notas de voz, mensajes. Con mucho dolor, pero atacada por la rabia la erradicó de su teléfono móvil aunque con eso el vacío en su pecho se hiciera más grande.

En el aeropuerto fueron recibidos por Guillermo, que les dio calurosos abrazos de bienvenida.

Valentina empezó a disfrutar del clima tropical de su fascinante ciudad a la que llevaba más de un año sin visitar y parecía que en su ausencia se hubiese quedado detenida a su regreso. No obstante nuevas edificaciones se levantaban imperantes mostrando la evolución arquitectónica de Río.

En Brasil era donde se sentía más viva y la pantera que llevaba por dentro empezó a rugir exigiéndole correr a un encuentro de roda, esos que la llenaban plenamente. El trayecto hasta la casa lo hizo reencontrándose visualmente con sus paisajes y su gente, que como siempre abarrotaban las calles, ya fuese caminando, en patines o bicicletas todos vestidos con prendas ligeras.

Más de una vez su mirada se ataba al cuerpo bronceado de las exuberantes mujeres brasileñas, que encantaban al ser bañadas por ese brillante sol que durante todo el año se posaba sobre la ciudad maravillosa.

-¿Qué vamos a hacer esta noche?... -Valentina preguntó volviendo la cabeza del paisaje y dirigiéndose a sus primos- Porque no pienso quedarme en la casa...

-Aún tenemos que esperar que llegue Diogo... -acotó Guillermo, sabiendo que su amigo no había podido venirse con ellos por atender algunos compromisos con la familia de Vanessa- Creo que debemos esperarlo y salimos con Thiago, por qué no llamas a Noah y nos organizamos para mañana?... -le aconsejó.

-Con Noah ya hablé, tengo un compromiso con él...

-Sé cuáles son tus compromiso con Lazzini, Valentina Carvajal... -intervino León con voz de mando- Y te prohíbo que te vayas a las favelas, si quieren practicar capoeira en la casa hay espacio de sobra. Por favor no vayas a darme dolores de cabeza...

-No he dicho que me vaya a las favelas...

-No tienes que decirlo, te conozco perfectamente...

-Entonces sabrá que no podrá hacer nada... -masculló desviando la mirada de regreso al camino.

-Te he escuchado, y lo último que quiero es encerrarte en tu habitación como si fueses una adolescente, pero si te pasas de imprudente lo haré...

-Pantera te van a poner correa, eso quiero verlo... -se carcajeó Santiago pasándole un brazo por encima de los hombros a Valentina.

La abogada de la familia se limitó a soltar un pesado suspiro, mostrando su disconformidad de momento, pero bien sabía que nada de lo que hiciera su tío la privaría de su pasión.

La reserva natural en la que se encontraba ubicada la majestuosa residencia de la familia Carvajal, se mostraba imperante, atrayentemente exótica, con su extraordinaria vegetación, sus saltos de aguas que atraían las miradas más exigentes y sus caminos empedrados enmarcados por árboles. Se respiraba aire fresco, se respiraba naturaleza, alejada del bullicio de Río era un paraíso en uno de los países más libertinos del mundo.

Dulces Mentiras Amargas Verdades (Saga completa) Juliantina g!p adapt.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora